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Mérida, a la comba de un Estatuto

Museo Nacional de Arte Romano

Antonio Vélez Sánchez, SIEx

Ilustrísimos diputados de la Asamblea de Extremadura:

Ante la inminente aprobación, en la Asamblea Legislativa territorial, de un Estatuto de Capitalidad para Mérida, debo expresarles mi absoluta disconformidad con que dicho Estatuto tenga un carácter puramente monetarista, por encima de los derechos que asisten a esta Ciudad, derivados de la Constitución y Ley Orgánica de las Cortes Generales de España, que fijan un nuevo marco territorial – el Estado de las Autonomías – superando el viejo modelo provincial, del primer tercio del siglo XIX. Es por ello que los derechos de Mérida, consustánciales con su protagonismo geopolítico de Capital, deben ser recogidos en dicho Estatuto y señalados correctamente por sus Señorías, por encima de luchas aldeanas trasnochadas y con altura de miras hacia la notoriedad que debe desempeñar, funcionalmente, esta Ciudad, como emblema de Extremadura y para el beneficio de los ciudadanos. Esa y no otra es la cuestión que sus Señorías deben garantizar con su iniciativa.

Es por ello que, siendo el hecho Universitario un elemento consustancial con las Capitales de toda España, tan del tenor como hace un siglo lo eran los Institutos de Bachillerato, no parece justificable, ante el mundo exterior, que la cabeza de Extremadura este constreñida a dotaciones anteriores a la aprobación de nuestro Estatuto de Autonomía. ¿Como explicar, salvo premeditada intencionalidad lesiva, que se condene a la Ciudad a un rol de insuficiencia, en la oferta de servicios educativos que resultan normales para otras Capitales? De hecho, Mérida tiene un Campo Universitario de la Universidad de Extremadura, aunque estratificado, desde su origen, en tres o cuatro titulaciones de rango menor. Amplíense, pues, las ofertas con entidad bastante y con el respeto obligado a los otros Centros. Es lo justo, transcurrido ya tanto tiempo, a pesar de que no falten quienes pretendan, a estas alturas, envenenar la cuestión, lejos de la compostura intelectual exigible. Así es que, para solventarlo, a ustedes les corresponde graduar, racionalmente, la solución que dignifique la funcionalidad global de la Capital de Extremadura. Es su obligación histórica, al tiempo de rechazar exigencias monetaristas, por inexplicables, e injustas de todo punto, para el resto de los extremeños.

La otra cuestión, obligada a la consideración de sus Señorías, respecto de Mérida, en su pretendido Estatuto, es la Arqueología, cuestión que ya resulta dramática y a la que las autoridades no prestan la menor atención. Me explico: Mérida es el foco de la Cultura Romana más importante de España. Seguro que también de Europa, después de Roma. Es “el único lugar del mundo donde aun se puede ver, dos mil años después, el funcionamiento completo de una Ciudad romana”. Y no lo dice quien se dirige a Ustedes, sino el Comisionado de ICOMOS que concluyó el dictamen para que la UNESCO incluyera a Mérida en el Listado del Patrimonio de la Humanidad. Si este espacio urbano y su territorio se pusieran en valor, sobre la oferta existente, Mérida y Extremadura obtendrían ventajas de este legado, generando miles de empleos de calidad, directos o derivados de un turismo sostenible e inagotable, como es el cultural. Mérida tiene en un ratio de tres horas al veinte por ciento de la población peninsular, incluyendo Lisboa. Eso, de entrada, porque, si se mejoran las comunicaciones, Europa está ahí. Y mas visitantes, puesto que ninguna Ciudad de España, puede competir con la singularidad Monumental de Emérita y su lección de Roma. Aunque existe un problema: El potencial de Mérida, lo que hay que poner en valor, está en el subsuelo, aprisionado por el viejo caserío o sellado con el hormigón, inclemente y destructivo, de aquellos años tristes del “desarrollismo”. Por tanto, para recuperar el legado que hizo exclamar a Larra que “Mérida es un niño dormido, en los brazos de un gigante”, hay que excavar, con muchísima mano de obra. Es la Arqueología, ese Arte, esa Ciencia, de la sorpresa. La que afloró Troya. O esta Emérita, de la mano de José Ramón Mélida y tantos otros.

¿Y que conexión puede tener esto con un Estatuto de Capitalidad? Muy sencillo, si entendemos que para excavar hay que comprar edificios o solares. Y si Mérida sigue un ritmo de crecimiento, propio de su papel capitalino, los valores van a crecer, las plusvalías de solares y edificios, en el centro urbano, van a ser inevitables. Y el rescate será imposible. De hecho no se expropia nada, para estos fines, desde hace más de veinte años. El legado Histórico/Arqueológico se degrada hasta extremos vergonzosos. Se construye encima o se mezcla con usos vetados o degradantes. Esta es la cuestión por la que se debe velar desde esa Cámara Legislativa. Curiosamente fue Mérida quien articuló el montante económico para inversiones, derivado de las transferencias en Patrimonio Histórico Artístico y Monumental. Fue la consecuencia de las grandes inversiones, en expropiaciones, rehabilitaciones, la recuperación de la cabecera del Hipódromo Romano o el propio Museo Nacional de Arte Romano, que no se construyó con ese titulo, sino como “cobertura de un yacimiento romano”. Fondos, por ello, de carácter arqueológicos.

Hoy el Conjunto Histórico-Arqueológico, única declaración de ese tenor, por Decreto, en toda España, malvive en una gestión deplorable, dirigido por la penuria insolvente de un Consorcio plegado a los intereses del poder de turno. Esa es la situación que se agravará, si sus Señorías no toman carta de decisión en tan delicada cuestión, primordial en la generación masiva de Empleo y estimulo para abrir Extremadura al Turismo. Masivamente, desde la puerta que debe propiciar Mérida. Ahí es donde han de legislar, justificando desde la palanca de un Estatuto de Capitalidad los resortes de una industria sostenible y de elevado nivel de Empleo como son la Arqueología y el Turismo. Esa es la asignatura que deben ustedes aprobar para el Estatuto de Capitalidad de Mérida. Para blindar un legado, transferido por el Estado, con las obligaciones inherentes a su dotación presupuestaria de origen. Y que no se están cumpliendo. Pueden constatarlo con la documentación anexa que registraré, a su consideración, en Sede Parlamentaria. Es en este empeño, por tanto, donde deben estar los recursos, antes de que sea demasiado tarde.

Por lo expuesto, dos deberían ser, en la opinión general, los puntos de interés a concretar en el Estatuto de Capitalidad, para Mérida, que sus Señorías tramitan. Uno, el inherente a la ampliación generosa de las titulaciones Universitarias en el Campus de la Ciudad. El otro, la salvaguarda del legado Arqueológico que duerme en el subsuelo, encorsetado, de la bimilenaria Emérita Augusta. Si tienen el generoso acierto de lograrlo, se inscribirían, orlados, en el frontispicio más solemne de esta Noble y Leal Ciudad. No renuncien a ese honor. Es su momento.

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