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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

La llegada de las ballenas

Samaná es una de las zonas más vírgenes de República Dominicana. Santa Bárbara de Samaná es la principal ciudad con unos 51.000 habitantes.

Su joya es la visita al santuario de las ballenas jorobadas (llamadas así por cómo curvan su cuerpo al salir y entrar al agua) en la Bahía de Samaná y el Banco de Plata, al noroeste. Cada año entre noviembre y abril alrededor de tres mil ballenas jorobadas vienen a reproducirse a esta parte de la costa de República Dominicana. Además de este fabuloso acontecimiento, las ballenas machos intentan atraer a las hembras fértiles saltando en el agua. También se preocupan de buscar compañeros mediante sonidos que las hembras pueden oír en un amplio radio de hasta treinta kilómetros.

Quizá os preguntaréis por qué estos cetáceos vienen a esta parte del mundo justo en el momento del nacimiento de sus crías. La respuesta es simple: el ballenato, a su nacimiento, tiene una capa de grasa demasiado fina para soportar las aguas frías.

Es un acto único, cada ballena da a luz a una sola cría. Muchas veces algunas se preñan justo en esta temporada que pasan en Samaná. De alguna manera simbólica regresan al punto de partida para parir tras doce meses de gestación.

Cada año centenares de visitantes no se pierden este regalo de la naturaleza, no solo los turistas, sino también los dominicanos esperan la llegada de las ballenas como uno de los eventos más importantes del año.