Mercedes-Benz, cinco claves para entender el conflicto en la mayor empresa vasca

Belén Ferreras

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Todas las miradas están puestas en la planta de Vitoria de Mercedes-Benz y no es para menos. El hecho de que esta empresa tenga viabilidad, vaya bien o mejore sus resultados trasciende a la propia compañía y a sus trabajadores. Como si de un 'efecto mariposa' se tratase, suele decirse que si Mercedes-Benz se constipa, tose toda la industria vasca. Esta influencia sobre el resto de la industria ha convertido el conflicto en Vitoria a raíz de la firma del convenio en una especie de ‘asunto de Estado’ en Euskadi. El anuncio de la posibilidad de que la multinacional se decante por Vitoria para invertir 1.200 millones de euros para volcarse más en los vehículos eléctricos, condicionada, según la dirección de la empresa, a que se firme el convenio, incluyendo nuevas exigencias de flexibilidad para la plantilla, ha dado lugar a todo un revuelo político e institucional, que las jornadas de huelga convocadas por la plantilla -tres ya llevadas a cabo con éxito- no ha hecho más que acrecentar.

El conflicto puede alargarse y hay temor a que la inversión peligre, aunque los sindicatos creen que se trata más que nada de un farol de la empresa para presionar en la negociación y que la multinacional no condicionará la inversión a las condiciones laborales de la plantilla, como señalaba el presidente del comité de empresa, Igor Guevara, en una entrevista a elDiario.es/Euskadi. En un intento de evitar más huelgas -la próxima está convocada para el miércoles día 6- la dirección ha citado a los sindicatos el martes, pese a que se negaba a sentarse en la mesa con huelgas convocadas.

El propio lehendakari Urkullu viajará la semana que viene a Alemania para entrevistarse con directivos de la factoría e intentar amarrar la inversión para Vitoria, que supondría un importante impulso para toda la industria de automoción vasca. Pero no ha sido el único que ha salido a defender la inversión millonaria y pedir a las partes que se sienten a negociar el acuerdo. También lo ha hecho la consejera de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente, Arantxa Tapia, , el portavoz del Gobierno, Bingen Zupiria, el diputado general de Álava, Ramiro González, la patronal alavesa, o Andoni Ortuzar, el presidente del PNV. Todos ellos pidiendo el pacto entre las partes, pero de una forma o de otra instando a los trabajadores a no poner en peligro la inversión con unas huelgas que no suponen la “mejor tarjeta de presentación”. Pero, ¿por qué es tan importante Mercedes-Benz para el ecosistema industrial vasco?

1 - 5.000 empleos directos ;30.000 inducidos

En primer lugar, Mercedes-Benz Vitoria es la empresa más grande, no solo de Álava, sino de todo Euskadi. Supone casi el 5% del Producto Interior Bruto (PIB) vasco. De una forma directa emplea a 5.000 personas -4.500 fijos y el resto eventuales-, pero de manera indirecta son 30.000 los trabajadores que dependen de esta empresa. Esto da una idea del importante efecto tractor que tiene sobre el resto de la industria de automoción y sobre el empleo. Durante los últimos años la planta de Vitoria se ha mantenido en el entorno de los 5.000 trabajadores. Desde 2016 no ha bajado de los 4.900, y el número de eventuales está lógicamente ligado de forma directa con la producción. El récord de producción fue el de 2017, con 150.250 unidades producidas en ese año, y también fue el de récord de plantilla con 5.246 personas.

Mercedes-Benz Vitoria es en estos momentos la segunda planta de furgonetas más grande del mundo del grupo alemán, con capacidad para fabricar 720 furgonetas a día -la Vito y la clase V, en las que se ha especializado- En tres días de huelga, en los que la planta ha estado parada ha dejado de producir 2.160 furgonetas, ya que en estos momentos está trabajando -al margen de los paros- a toda su capacidad. La inversión de 1.200 millones serviría para modificar la planta y prepararla para fabricar nuevos modelos, también eléctricos, y doblaría la capacidad de producción de la factoría. Más capacidad supondría más empleo directo y también inducido.

2 - Efecto tractor sobre la industria y la economía

Alrededor de 600 empresas proveedoras dependen directamente de la actividad de la planta de Mercedes-Benz. Muchas de ellas trabajan prácticamente en exclusiva para la planta alavesa de la multinacional. Si para, ellas también; y si no quedan hundidas, quedan tocadas. Este efecto se vio no hace mucho, el año pasado, en la crisis de los microchips, cuando la planta de Mercedes-Benz en Vitoria tuvo que parar la producción por falta de componentes y arrastró con ella a las empresas de su órbita que también tuvieron que parar la producción.

Y si la actividad de Mercedes-Benz tiene una importancia en el conjunto de la industria de la automoción, este sector, el de componentes de automóviles, es a su vez una pata fundamental del sector sobre el que sigue pivotando en su mayor parte la economía vasca, la industria. Euskadi es una de las comunidades autónomas donde hay una mayor concentración de empresas de automoción. De hecho, según datos del cluster del sector, Acicae, más del 45% del volumen de la industria de componentes de automóvil de todo el Estado corresponde a Euskadi. Sin contar a los 5.000 empleos de Mercedes-Benz, en el sector trabajan 40.000 personas. Una multinacional como Mercedes-Benz en Euskadi es uno de los elementos tractores más importantes, aunque muchas de las empresas de componentes son grandes del sector con plantas y clientes en todo el mundo. Es decir, no dependen solo de ella, aunque es un cliente fundamental para la mayoría de ellas. Además, hay que recordar que la actual planta alavesa de Mercedes-Benz es la heredera de la antigua Industrias del Motor (IMOSA), que arrancó su actividad en 1950 y que contribuyó a crear todo el ecosistema de la automoción vasca.

Por otra parte, Mercedes-Benz se ha comprometido a ser el principal cliente de Basquevolt, la gigafactoría que se levantará en el parque tecnológico de Miñano y que es esencial para el posicionamiento de Euskadi en el mercado del coche eléctrico.

3 - Referente para el resto de las empresas en materia de convenio

El convenio de Mercedes-Benz y las condiciones que fija suponen un referente para el resto de la industria del sector. Las condiciones que tienen los trabajadores superan a las del resto -los propios trabajadores lo reconocen- pero han marcado tendencia en lo que se refiere a introducir flexibilidad en la plantilla, por ejemplo, que después se ha imitado en otros convenios. Por eso, los sindicatos consideran que si ceden en esta empresa y los trabajadores rebajan sus condiciones laborales, será muy difícil impedir recortes en otras con menor fuerza sindical. Lo único que puede mermar la capacidad de fuerza del comité es que no consigan mantener la unidad de acción con la que han llevado a cabo las primeras jornadas de huelga. El próximo miércoles día 6 -coincidiendo con el viaje del lehendakari a Alemania, por cierto- hay convocada otra huelga unitaria, y este lunes se decide en la reunión del comité si la huelga se alarga también el 7 y el 8, salvo que la reunión del martes con la dirección permita desconvocarlas. Entre ELA, LAB, ESK, por un lado, y CCOO y UGT, por otro, hay discrepancias sobre cómo afrontar el conflicto, aunque han pactado un documento de mínimos sobre el que han conseguido parar la fábrica en las tres jornadas de huelga.

4 - Una negociación que se arrastra desde hace año y medio

El convenio de Mercedes-Benz Vitoria se ha puesto ahora de actualidad y apremian las prisas para que se firme un acuerdo, pero la negociación lleva arrastrándose desde hace año y medio sin conseguir avances. Desde el comité recuerdan que en todas las negociaciones de convenio se planteado un “chantaje” en forma de inversiones, de nuevo modelo, … “Hasta ahora no han tenido ningún interés en que se avanzara en el convenio y ahora quieren que aceptemos sin más lo que nos exigen”, señalan. Para la plantilla, acostumbrada ya a la flexibilidad y a la disponibilidad –“el jueves no sabemos si trabajamos el sábado”, dicen- la gota que ha colmado el vaso ha sido la pretensión de la dirección de la empresa de implantar la “sexta noche”, un nuevo turno que consideran “incompatible” con la vida personal y familiar.

5 - Emilio Titos, un director general que marca la negociación

Como en toda negociación, quién se siente a cada lado de la mesa importa y mucho. Según señalaba el presidente del comité Igor Guevara, en esta ocasión, el director general de la planta de Vitoria, Emilio Titos, está controlando más que nunca el proceso de negociación, que en otras ocasiones dejaba más en manos del departamento de Recursos Humanos.

Titos, nacido en Granada en 1955, pero que pasó gran parte de su infancia y juventud en Alemania, dirige la planta de Vitoria desde 2008, aunque antes ya trabajaba en ella como jefe de ingeniería. Bajo su dirección la planta ha conseguido su mayor desarrollo, con récord de producción y posicionamiento clave para el coche eléctrico, pero sus encontronazos con los sindicatos han sido la norma habitual en estos últimos años, que han encontrado en un comité, la mayor parte de las veces dividido, el caldo de cultivo para firmar convenios de eficacia limitada con una parte de los sindicatos.

No es difícil encontrarle en eventos públicos del Gobierno vasco o empresariales. Fue uno de los empresarios que acudieron a la conferencia de Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de la Comunidad de Madrid, sobre fiscalidad en Vitoria, aunque mantiene excelentes relaciones con el Gobierno vasco y el lehendakari Urkullu. Ha invitado a la fábrica también al jefe del Estado. Con 67 años, Titos se jubilará en la planta de Vitoria. Además de su gestión en la empresa, quedará para la posteridad, aunque le pese al directivo, su paso por los juzgados y su condena a un año de prisión y dos de retirada del carné por conducción temeraria. Titos y su hijo condujeron a gran velocidad dos deportivos de la automovilística alemana por un puerto de montaña y, en el camino de regreso a la ciudad, causaron la salida de calzada de un turismo. Quizá en su haber quede también la firma de una inversión de 1.200 millones para modernizar la plata alavesa de Mercedes-Benz

 

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