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Cuando el amor lo puede todo...incluso el fin del último bastión templario

Festival Templario de Jerez / www.jerezcaballeros.es

Crisdtina Sánchez EFE

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Un siglo se mantuvo la presencia de los templarios en Jerez de los Caballeros (Badajoz); nadie se atrevía a poner fin al dominio de la Orden en estas tierras y solo se conseguiría por el amor de una mujer, a cuyo capricho se atribuye el fin del último bastión templario en la península. María de Portugal y su matrimonio con Alfonso XI, es el episodio clave para entender por qué se produce el trágico desenlace de los templarios en la entonces conocida como Villa de Xerez, localidad que estos días revive en un festival su pasado templario. Corría el año 1229 ó 1230 cuando el rey Alfonso IX de León, en sus expediciones durante la reconquista, llegó hasta Jerez acompañado de los templarios, que servían a la cristiandad, como explica a Efe el cronista oficial de la localidad, Feliciano Correa. Cuando el Rey se marcha, los caballeros templarios se quedan en la fortaleza jerezana y engrandecen el cerco amurallado, con la ampliación de las almenas, para “defender por este flanco sur las posesiones cristianas”.

La extensa encomienda Su riqueza y poder territorial era tal que llegaron a convertirse en “la encomienda más importante y extensa de la Orden en la Corona de Castilla”, con una extensión tremenda, aproximadamente como el territorio que hoy ocupa “la provincia de Vizcaya”. Jerez era tan fuerte, relata Correa, que nadie se atrevía a emprenderla contra los templarios jerezanos ni siquiera después de que el papa Clemente V “suspendiera” la Orden del Temple en 1312 presionado por Felipe IV de Francia. Solo le fueron dando “una serie de mordiscos por Alconchel y Fregenal para ir achicando la gran encomienda” pero su dominio era incontestable, entre otras razones, porque también tenían “muy buenas alianzas con el reino de Portugal”. De este modo, los templarios persisten en Xerez aunque “ya no usan las armas contra nadie”. Todo parecía bajo control hasta que -detalla Correa- el rey Alfonso XI de Castilla inició conversaciones para unirse en matrimonio con María de Portugal, hija primogénita de los reyes de Portugal, Alfonso IV el Bravo y Beatriz de Castilla. El monarca castellano se encontraba en Sevilla con lo que invitó a María de Portugal a tener una entrevista en Xerez. Ésta quedo prendada del castillo templario y el inmenso territorio que lo rodeaba, lleno de encinas.

Un castillo de bodas Así, María en aquella “modorra amorosa” con el Rey, le pide que le done el castillo, como dote de boda, pero para ello era precisar expulsar del mismo a los legendarios caballeros templarios. Como su pretendida quería la fortaleza “limpia de polvo y paja” y desalojada de cualquier otro poder“, Alfonso XI de Castilla se ve en la necesidad de arremeter contra los templarios y se inicia así un conflicto con un trágico desenlace para los caballeros de la Orden. Estos, según cuenta la tradición, fueron decapitados en una torre que después sería conocida como la Torre Sangrienta en honor a este cruento episodio, si bien ”algunos se escapan a Portugal“ para unirse a la Orden de Cristo, con muchas similitudes a la suya. Y a este motivo se debió el fatal desenlace del último bastión de la orden en la península: ”al desalojo por la fuerza debido a un romance entre el rey Alfonso XI y María de Portugal“. No obstante, el Castillo de Jerez de los Caballeros retornaría finalmente al territorio de la Corona de Castilla gracias a las conversaciones del Rey con su suegro. La Torre Sangrienta, en la que ondea la bandera templaria, es símbolo de la resistencia de los caballeros de la Orden y una de las construcciones emblemáticas que se asocian a la presencia del Temple en Jerez. En este lugar, según Correa, templarios de Alemania, Portugal y, sobre todo, de Francia han rezado por los mártires de la Orden en su visita a la localidad dentro de los congresos internacionales que el historiador jerezano organiza desde el año 2002. Pero hay otras construcciones emblema de la presencia de los templarios en Jerez como la construcción sobre una antigua mezquita de la Iglesia de Santa María y el Convento de Nuestra Señora de Gracia, donde investigadores hallaron, mediante la aplicación de carbono 14 y otros procedimientos, huesos del siglo XIII o XIV. Según el cronista, este era como un ”lugar de reunión“ pues la Virgen de Gracia es una de las advocaciones marianas que estaban más arraigadas en el culto de los templarios, como también lo era la Vera Cruz, que da nombre a la ermita situada en el centro del municipio.

 

 

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