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El Gobierno inicia los trabajos para “destruir completamente” el último gran escudo franquista visible en las calles de Vitoria

Vista del escudo franquista del centro de Vitoria, esta semana

Iker Rioja Andueza

Vitoria —

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El Gobierno de España, a través de la Subdelegación en Álava, ha iniciado al fin este viernes el proceso para “destruir completamente” el escudo franquista que casi cincuenta años después de la muerte del dictador Francisco Franco seguía presidiendo una de las dos torretas del complejo institucional de la calle de Olaguíbel, en pleno centro de Vitoria. Es una decisión muy simbólica ya que es el último gran icono franquista que perduraba visible en las calles de Euskadi, si bien no es el único vestigio del anterior régimen ya que, entre otros, hay otro escudo idéntico tapado en la catedral nueva de Vitoria, la de María Inmaculada, la ciudad mantiene una calle al alcalde José Lejarreta, y pervive una cruz en la cumbre del Morkaiko, entre Eibar y Elgoibar, en memoria de un miembro de la familia Borbón que murió combatiendo del lado sublevado en la misma cuna de la II República. Estará retirado completamente para el miércoles, según coinciden fuentes oficiales y de la empresa encargada de los trabajos, que es VIAS.

La manzana del Estado en la calle de Olaguíbel fue inaugurada en 1953. Los edificios se levantaron sobre los restos del antiguo convento de San Francisco, derribado un par de décadas antes y del que apenas quedan algunas huellas. Formaba parte de un paquete de 21 nuevos complejos de la misma factura repartidos por toda España, un estilo que se vino en llamar “la nueva planta de Franco” o, más técnicamente, “neoherreriano”. El propio dictador -con su esposa, Carmen Polo, y ministros de su Gobierno- participó en la inauguración, que incluyó una parada militar, “chistularis” y loas al partido parafascista, la Falange. La ciudad, que se echó a la calle, se engalanó con banderas de España, de la Falange y del Vaticano, ya que la visita incluyó también una parada en la nueva catedral, donde se emplaza el otro emblema.

El complejo tiene dos torretas. En la ubicada en el oeste luce desde hace años el actual escudo constitucional de España. Es el ala donde están las oficinas de la Subdelegación del Gobierno. En la parte central ha habido una delegación de la Agencia Tributaria -con mínimas competencias porque existe una Hacienda foral propia en Álava- y la comisaría de la Policía Nacional, incluida la ventanilla de expedición de los DNI y los pasaportes. Era en la torreta del este donde se había mantenido el escudo. Era el Palacio de Justicia pero se abandonó hace tres décadas al quedar inaugurado el edificio moderno de la Avenida de Gasteiz, la antigua Avenida del Generalísimo, precisamente. El escudo franquista ha sobrevivido a la regulación de los escudos de 1981, a la ley de memoria histórica de 2007, a la reforma de 2022 y a la normativa autonómica sobre la materia, que sin excepciones preveían la retirada de este tipo de simbología. Claramente, ha pasado más años en democracia que en dictadura.

El final para este escudo llega por unas obras de reforma acometidas por el Gobierno para reutilizar los juzgados abandonados y mejorar las instalaciones de la Policía Nacional. El Ejecutivo ya la prometió en 2022, luego lo pospuso para 2023, ofreció julio de 2024 como alternativa y no ha sido hasta septiembre cuando ha iniciado el proceso. Los andamios ya tapan toda la fachada. Técnicamente, no es una operación sencilla. Un operario de la contratista indica que “está bien amarrada” la pieza e ironiza que “antes las cosas se hacían bien, para que duraran toda la vida”. Desde la Subdelegación confirman que el proceso durará varios días y se estima que el miércoles habrá desaparecido el emblema, que no será sustituido por otro escudo constitucional de España en principio. Lo retirado tampoco será conservado y será “destruido completamente”, según estas fuentes.

En el bar más próximo al lugar, una persona confesaba que se había enterado de que allí había un importante vestigio de la dictadura en los últimos días por las noticias de que se iba a retirar. El dueño del local sí era consciente y se felicita de que vaya a desaparecer. “Ese trauma y déficit de memoria que hemos soportado durante muchas décadas de democracia tienen que solventarse no solamente con la depuración de los vestigios franquistas sino con placas que contextualicen lo ocurrido. Estamos persuadidos de que hay que incorporar principios y valores democráticos que todavía están por restaurar, entre otros el reconocimiento a todas las personas y entidades que lucharon por la libertad”, explican desde el Ateneo Republicano de Vitoria, que fue la primera ciudad cuyas instituciones fueron conquistadas por los franquistas en España tras el golpe de Estado del 18 de julio de 1936.

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