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Sobre este blog

Elena Zudaire (Pamplona, 1976) es vitoriana de adopción desde hace 14 años. Licenciada en Periodismo ha ejercido en la radio y la prensa local y vasca. Hace cuatro años cambió su rumbo profesional hacia la gastronomía inaugurando la escuela de cocina 220º pero sigue vinculada a la comunicación con colaboraciones habituales como esta columna, una mirada con un punto ácido hacia una ciudad en constante cambio.

Las espinas de la rosa

Elena Zudaire

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Los cimientos del socialismo alavés se tambalean. El PSE municipal ha estado a puntito de quedarse sin candidato a la alcaldía en un episodio plagado de intrigas. Cuando todo parecía perdido, Peio Lopez de Munain, histórico concejal de la formación, expresidente de la Comisión Anti Sida y muy conocido por su perfil social, ha saltado al ruedo para lidiar con el marrón que ha dejado Maite Berrocal al abandonar repentinamente.

Qué pasó exactamente con Berrocal sólo lo sabe ella y su partido. En principio, lo que ha trascendido a los medios es que, al parecer, la dirección desoyó la petición de la edil de incluir en su lista a personas de su confianza porque consideró que carecían de peso político. Así que, también al parecer, la misma dirección celebró una reunión al margen de Berrocal en la que constituyó su propia lista sin que, siempre al parecer, ella lo supiera. Maite Berrocal lanzó un órdago a su partido, amenazó con abandonar y, esperamos que al menos amablemente, sus propios compañeros le acompañaron hasta la puerta de salida.

Después de varias semanas con el primer plano de Berrocal en las marquesinas del tranvía, enmarcado en unos colores que, tampoco había que ser muy perspicaz, recordaban a los de la bandera republicana (madredelamorhermosoydelasantaesperanza), después de ese rostro insertado a modo de publicidad en los medios de la ciudad, después de todas esas fotos en las que Maite aparecía “a la izquierda”, resulta que a la izquierda municipal se le ha trastocado el rumbo.

Visto desde fuera y sin conocer las entretelas, el cabreo de Berrocal parece lógico. Sus compis progres de la dirección han preferido descabezar su candidatura municipal a apenas tres meses de las elecciones que debatir o, por lo menos, escuchar sus condiciones. Han cortado la cabeza a una mujer que, quiero creer, tuvo el apoyo sino de todo al menos de la mayoría de su partido para ejercer el cargo de alcaldesa o lideresa de la oposición, en función de los resultados electorales. Y el duelo del abandono les ha durado poco porque el nuevo candidato ya estará entrenando para la carrera de fondo electoral.

Si les entretiene un poco el culebrón político sabrán que estas desavenencias internas de los socialistas en el territorio no son nuevas. En realidad, no lo son en ningún partido; lo que ocurre es que algunos lo llevan (más bien lo disimulan) mejor que otros. Lo que al simple de los mortales le parece noticia, para los miembros tras unas siglas seguramente forma parte del día a día.

Los socialistas llevan meses tirándose de los pelos y llevando sus broncas a la primera plana de los medios de comunicación. Lo que, imagino, antes eran trifulcas que se mantenían dentro de su sede o sus despachos, hace tiempo que traspasaron el felpudo de entrada. Unos resultados electorales desastrosos en 2011 -tras la “brillante” (por favor, léase con mucha ironía) legislatura de Patxi Lazcoz-, cuyas consecuencias se extienden hasta las Juntas Generales y provocan la dimisión de Txarli Prieto; una eclosión interna que divide al partido entre los defensores de éste y sus detractores, encabezados por Juan Carlos Alonso; un Lazcoz que se retira esparciendo bilis y poniendo en duda la regularidad de las cuentas internas del partido; o unas encuestas que vaticinan un resultado de nuevo pésimo para los socialistas alaveses en las próximas elecciones son algunos de los males que aquejan a la formación, a la que poco ayuda que haya requiebros de última hora como éste.

Mientras, el resto de partidos y el que se está gestando se frotan las manos con la desgracia ajena porque, predicen, les beneficiará en su recuento de votos. No hay mal que por bien no venga. Y, a su vez, estas formaciones lidian con sus propias penurias procurando que la sangre no llegue al río, estudian las posibilidades de futuros pactos para ocupar un sillón en las instituciones, encartan publicidad pagada por usted y yo en última instancia en los medios locales mostrando su cara más amable (vulnerando sibilinamente la Ley Electoral)... Entretenidos estarán, de eso no hay duda.

Siempre me pregunto cuánto tiempo les queda a los políticos para ocuparse de los motivos por los que realmente están ahí entre tanto juego de tronos. Cuánto tiempo emplean en diseñar un programa real, sea del color que sea, que sirva a la ciudadanía. Cuánto invierten en salir de esa burbuja que es la política para escuchar a los que tienen al lado, para los que trabajan. Cómo tiene que ser ese día a día esquivando puñaladas y, entre medias, aprobando en Consejo de Gobierno... ¿Qué era lo que iba hoy?

A las puertas de unas elecciones, quizá la noticia debería ser que todos y cada uno de los partidos se afanan en definir su rumbo en materia laboral, social, ambiental, urbanística... No sé, esas cosas con las que deberán bregar en su día a día para enfrentarse a dirigir la ciudad y el territorio. Los titulares deberían referirse a todos los esfuerzos que hacen los representantes y personas vinculadas a la política para servir no sólo a su electorado sino a toda la ciudadanía.

Pero, como dijo Thomas Mann, todo es política. Las noticias que ustedes leen, la publicidad electoral encubierta con la que conviven a diario... Hasta esta columna lo es, supongo. Y resulta sumamente inquietante que las apariencias sean más importantes que los hechos. Y que ese mundo paralelo que es la política se imponga sobre la vida a pie de calle.

Leo a López de Munáin decir en una entrevista que ya estaba preparando la maleta para irse pero que ahora se compromete para cuatro años. El otro día en un bar, y recién conocida la noticia de que será nuevo candidato, escuché una conversación entre dos amigos: “hombre, habrán elegido al Peio éste porque es el único que si tuviera 20 años menos estaría en Podemos... Los demás muy de izquierdas no es que sean ya, ¿no ?...”. Locuti estis verbum istud: el pueblo ha hablado.

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Elena Zudaire (Pamplona, 1976) es vitoriana de adopción desde hace 14 años. Licenciada en Periodismo ha ejercido en la radio y la prensa local y vasca. Hace cuatro años cambió su rumbo profesional hacia la gastronomía inaugurando la escuela de cocina 220º pero sigue vinculada a la comunicación con colaboraciones habituales como esta columna, una mirada con un punto ácido hacia una ciudad en constante cambio.

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