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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

(De)colores, dolores y (De)colonizaciones

Carteles pidiendo firmas para la regularización de personas inmigrantes.

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“Ama, ¿crees que al tiranosaurus rex le gustaría mi piel y se la comería?”, me preguntó mi hija cuando era pequeña señalando la piel morena de origen indio de su brazo. Aún no se qué pesaba más en sus palabras: si el anhelo de que algún eslabón perdido del privilegio, o alguna suerte de privilegio inverso, le diera por fin una ventaja sobre la blanquitud de sus iguales con quienes compartía ecosistema y esto le librara del depredador; o el anhelo de igualarse, aunque sea a la baja, y ello le obligara a correr despavorida por el patio escolar con el resto del grupo una vez asomara la bestia por la antigua estación de trenes de Atxuri.

Le respondí que, puesto que su piel era preciosa, sin duda, al tiranosaurus rex le gustaría. Hay verdades y pieles que duelen. Sostener la ira y la frustración que provoca el dolor de piel es imprescindible e ineludible; para quien lo lleva pegado, si; pero también para quien ese dolor le sopla de frente o le empuja de espalda. 

Remontarse a tiempos pasados, sean los de la niñez o incluso los del cuaternario, quizá nos ayude a comprender porqué los colores nos duelen a unas y porqué nos sacan los colores a otras. 

La tiranía del tiranosaurus rex es una historia de tiempos pasados que ha dejado su huella de terror en nuestra piel. Los más de 500 años de colonización celebrados cada 12 de octubre en el calendario español no sólo han dejado su huella, sino que la apropiación con violencia de territorios, recursos y cuerpos es una historia que sigue reeditándose con pequeñas actualizaciones, aunque algunas llegaron a ser épicas como el colonialismo americano y el fascismo europeo de los años 30. Pero ahí tenemos a diario historias para no dormir como la del gigante energético colombiano Hidroituango con la participación de empresas españolas como Mapfre, Ferrovial, Banco Santander y BBVA, que arranca estos días entre miedo, violencia y desplazamientos forzados. 

Hay demasiadas personas viviendo en un mundo que se niega a tener relaciones con ellas que no se basen en el color y el dolor de su piel. Hay gobiernos democráticos como el gobierno español que dictan y mantienen leyes como la Ley de Extranjería, que permite disponer de una reserva de mano de obra sin derechos para regular el mercado de trabajo a la baja; leyes como la de Seguridad Ciudadana, que niega el derecho de asilo de facto, permite las devoluciones en caliente y da lugar a masacres como la del pasado 24 de junio en Melilla, que criminaliza a las personas migrantes y a los movimientos sociales. Se aprueban presupuestos militares y acuerdos de externalización de fronteras con terceros países para que los señores de la guerra se beneficien de sus guerras de fronteras y de las guerras que se traen entre manos para defender 'lo nuestro' y a 'los nuestros', dicen. La Unión Europea prevé un aumento del gasto militar de un 32,7% en tres años, nos anuncian estos días. Y luego tendremos que escuchar el bulo de que son las personas migrantes quienes se llevan 'lo nuestro'. ¿Y quién decide quienes son 'los nuestros', por cierto? ¿Y cómo aceptar que nuestros intereses puedan tener más en común con Trump, Borrell o Marlaska que con personas como George Floyd, o un “desertor” ucraniano o ruso, o la madre de Anwar, el chico que hemos visto muerto en suelo español en la masacre de Melilla?

Más de 500.000 personas y colectivos del Estado español hemos participado en los últimos meses en una campaña de recogida de firmas que finaliza este mes de diciembre para apoyar una iniciativa legislativa popular que lleve al Congreso la demanda de regularizar administrativamente a las 500.000 personas migrantes que viven y trabajan en el Estado español. Son quienes recogen en el campo los alimentos que están en nuestras mesas, son quienes cuidan de nuestras madres y nuestros hijos, quienes reparan nuestras casas, quienes nos sirven una copa en nuestros ratos de ocio, son 125.000 menores. Son esenciales, por todo ello y sin ello, por ser personas merecedoras de los mismos derechos y dignidad que el resto. Son quienes no han podido firmar ni tienen derecho a votar. Es una deuda histórica, es la deuda externa de Europa con los países del sur global. El próximo día 10 de diciembre, día mundial de los derechos humanos, está previsto dar el último impulso a la recogida de firmas. Tomaremos nota de la posición que adopte cada partido ante la regularización. Y no nos digan que no se puede porque ya hemos vivido 9 regularizaciones: 5 con el PP en el poder y 4 con el PSOE.  

Y volviendo al patio… Lo siento hija pero va a ser que el camino del privilegio no sirve, aunque al privilegio blanco le vayamos sumando otros colores y adjetivos.Tendremos que organizarnos en el lío del patio, porque aunque por una vez salgamos corriendo cada cuál en una dirección y quizá salvemos el pellejo, no queda otra que, vista la bestia, nos organicemos para que, desde nuestras identidades diversas e interdependientes reconocidas en un plano de igualdad y respeto mutuo, pueda generarse el poder, el apoyo y las estrategias necesarias para enfrentarnos a la voracidad de tiranos, sean saurus o community manager, de la era cuaternaria o de la era de la posverdad, se llamen rex o vox, babeen por la jungla o eructen desde su escaño.

Una fábula de dinosaurios.

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