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Sobre este blog

Este blog pretende ser la primera ventana a la publicación de los futuros periodistas que ahora se están formando en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la UPV/EHU. Son las historias que los propios estudiantes de periodismo proponen a nuestros lectores.

Cuando el cuerpo se funde con el acero

Baile en barra

Irene Mireia Vera

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Un vídeo difundido a través de Facebook. Un instrumento clave: la barra vertical. Como protagonista: Jenyne Butterfly, una de las pioneras en el pole dance; práctica que engloba elementos acrobáticos, artísticos, gimnásticos y baile. Al otro lado de la pantalla una joven grancanaria, Nadina de Armas, tomaba contacto por primera vez con un ámbito que le cambiaría la vida. Familiarizada con la gimnasia rítmica y danza desde temprana edad, se quedó fascinada con esta disciplina. No tardó en inscribirse en una academia de su isla, y bastaron unas pocas lecciones para convencerse de que quería orientar su formación de danza en esta dirección. Nueve años después, se convirtió en la campeona regional y nacional de pole dance en España. En 2019, la ciudad canadiense de Montreal la vio proclamarse tercera ganadora del mundo con una actuación de dueto. Una medalla de bronce en una competición a la que sólo acceden los clasificados entre los diez mejores del ránking mundial. 

“Obtener un título como este te abre muchas puertas: profesionalmente, ha mejorado mi palmarés, me ofrecen más trabajo y cuento con un mayor número de seguidores. Esto se traduce en beneficios para el negocio, porque la gente me conoce más y acude al centro para aprender”, expone la atleta de élite, quien actualmente también ejerce como instructora en su propio estudio, No Limits LP. En cuanto a su experiencia compitiendo a lo largo de su trayectoria deportiva, de Armas explica que el ambiente es variable: se ha encontrado con rivales muy positivos en los que se apreciaba el compañerismo; y otros en los que predominaban la envidia, el contacto mínimo y la tensión. 

La popularidad del pole dance está en auge y se expande por cada territorio para dar cabida a nuevas vertientes: artistic pole (aquella en la que se prioriza el valor de la coreografía por encima de las posturas), pole doble (en parejas), aerial hoop (aro aéreo) o pole sport, entre otras. No obstante, la tendencia habitual es a encasillar todas las ramas en una misma categoría, y a vincularlas automáticamente con el estereotipo de los clubes nocturnos, las strippers y la prostitución. 

La joven confiesa haber recibido comentarios hostiles por el simple hecho de practicar pole dance, aunque en los últimos tiempos estos han disminuido. “Mientras sigan existiendo la ignorancia y las mentes cerradas, siempre habrá quien sexualice cualquier tipo de profesión, disciplina o persona”, puntualiza.

Asimismo, el panorama del pole sport en específico cambió radicalmente después de que la Global Association of International Sports Federation o GAISF lo reconociese como deporte oficial en octubre del 2017. Tras esta legitimación, la asociación otorgó a esta disciplina el estatus de Observador; tal y como indicaba en su portal web. Este es el paso previo que deben alcanzar las federaciones internacionales aspirantes a ser miembros de pleno derecho del Comité Olímpico Internacional. Una decisión que, sin duda, supone un avance determinante en el proceso de integración del pole sport a los Juegos Olímpicos. 

Este acontecimiento no habría sido posible sin el respaldo de la IPSF o International Pole Sports Federation; una fundación de origen británico presidida por Katie Coates que lleva más de una década abogando por esta causa. La dirigente, con un pasado como docente de pole y bailarina, menciona que es un hecho que podría suceder “mañana o en treinta o cuarenta años”, ya que depende del interés que el deporte suscite en el IOC y de si cumple los requisitos mínimos. Por el momento, ya pueden tachar de la lista dos de los tres requerimientos: la membresía de la GAISF y la admisión por parte de la Agencia Mundial Antidopaje. Queda pendiente la existencia de al menos 40 federaciones en cuatro continentes y entonces el pole podrá ser nombrado el máximo órgano deportivo. 

El mejor mensaje que puedo recibir es el de un chico agradeciéndome haberle inspirado para iniciarse en el pole

 “Antes de crear esta organización, no había ninguna estructura consolidada. Muchas personas estaban invirtiendo tiempo y esfuerzo en entrenar para las competiciones sin tener consciencia de en qué aspectos iban a ser evaluados. Tampoco había preparación para los jueces. Por esta razón, necesitábamos establecer una normativa”, declara la presidenta cuando rememora cómo emprendió esta aventura. Entre las medidas de este reglamento se recoge una estricta política antidopaje en defensa del juego limpio. La responsable corrobora que no han tenido un solo caso positivo, y lo atribuye a que sea un deporte relativamente nuevo con escasos patrocinadores; por lo que no gira en torno a la ganancia económica.

Así pues, incide en las ventajas que brindaría a los atletas el poder hacerse con el reconocimiento oficial internacional en un futuro: “Nos posibilitaría recaudar financiación, lograr más renombre para nuestros deportistas, trayectorias profesionales más largas en el deporte y mayor notoriedad”. Aclara que sólo con el alcance a nivel nacional ya se consiguen patrocinadores, subvenciones del gobierno, programas deportivos, centros de entrenamiento, mejores medidas de seguridad o equipamiento, etc.

Una actividad sin restricción de acceso

La presencia de esta disciplina crece paulatinamente, ya que abarca a personas procedentes de cualquier entorno, rango de edad o condición física. En cuanto a la cuestión de sexos, la presencia de mujeres en el pole continúa siendo mayoritaria respecto a los hombres. A pesar de ello, esta tasa está en incremento. “En los últimos años se han triplicado las participaciones de hombres venidos de cualquier modalidad: crossfit, breakdance, parkour, etc. Aunque siempre se ha calificado como un ámbito principalmente femenino, la introducción de modalidades innovadoras y el factor fuerza han hecho que el pole sea más atractivo para ellos”, argumenta Coates.

Ahora es más frecuente que nunca toparse con hombres que sobresalen en esta área, como es el caso del también canario Saulo Sarmiento. Desde niño supo que quería ser acróbata artista, y lo que más le apasiona del pole es poder sumergirse en el mundo que él mismo crea cuando realiza su número. “No me percato de lo que pasa a mi alrededor. Sólo oigo la música, es como una especie de meditación”, asegura. Se define a sí mismo como alguien “introvertido para los aplausos del público” en ese sentido. Relaciona la reducida participación masculina en el pole con los prejuicios arraigados al ámbito. “De todos modos, siento que están desapareciendo y cada vez más hombres se dan cuenta de que es una actividad compleja, que te pone en buena forma y que requiere fuerza física”, opina.

Según relata en su web, se formó cuanto le fue posible, se unió a una compañía circense francesa llamada Les Farfadais y tuvo como mentores a personalidades reconocidas del mundillo. Se alzó con dos grandes triunfos en el pole: campeón de Francia y vencedor del World Pole Art en los años 2011 y 2012 respectivamente. 

Ya como solo artist, dio vida a una nueva concepción de este deporte: el Flying Pole, la especialidad que lleva por todo el globo como coach y artista. “Es la técnica del pole dance tal y como la conocemos, pero se ejecuta en el aire sin importar cuál sea la altura. Su rasgo esencial es que la base de la barra nunca toca el suelo, a menos que se practique en diagonal”, afirma. Sarmiento matiza que, antes que él ha habido otras personas que trataban de volar con un pole; pero estas se ceñían a usar un mástil chino y no una barra convencional. Por ello, se considera el primero en atreverse con esta rama. ¿El mejor mensaje que puede recibir? El de cualquier chico del mundo agradeciéndole haberle inspirado para iniciarse en el pole. “Yo en su día también seguí los pasos de otros referentes”, expone.

Cruzando el charco, hay otro hombre con una historia que contar: Felipe Mendoza. Este chileno es bicampeón mundial en la competición World Pole Dance Sport 2014 y 2015; y compagina la carrera deportiva con su labor de instructor en su academia Invictus. “La edad es un factor que tener en cuenta por su influencia en la musculatura, al igual que la diferencia entre el deporte de alto rendimiento y como recreación. Aun así, creo que cualquier persona puede practicar pole desde su propio nivel y aptitudes”, opina.

Siempre se ha desenvuelto en la faceta artística del pole, rodeado de actores, bailarines y directores de teatro; por lo que nunca ha tenido que lidiar con palabras despectivas por su profesión. Desde su perspectiva, nota algunos contrastes socioculturales en la percepción de esta actividad en Estados Unidos y Australia respecto a América Latina y Europa. “Siento que los australianos y estadounidenses hacen un pole mucho más sexualizado en sus espectáculos, porque es lo que más vende. En Latinoamérica nos centramos más en su aspecto deportivo”, expresa. 

Por otra parte, con la incorporación en 2017 de una categoría Parapole en los campeonatos de la IPSF se abrió un horizonte de oportunidades para todas aquellas personas con discapacidad que sueñan con labrarse un nombre en el mundo del pole. Andrea Herrera vivió estas competiciones de primera mano. Originaria de Zaragoza, Antioquía (Colombia), empezó a quedarse ciega al final de su adolescencia. El pasado 2019 llevó los colores de su país al mundial de Canadá y se clasificó como subcampeona frente a deportistas discapacitados de doce países. “Cuando salí al escenario me sentí empoderada, como una diva. Estaba ahí porque el pole era lo mío y podía alcanzar el nivel que se requería. Todas las dudas anteriores sobre mi propia valía merecieron la pena”, afirma convencida. 

Herrera ha mencionado en múltiples ocasiones que le gusta el término ciega. La define como una palabra que guarda en sí mucha fuerza, y precisamente por ello muchas personas evitan pronunciarla, a fin de mitigar el golpe de quien la va a recibir. “No da lugar a ambigüedades. Se puede ser ciego o no serlo, no hay más. Cuando se utiliza un diminutivo tipo 'cieguita', es como si la hubieran despojado de su poder. Es desempoderar por completo no solo a la persona sino a la palabra y a la ceguera”, manifiesta. Explica que la mayor parte de la estigmatización social que envuelve a la comunidad discapacitada se sustenta en la ignorancia y el desconocimiento. “Al mismo tiempo, creo que los estigmas también se generan por parte de las propias personas con diversidad funcional, quienes se autoimponen las limitaciones”, señala.

Su principal reivindicación es hacer que la situación se transforme: “Se tiende a pensar que las personas con discapacidad son niños, asexuados o frágiles. En el caso de aquellos con discapacidad cognitiva, se debe recordar que son adultos con los mismos deseos, necesidades e intereses que el resto”. 

Ahora su mente está enfocada en su próximo desafío: triunfar en el campeonato nacional de mayo, que será su pasaporte al mundial de este 2020 en Suiza. Llegado el momento, la atleta tampoco descartaría verse en los JJOO.

A pesar de provenir de contextos variados, todos estos atletas coinciden en el mismo punto: el pole no es una moda pasajera y se abre a recibir nuevos perfiles e influencias. Sin duda, su popularidad en el plano internacional continuará en aumento en un futuro cercano, tal vez incluso como deporte Olímpico.

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