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El lado oscuro de ligar por apps

“Después de cuatro semanas hablando con un chico me di cuenta de que no existía”: víctimas de 'catfish' en las apps de citas

Víctimas de 'catfish' en las apps de citas.

Paula del Toro

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Sonia (pseudónimo) está buscando a su media naranja. Tiene 25 años y ha tenido varias relaciones, pero ninguna ha llegado a buen puerto. Hace unos meses decidió apostar por las apps de citas como recurso para encontrar a alguien que fuese afín a ella: “En un principio no buscaba nada serio, me llamaba la atención salir de mi zona de confort y conocer a personas con las que quizá no me hubiese cruzado en por mi barrio”, cuenta la joven. Tras varias citas con diferentes chicos, pensó que esas apps no estaban hechas para ella. Con la mayoría no llegaba a tener una segunda cita y le acabó pareciendo “un escaparate de carne”.

El pasado septiembre decidió darle una última oportunidad a la aplicación al creer que había encontrado a un chico que sí estaba en el mismo punto que ella: “Hice match con Álvaro, de 26 años y de Madrid, mi ciudad. Era muy guapo, quizá demasiado. Parecía que ambos sentimos una conexión muy rápida, pero me dijo que prefería ir poco a poco y así conocernos bien antes de perder el tiempo, algo que me pareció bien”. Sonia y Álvaro chatearon durante varias semanas a través de la app pero, a la hora de la verdad, él siempre tenía una excusa para no quedar en persona: “Nunca podía y siempre pasaba algo a última hora, pero casualmente yo también estaba muy liada en esas semanas por lo que pensé 'son cosas que pasan, ¿por qué iba alguien a mentir así?”, relata la madrileña.

Pasado un mes, “cansada de muchas palabras y pocos hechos”, Sonia decidió buscar una de las fotos del perfil del chico en Google Lens, una aplicación que relaciona imágenes con resultados de la red, y se llevó una sorpresa. La supuesta imagen de Álvaro, junto a muchas otras que le había mandado, estaba en el perfil de Instagram de un modelo famoso en Estados Unidos con más de 65.000 seguidores. Es decir, alguien había utilizado fotos de un famoso para ligar con ella por una app y hacerle catfishing: “Me quedé en shock, mi cabeza había relacionado a esa persona con alguien de confianza y me encuentro con un tío hablando en inglés”, relata Sonia.

El catfish o catfishing es una práctica virtual en la que alguien usurpa la imagen física de otra persona para hacerse pasar por quien no es en redes sociales o aplicaciones de citas, creando una personalidad ficticia a la medida de sus víctimas, con quien quiere ligar o engañar con algún fin. El término se popularizó a raíz de un programa estadounidense de MTV llamado Catfish: mentiras en la red que comenzó en 2012. En él, los presentadores ayudaban a personas que tenían una relación sentimental o amistosa en línea a conocerse en la vida real, en muchas ocasiones con final inesperado para uno de ellos. Es habitual que este tipo de acciones haya un fin de extorsión e intento de fraude a las víctimas, pero en muchas otras la 'persona falsa' simplemente requiere atención.

El supuesto Álvaro me confesó ser un chico de 20 años que hace este tipo de cosas porque se siente solo e inferior a los demás. No quise saber nada más y lo bloqueé

Sonia (pseudónimo) víctima de 'catfish'

“Mi cabeza explotó. Me había contado tantas cosas que me resultó difícil aceptar tanta mentira. ¡Menuda peli me creí! El supuesto Álvaro me confesó ser un chico de 20 años que hace este tipo de cosas porque se siente solo e inferior a los demás. No quise saber nada más y lo bloqueé”, resume la víctima, a quien le dio miedo y frustración la situación.

Lucía, de 33 años, que vive en A Coruña, también es víctima del fenómeno catfish pero de otro modo. A la joven le llevan suplantando la identidad casi 12 años y sospecha que es la misma persona la que roba sus fotos desde 2011. Alguien (aún no sabe si hombre o mujer) lleva todo este tiempo recopilando imágenes suyas de redes sociales para crear diferentes perfiles falsos, todos bajo el nombre de “Andrea Marchena” (o similares), para ligar con mujeres.

“La primera vez que me enteré de que estaban suplantando mi identidad fue porque alguien encontró dos perfiles de Fotolog con las mismas fotos, el mío y el falso, y me envió un correo advirtiéndome de que estaban usando mi imagen desde Panamá, aunque esa persona se hacía pasar por una chica argentina. Al tiempo se hizo un perfil en Facebook y en 2016 una cuenta de Instagram con mis fotos, perfiles desde los que me tiene bloqueada al haber intentado denunciarlos. Ahora sé que comienza a actuar por Tinder”, cuenta Lucía.

La última me dijo que había tenido una relación de dos años con esa persona por redes sociales y que, durante todo ese tiempo, ella le había mandado 'nudes' y vídeos muy íntimos a alguien que ahora no sabe quién es

Lucía víctima de suplantación de identidad

Cree que la persona que roba sus fotos lleva entre su red de amigos desde entonces de forma anónima desde una cuenta de contenido de belleza, lo que la ha obligado a hacer una criba entre sus seguidores y aumentar su privacidad de forma drástica por “miedo a que siguiese cogiendo fotos actuales”. Ya son siete las víctimas del catfishing de la tal Andrea que han contactado con Lucía al ser conscientes de la situación. La última fue una joven que habló con su entrenador personal tras ver una foto suya en un gimnasio de la ciudad.

“Para mí es horrible”, lamenta Lucía, “es una sensación de impotencia muy grande. Las chicas, todas bastante jóvenes, me cuentan cosas horrorosas. La última me dijo que había tenido una relación de dos años con esa persona por redes sociales y que, durante todo ese tiempo, ella le había mandado nudes [fotografías sin ropa] y vídeos muy íntimos a alguien que ahora no sabe quién es. Tuve que hacer videollamada con ella para que viese que realmente la verdadera Lucía era yo, y no la supuesta Andrea. Ella lo pasó fatal y yo también”, resume.

¿Qué lleva a alguien a suplantar la personalidad de otra persona ligando?

Celestino González-Fernández, psicólogo experto en tecnoestrés, tras analizar casos como el de Sonia y el supuesto Álvaro, cree que la actitud de estas personas que crean la identidad falsa puede responder a varias cuestiones: desde que sean personas “con carácter manipulador que encuentran placer en el hecho de engañar a otra persona” —por lo que, dice, tendrían “características psicopáticas”— hasta responder a perfiles de personas “inseguras y demasiado introvertidas que necesitan utilizar estos métodos para relacionarse socialmente”, aún sabiendo que se está haciendo con un avatar irreal.

Tomando las explicaciones finales del supuesto Álvaro por ciertas, González-Fernández se decanta por la segunda hipótesis: “Esta persona cree que si no suplanta la identidad a una persona más atractiva no podrá tener nunca la experiencia de que una chica se interese. Incluso es probable que piense que, sin el engaño, ni siquiera tendría el acceso a hablar con ellas. Por tanto, vemos que prefiere una mentira agradable a una verdad dolorosa”, argumenta González-Fernández.

El experto señala que estos suplantadores de identidad pueden, en ocasiones, tratarse de adictos a la dopamina que les genera sentirse queridos, por lo que generalmente lo hacen una vez detrás de otra: “El simple hecho de estar hablando diariamente con alguien, poder tratarla de manera cariñosa o que le llamen guapo sabiendo que, en realidad, se lo están diciendo por una foto que no es él, le genera placer y le hace aislarse de una vida que considera infeliz. Eso le lleva a crearse una virtual amoldada a sus expectativas y a querer plasmarla con alguien una y otra vez”, dice.

Según el psicólogo, las personas que suelen hacer catfish sin ningún otro fin que no sea el de gustar son personas con baja autoestima y problemas relacionales que se crean un “avatar” adaptado a lo que le gustaría ser en la realidad: más guapo, con más estudios y con determinadas posesiones. La víctima, Sonia, cuenta en conversación con elDiario.es que detectó estas características en el suplantador: “Me dijo que tenía una carrera y un máster, algo que es imposible en su vida real si tiene 20 años. También me dijo que estaba independizado, con casa y coche propio. Guiándome por la edad, también me parece algo imposible”.

Si una persona detecta excusas con las que la otra persona está intentando demorar el momento de conocerse hasta por videollamada, se debería sospechar desde el primer indicio

Celestino González-Fernández psicólogo experto en tecnoestrés

La personalidad de la víctima también es importante en estos casos, según González-Fernández. Puntualiza que suelen tratarse de perfiles dependientes emocionalmente, inseguros y que se fían mucho más de las palabras que de los hechos. “Aunque esté de moda hablar por las apps de citas, alargar mucho esta experiencia en el tiempo no es inteligente ni interesante. Si una persona detecta excusas con las que la otra persona está intentando demorar el momento de conocerse hasta por videollamada, se debería sospechar desde el primer indicio”, advierte el psicólogo.

Sin embargo, el experto en tecnoestrés apunta que no es necesario tener un perfil de baja autoestima para caer en las redes de estos engaños, sino que “nos puede pasar a todos en algún momento al usar estas apps”.

Pero las consecuencias a nivel psicológico no son iguales para todos los perfiles. Sonia vivió el engaño con intensidad pero se olvidó a los pocos días: “Esa misma noche sentí ansiedad en el momento en el que me di cuenta de que le había mandado fotos mías y de gente de mi entorno que podía utilizar como quisiese, pero al día siguiente ya se lo estaba contando a todos mis amigos entre risas y, ahora que ha pasado un mes y algo, me río de mi misma pensando en cómo pude caer en algo así”, concluye la joven madrileña.

[Las víctimas] pueden coger miedo, aislarse, entrar en episodios depresivos y ansiosos e incluso tener fobia a que le hagan daño y a las relaciones. Al final, acabarán escondiendo sus emociones antes de que les puedan dañar

Celestino González-Fernández psicólogo experto en tecnoestrés

Por contra, según el experto, las personas tímidas o demasiado dependientes a nivel emocional suelen sentir vergüenza al contar a su entorno que han sufrido catfish, por lo que no acaban de procesar el sentimiento y “pueden coger miedo, aislarse, entrar en episodios depresivos y ansiosos e incluso tener fobia a que le hagan daño y a las relaciones. Al final, acabarán escondiendo sus emociones antes de que les puedan dañar”. Es por ello que recomienda a las víctimas contarlo, ya que es algo que “nos limita mucho socialmente y puede hacer mucho daño a nivel de autoestima y confianza”.

Consejos para detectar un perfil catfish y no caer en las estafas

 No existen datos actualizados que cuantifiquen cuántas víctimas de catfish hay en España. Sin embargo, el Informe sobre la cibercriminalidad en España 2022 del Ministerio del Interior recoge que un total de 9.721 personas fueron víctimas de un delito de “usurpación de estado civil”, concepto con el que se denomina al delito de suplantación de identidad en el Código Penal.

Cuando alguien utiliza la imagen de otra persona para engañar a un tercero está llevando a cabo una acción ilegal (...) Si esa imagen se emplea con la intención de obtener algún beneficio, puede acarrear graves consecuencias

Mario de la Peña abogado experto en Nuevas Tecnologías

Según explica Mario de la Peña, abogado experto en Nuevas Tecnologías, en estos casos se produce una clara “violación del derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen de la persona a la que se le roban las fotografías según lo establecido en la Ley Orgánica 1/1982”. “Cuando alguien utiliza la imagen de otra persona para engañar a un tercero, con cualquier propósito, está llevando a cabo una acción ilegal. La propia imagen es un derecho fundamental respaldado por la Constitución y si esa imagen se emplea con la intención de obtener algún beneficio, puede acarrear graves consecuencias”, argumenta el abogado.

Desde el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE), Ruth García, técnico de Ciberseguridad para Ciudadanos y Menores, señala que crear un perfil falso es “relativamente sencillo” y acabar con él no tanto. “Para suplantar la identidad a una persona solamente hace falta recopilar la información y las imágenes de un perfil público y crear otro que parezca real, algo que es fácil. En este tipo de casuísticas suelen hacerse pasar por otra persona ficticia, no por la misma persona de la que está recogiendo esa información. En Internet, en realidad, se puede suplantar a cualquiera”, sostiene la experta.

No debemos facilitar ningún tipo de información, tenemos que estar alerta y poner en cuarentena toda la información que nos llegue sobre este perfil e investigar su entorno a través de un análisis preliminar de quién dice ser y de sus seguidores

Ruth García técnico de Ciberseguridad para Ciudadanos y Menores de INCIBE

García señala que las personas que hacen catfish y tienen un propósito claro suelen “montar una historia” adecuada y adaptada a “un perfil que resulta atractivo para crear un vínculo y que genera confianza” para llegar a un fin único. Este fin, dice, suele ser económico. “Estas personas suelen contar mentiras como que tienen un problema urgente para el que necesitan dinero o que les gustaría viajar para conocer a la persona a la que están engañando pero no tienen suficiente dinero, excusas para que la víctima haga una transferencia rápida”, explica en conversación con este diario.

La técnico de ciberseguridad expone el riesgo de que el perfil falso se desenmascare y, en ese momento, “comience a extorsionar a la otra persona con amenazas y mentiras de todo tipo como, por ejemplo, decir que van a difundir fotos íntimas para seguir pidiéndole dinero”.

Google permite contrastar las imágenes que nos ha mandado para ver si se están utilizando en otros sitios web y buscar la ubicación en la que se ubica para ver si cuadra con la historia

Ruth García técnico de Ciberseguridad para Ciudadanos y Menores de INCIBE

Con el fin de evitar estas situaciones, Ruth García aconseja “ser cautos” cuando conozcamos a alguien por Internet, ya que “en el mundo digital nunca vamos a tener la certeza de quién está al otro lado de la pantalla” y advierte de que, incluso, podemos estar delante de una red organizada de ciberdelincuencia.

“Hay que partir de la premisa de que, si no sabemos a ciencia cierta quién es la otra persona, no debemos facilitar ningún tipo de información, tenemos que estar alerta y poner en cuarentena toda la información que nos llegue sobre este perfil e investigar su entorno a través de un análisis preliminar de quién dice ser y de sus seguidores”, concluye.

La experta también menciona la herramientas de Google Imágenes y Google Maps como fuentes de investigación accesibles y fiables en estos casos, ya que “permiten contrastar las imágenes que nos ha mandado para ver si se están utilizando en otros sitios web y buscar la ubicación que nos ha contado en la que se encuentra para ver si cuadra con la historia que nos cuentan”.

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