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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

¡Que sea lo que Dios quiera! (o Pablo Iglesias –Posse- no lo hubiera hecho)

Recuerdo a mi padre: cuando se encontraba al hablar en un atolladero de palabras, y no encontraba respuesta a una disyuntiva, profería aquella frase que le eximía de responsabilidad para el futuro: “¡Que sea lo que Dios quiera!”. Esta era la versión divinizada de aquella otra que también solía utilizar: “¡Lo que sea, sonará!”. Pues bien, recurro a aquellas actitudes de mi padre, muy propias de la impotencia que suele adueñarse de nosotros, los humanos, cuando no encontramos respuestas para las preguntas. Vamos al grano. Pablo Iglesias (Turrión, que no Posse) se ha entrevistado con Oriol Junqueras en la cárcel de Lledoners, y al salir sólo se le ocurrió decir : “Nosotros ya hemos hecho nuestro trabajo, ahora le toca al Gobierno moverse y hacer gestos”. Cualquiera que escuche estas palabras pensará que Oriol y Pablo pactaron algo concreto, pero no, porque la respuesta real no la dio ninguno de los dos, la dio Tardá ciñéndose a una sola frase: “No nos sentaremos si el Gobierno no hace un movimiento de categoría sobre los presos”. Ese movimiento consiste en instar a la Fiscalía para que actúe pronto, pero la actuación que reclaman es en realidad que no actúe, en todo caso, que actúe en una única dirección: que deje libres a los presos.

Y yo digo ya lo mismo que solía decir mi padre: “¡que sea lo que Dios quiera!”. Lo cual, teniendo en cuenta que no creo en Dios, es como decir que “lo que sea, sonará”. Pero esto no me impide opinar sobre la gratuita osadía de Pablo Iglesias Turrión de visitar al encarcelado Oriol Junqueras. Podía haberlo hecho a título individual, pero no fue así, porque esperó la oportunidad, justamente unos días después del acuerdo presupuestario de Podemos con el Gobierno del PSOE. Las explicaciones que ha dado el PSOE (“Podemos negocia en nombre de Podemos”), deberían ser suficientes como para descalificar la irresponsable osadía de Pablo Iglesias, pero el osado podemita no acudió a la prisión con ánimo colaborativo, sino que lo hizo para recolocarse en el terreno de juego político, para revalorizar su papel en el futuro. Claro que la visita le ha resultado rana porque ha abandonado la cárcel, al parecer, tal como cuando llegó a ella: los Presupuestos no requieren explicaciones añadidas, y la Fiscalía a la que Tardá y Junqueras reclaman gestos, actúa por su cuenta en los Estados de Derecho europeos.

No obstante, es preciso valorar la situación con detalle. El Gobierno y Pedro Sánchez no pueden forzar a la Fiscalía, pueden opinar y poco más, porque si se sobrepasan en sus gestiones estarán cavando la fosa de su propio descrédito. Los “indepes” catalanes cometerán un grave error si vinculan la aprobación de los Presupuestos a la acción de la Fiscalía, porque si provocan unas nuevas Elecciones en España el Congreso de los Diputados puede convertirse en ejecutor de aquello de lo que huyeron cuando apoyaron la moción de censura del PSOE. (Ya se lo ha advertido Josep Borrell, con cierto descaro, en el Congreso). Si estas son las posibilidades, queda solamente la opción de desvincular el “procès” de la aprobación de los Presupuestos.

Por tanto la visita de Pablo Iglesias (Turrión, que no Posse) a la cárcel catalana ha constituido un nuevo delirio del líder de Podemos. En suma, varias páginas de periódico debidamente ilustradas, varios minutos, o tal vez horas, de pantalla de televisión, y un engordamiento del prurito personal que tanto interesa a los nuevos políticos, sean de izquierdas o de derechas, mucho más empeñados en potenciar sus populismos que en desarrollar sus principios ideológicos, en caso de que los tuvieran.

Y termino ya. Por si Pablo Iglesias Turrión quiere aceptarme un consejo, o una sugerencia, léase la “Vida y Trabajos de un Obrero Socialista”, un libro de apenas setenta páginas que escribió Julián Zugazagoitia para definir y describir al otro Pablo Iglesias, al del PSOE (Pablo Iglesias Posse).

Recuerdo a mi padre: cuando se encontraba al hablar en un atolladero de palabras, y no encontraba respuesta a una disyuntiva, profería aquella frase que le eximía de responsabilidad para el futuro: “¡Que sea lo que Dios quiera!”. Esta era la versión divinizada de aquella otra que también solía utilizar: “¡Lo que sea, sonará!”. Pues bien, recurro a aquellas actitudes de mi padre, muy propias de la impotencia que suele adueñarse de nosotros, los humanos, cuando no encontramos respuestas para las preguntas. Vamos al grano. Pablo Iglesias (Turrión, que no Posse) se ha entrevistado con Oriol Junqueras en la cárcel de Lledoners, y al salir sólo se le ocurrió decir : “Nosotros ya hemos hecho nuestro trabajo, ahora le toca al Gobierno moverse y hacer gestos”. Cualquiera que escuche estas palabras pensará que Oriol y Pablo pactaron algo concreto, pero no, porque la respuesta real no la dio ninguno de los dos, la dio Tardá ciñéndose a una sola frase: “No nos sentaremos si el Gobierno no hace un movimiento de categoría sobre los presos”. Ese movimiento consiste en instar a la Fiscalía para que actúe pronto, pero la actuación que reclaman es en realidad que no actúe, en todo caso, que actúe en una única dirección: que deje libres a los presos.

Y yo digo ya lo mismo que solía decir mi padre: “¡que sea lo que Dios quiera!”. Lo cual, teniendo en cuenta que no creo en Dios, es como decir que “lo que sea, sonará”. Pero esto no me impide opinar sobre la gratuita osadía de Pablo Iglesias Turrión de visitar al encarcelado Oriol Junqueras. Podía haberlo hecho a título individual, pero no fue así, porque esperó la oportunidad, justamente unos días después del acuerdo presupuestario de Podemos con el Gobierno del PSOE. Las explicaciones que ha dado el PSOE (“Podemos negocia en nombre de Podemos”), deberían ser suficientes como para descalificar la irresponsable osadía de Pablo Iglesias, pero el osado podemita no acudió a la prisión con ánimo colaborativo, sino que lo hizo para recolocarse en el terreno de juego político, para revalorizar su papel en el futuro. Claro que la visita le ha resultado rana porque ha abandonado la cárcel, al parecer, tal como cuando llegó a ella: los Presupuestos no requieren explicaciones añadidas, y la Fiscalía a la que Tardá y Junqueras reclaman gestos, actúa por su cuenta en los Estados de Derecho europeos.