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La ermita de la Virgen del Ara: la “Capilla Sixtina” extremeña, un tesoro oculto entre olivares

Bóveda de la Ermita de la Virgen del Ara

Inmaculada Franco

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La localidad pacense de Fuente del Arco, a tres kilómetros de la provincia de Sevilla y en el sur de Extremadura, tiene un tesoro que pocas personas conocen, aunque cada día son más los que acuden a este pequeño municipio, que no llega a los 700 habitantes, para conocer su particular “Capilla Sixtina”. Una construcción de mediados del siglo XIV, de estilo mudéjar y austero en su exterior, que hipnotiza al visitante nada más entrar, al ver la impresionante riqueza cromática que decora su interior.

Un interior espectacular que llenan de frescos su bóveda, el altar, el zócalo y el bajo coro. En concreto, la bóveda alberga 26 cuadros que representan el Génesis y el Antiguo Testamento; en el Altar se representa el Nuevo Testamento, y también, en una parte en el bajo coro, que son las pinturas más recientes, del siglo XIX, se representa la recreación terrenal del mundo. La imagen de una misma mujer, en diferentes escenas, hace referencia a los puntos cardinales y a los signos del zodíaco.

Los frescos más antiguos, que son los que aparecen en el zócalo, datan del siglo XV, y representan el Viacrucis, además de variados motivos florales. Posteriores fueron las pinturas de la bóveda y del altar, de los siglos XVI y XVII, para finalizar con las del bajo coro.

Se cree que las pinturas de esta particular “Capilla Sixtina” comenzaron a hacerse cuando se instaló en ella la Orden de Santiago, con el objetivo de catequizar, de adoctrinar a los fieles a través de las imágenes, ha señalado a este diario la informadora turística, María del Ara Calero.

Se desconoce quiénes fueron los autores de los frescos, aunque sí se ha podido determinar que fueron realizados por seis personas diferentes, ya que, en las obras de rehabilitación se pudieron reconocer seis tipos de estilos o trazos diferentes.

Hubo un tiempo en el que se pensó que podrían pertenecer a la Escuela de Francisco de Zurbarán, ya que había una escuela en la cercana localidad de Llerena, aunque esa teoría se desechó, ya que, la riqueza cromática de la ermita no concordaba con la pintura de Zurbarán y sus discípulos. La teoría que más abunda en estos momentos, por el estilo de los frescos, es que sus autores pudieran haber pertenecido a una escuela cordobesa.

Al igual que se cree que la Orden de Santiago intentó evangelizar a través de las imágenes, también se considera que esta orden religiosa creó una leyenda en torno a la ermita para atraer a más fieles. Según esta leyenda, la mandaría construir un rey musulmán ciego llamado Jayón, después de que la Virgen del Ara, le devolviera la vista.

Cuenta la leyenda que mientras Erminda, la hija del rey, bebía de un manantial, se le apareció una mujer vestida de blanco que le dijo ser la virgen, y que la pequeña, para ver si ello era cierto le pidió que le devolviera la vista a su padre y así convencerse.

Continua la leyenda que la virgen le pidió a cambio que construyera una ermita en ese lugar. Pero el rey decidió construirla tierras más arriba y cada día que salía el sol aparecía derruido lo poco que habían construido. El rey asustado intentó huir del lugar cruzando un pequeño arroyo, pero las aguas crecieron impidiéndole continuar. En ese momento, se le volvió a aparecer la virgen pidiéndole que levantara la ermita justo en el lugar donde se apareció por primera vez.

 El rey, finalmente, decidió construir la ermita justo donde la leyenda dice que la virgen le indicó, que sería donde hoy se encuentra la pequeña Capilla Sixtina de Extremadura, que tiene unas medidas de 10 por 20 varas castellanas, o lo que es lo mismo, 140 metros cuadrados, frente a los 640 que tiene la original que se encuentra en el Palacio del Vaticano.

Pequeña, pero espectacular, tanto que ha sido reconocida como Bien de Interés Cultural y que ya recibe del orden de 30.000 visitas al año, fundamentalmente de Extremadura, Madrid y Andalucía, pero también de Inglaterra, Francia y Holanda, entre otros.

En el lugar donde, inicialmente, el rey quiso construir la ermita se encuentra hoy la cruz de la Orden de Santiago.

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