La Policía Nacional estrena su nueva comisaría en el centro de Vitoria, ya sin el último escudo franquista en Euskadi
El ministro Grande-Marlaska y la alcaldesa Etxebarria, entre otras autoridades, han inaugurado el recinto con desfile policial e himno pero sin mención alguna a la desaparición del vestigio franquista
El ministro Fernando Grande-Marlaska, pasando revista a las unidades de la Policía Nacional, en Vitoria L. RICO / EUROPA PRESS
El ministro del Interior, el vasco socialista Fernando Grande-Marlaska, ha inaugurado este jueves la reformada comisaría de la Policía Nacional en el centro de Vitoria. Ha costado 12,3 millones de euros, alrededor de un 10% más de lo previsto por los problemas estructurales de una manzana administrativa levantada en el franquismo con estilo neoherreriano y normativas de seguridad poco draconianas. La gran aportación al paisaje urbano del nuevo recinto policial es que se ha eliminado de su torreón, de 42 metros, el último gran escudo franquista que se mantenía en una calle vasca casi medio siglo después de la muerte del dictador. Pero nadie de los presentes, ni la alcaldesa de Vitoria, la también socialista Maider Etxebarria, ni la responsable de la sociedad pública estatal que gestiona comisarías y prisiones, Sofía Hernanz, ni el propio ministro lo ha mencionado.
La comisaría es el ala este de un edificio estatal más amplio inaugurado en 1953 sobre los restos del antiguo convento de San Francisco, derribado un par de décadas antes y del que apenas quedan huellas. En el ala oeste, gemela a la oriental, está la Subdelegación del Gobierno de España. En el cuerpo central se repartían la Agencia Tributaria -con escasas competencias en Álava, con Hacienda foral propia- y la vieja comisaría, básicamente referencia para la expedición de DNI y pasaportes.
Descubrimiento de la placa L. RICO / EUROPA PRESS
El ala este, por el contrario, llevaba tres décadas abandonada. Era el antiguo palacio de Justicia, pero en 1995 el Gobierno vasco, tras recibir la transferencia, levantó un moderno edificio acristalado en otra zona de la ciudad. Aunque en el otro torreón, el de la Subdelegación, el escudo se cambió hace tiempo por el actual constitucional de España, durante décadas y décadas pervivió un vestigio de la dictadura. Esta manzana neoherreriana no es muy diferente de otras veinte repartidas por España en la dictadura para dotar a las provincias de edficios de servicios con “la nueva planta de Franco”.
Hace 72 años, fue el propio dictador -con su esposa, Carmen Polo, y ministros de su Gobierno- quien inauguró el recinto con una parada militar y “chistularis”. Había banderas de España, de la Falange -el partido único que en 2025 ha vuelto a cobrar protagonismo en Vitoria por su acto del 12 de octubre- y del Vaticano, ya que la ciudad también se dotó en esa época de una segunda catedral. Ahora, la reinauguración de 2025 ha tenido una parada policial y la sonorización la ha puesto la banda de música del propio cuerpo, que ha entonado una brevísima versión del himno de España grabada con sus móviles por algunos vecinos que se han asomado a la ventana de sus viviendas, ya que el acceso a la calle estaba cerrado a peatones.
Víctor Gutiérrez, intendente de la Ertzaintza en Vitoria, saludando al ministro L. RICO / EUROPA PRESS
Recibido por la alcaldesa Etxebarria, por la delegada y subdelegada del Gobierno en Euskadi, Marisol Garmendia y Mar Dabán, por altos mandos de la Policía Nacional y por otras autoridades, el ministro ha recibido el bastón de mano de la comisaría, custodiado con mimo por una agente en una caja, se ha subido en un pedestal aterciopelado y ha pasado después revista a la 'tropa'. Eran seis unidades puestas en fila, las UIP (antidisturbios), el GOES (intervención), caninos, TEDAX (artificieros), fronteras y efectivos de la comisaría de Vitoria. Todos llevaban sus pendones y uniformes diferenciados. Uno de los guías caninos estaba acompañado por un perro-policía. En la calle había algunos vehículos, tanto 'lecheras' como coches-patrulla, todos ellos con matrícula CNP.
Este tipo de actos eran excepcionalísimos en Euskadi hasta hace bien pocos años por el terrorismo de ETA. Sin embargo, en los últimos años se han hecho más frecuentes las exhibiciones de las Fuerzas de Seguridad del Estado en las calles, también de la Guardia Civil. De hecho, la alcaldesa de Vitoria desde 2023 ha promovido incluso un acto de homenaje por el “bicentenario” de la Policía Nacional, un cuerpo de 1986 pero que ha asumido la historia de otras agencias anteriores, incluida la Policía Armada de la dictadura. Las banderolas de los 200 años han vuelto a lucir este jueves en la inauguración.
Visita al laboratorio de la comisaría L. RICO / EUROPA PRESS
La Policía Nacional, en Euskadi, tiene unos 1.350 efectivos, 250 de ellos destinados en el nuevo centro de Vitoria. La ciudad mantiene otro centro policial, el de Betoño, donde se mantendrá el parque móvil, una “galería de tiro virtual” y servicios de asilo y menores extranjeros. Eso sí, la atención ciudadana (DNI y pasaportes) regresa a Olaguíbel, al centro de la capital. Este cuerpo tiene funciones limitadas en Euskadi, básicamente la expedición de documentación, control de fronteras y extranjería, algunas labores de escolta y custodia y, sobre todo, actuaciones en delitos de ámbito superior al autonómico, como el narcotráfico, la trata, la lucha contra el terrorismo y otras actuaciones bajo mandato judicial.
Efectivos uniformados del Ejército de Tierra, de la Guardia Civil, de la Ertzaintza y del cuerpo de Miñones, la Policía foral de Álava, con diferencia más antigua que todos los demás, han acompañado a la Policía Nacional, representada por su director general, Francisco Pardo, su mano derecha, el DAO, el jefe en Euskadi, Jesús Herranz, y la comisaria de Vitoria, Teresa Herráez. La inauguración, después del himno y la revista, ha seguido con el descubrimiento de una placa -solamente en castellano-, con los discursos de las autoridades acompañados de una bandera de España y del propio cuerpo, de una visita guiada y de un “vino de honor”.
El ministro Grande-Marlaska ha destacado el “gran trabajo” de las Fuerzas de Seguridad del Estado en Euskadi pero también ha puesto en valor la “coordinación” con la Ertzaintza. Ha dicho de la Policía Nacional que “contribuye a que Euskadi sea más segura” y que las nuevas instalaciones facilitarán ese objetivo. Ha recordado a los 188 agentes víctimas del terrorismo, a tres asesinados por ETA en tal fecha como la de la inauguración y también que “banalizar” concetos como “kale borroka” para calificar otros incidentes urbanos no es algo oportuno. También ha puesto en valor el trabajo del Memorial de Vitoria, un edificio muy próximo a la comisaría y que, de hecho, también ha sido visitado por Grande-Marlaska para conocer su nueva exposición sobre los GRAPO.
La responsable de la entidad SIEPSE ha descrito en detalle las instalaciones, desde su superficie útil -casi 6.200 metros cuadrados- hasta el “máximo confort” que ofrecerán a funcionarios y ciudadanía. Etxebarria, de su lado, se ha aventurado con que es una de las “mejores comisarías” de España. Es “moderna” y “accesible” y dará “vida” al centro de la ciudad. Ha sido para ello una jornada “preciosa” y ha agradecido al Gobierno de su partido su “clara apuesta” por invertir en la capital de Euskadi.
La reforma, que implicó destruir el escudo franquista, ha sido más compleja de lo previsto. Se analizó la estabilidad de la estructura, por ejemplo, y se descubrió que era de poco más de la quinta parte de lo que ahora exige la ley. Ese parámetro se mide en megapascales. Las columnas dieron 6 y la norma pide un mínimo de 25. El edificio nuevo ha tratado de respetar los elementos patrimoniales de mediados del siglo XX, aunque su construcción comportó borrar un templo católico histórico a salvo de algunas muy reducidas estructuras que se preservan, escondidas tras esta manzana gubernamental.
El jefe de Miñones, la Policía foral de Álava, saludando a los mandos de la Policía Nacional L. RICO / EUROPA PRESS
Es más, cuando se arreglaron los sótanos de la comisaría, la constructora VIAS se hizo acompañar de arqueólogos forales por ser un espacio de presunción arqueológica. Los antiguos calabozos coincidían sobre plano con una capilla del convento, por ejemplo. Pero la sorpresa fue que no hallaron nada de nada. Estaba completamente “limpio”. Las obras, según las fuentes consultadas, han tenido un sobrecoste de alrededor del 10%.
Lo que no ha acabado con la reforma es la leyenda de Andresito. Se trata de un supuesto niño fantasma que habita en ese complejo y que ha motivado incluso programas especiales de los expertos de otros milenios. Quienes han trabajado en las obras recalcan que no ha habido rastro del niño pero confirman que, cuando accedieron al tercer y último piso de los abandonados juzgados, encontraron las viviendas antiguas de autoridades también de otro milenio. En una de las estancias aparecieron los juguetes de un niño que vivió allí.
elDiario.es/Euskadi
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