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Feijóo inaugura con cuatro años de retraso una autovía cuya primera fase inició siendo conselleiro de Fraga

Feijóo en la inauguración de la Autovía do Morrazo

David Reinero

El 9 de mayo de 2003, cuatro meses después de ser nombrado por Manuel Fraga Conselleiro de Política Territorial en la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo colocaba la primera piedra de las obras del Corredor de O Morrazo, una vía rápida de un carril por sentido que facilitaba la comunicación con esa península situada frente a Vigo. En aquel acto Feijóo anunciaba que aquella era la “primera fase” de la futura conversión del corredor en autovía con dos carriles por sentido. Este viernes, 14 años después de finalizarse aquella obra, y ahora como presidente de la Xunta, Feijóo inauguró la prometida duplicación en autovía de 11 kilómetros de aquel corredor previo, una actuación que su primer Gobierno autonómico anunció en 2010 que estaría en 2015 pero que se ha demorado cuatro años más por su incorrecta planificación.

Los 8 años ahora empleados para desdoblar en autovía 11 kilómetros del Corredor do Morrazo vienen a batir el récord de los mismos 8 años que le llevó a la Xunta construir 27 kilómetros de la Autovía de la Costa da Morte, prometida tras el hundimiento del Prestige pero no inaugurada hasta 2016 tras un historial similar de errores en su planificación.

Aquella primera piedra que el conselleiro Feijóo colocó en las obras del Corredor do Morrazo en 2003 fue la concreción de un trabajo previo de planificación de la infraestructura por parte de su antecesor, Xosé Cuiña, histórico delfín de Fraga, que a pesar de diseñar inicialmente una vía de un carril por sentido dejó ya expropiados buena parte de los terrenos necesarios para una futura ampliación a autovía. El corredor inicial ya no sería inaugurado por Feijóo como conselleiro sino por el posterior bipartito de PSdeG y BNG pocos meses después de llegar a la Xunta en 2005. Apenas cinco años más tarde, en 2010, con el PP de nuevo en el Gobierno gallego, varios accidentes con 8 muertos y un tráfico cada vez más elevado evidenciaron que el corredor quedaba obsoleto y llevaron a tomar la decisión de su desdoblamiento en autovía.

La obra de la autovía, que ha avanzado a golpe de elecciones, fue licitada por primera vez a comienzos de 2011, poco antes de los comicios municipales de aquel año, con un plazo de ejecución máximo de 40 meses que debía tenerla finalizada antes de 2015. En plena crisis la Xunta argumentó que no tenía dinero propio para asumir los 87 millones de euros de la obra y diseñó aquel concurso como una colaboración público-privada en la que incluyó también el mantenimiento del resto de carreteras autonómicas de la comarca de O Morrazo por 364 millones a pagar durante 25 años. Sin embargo, aquel concurso apenas suscitó interés en el sector y sólo se presentó una oferta, liderada por la después quebrada Isolux Corsan, que la Xunta consideró irrealizable y la llevó a, una vez superadas las elecciones generales de noviembre de 2011, anular el proceso admitiendo que aquel modelo había sido equivocado.

Durante el tiempo que duró aquel después frustrado concurso l a oposición afeó al Gobierno gallego que tres de los seis miembros de la mesa de contratación estuvie se n imputados en el caso Campeón de tráfico de influencias. Aquello llegaba después de que, durante el bipartito de PSdeG y BNG , una situación similar de la mesa de contratación de la Autovía d o Barbanza lleva se al propio Feijóo a pedir la dimisión de la entonces conselleira socialista María José Caride. En los dos casos las imputaciones acabaron archivadas.

Durante los siguientes tres años poco más se supo de la prometida Autovía do Morrazo. Hasta que el 13 de abril de 2015, un mes antes de las nuevas elecciones municipales del 24 de mayo de aquel año, la Xunta anunció en el Diario Oficial de Galicia (DOG) la nueva licitación de la construcción del primero de los tres tramos en que decidió fragmentar la obra para acometerla ahora más lentamente con fondos propios y ya no con colaboración público-privada. Del mismo modo, el segundo tramo lo licitó en el DOG el 16 de diciembre de 2015, cuatro días antes de las elecciones generales del 20 de diciembre de aquel año.

Ese inicio definitivo de las obras no supuso que estas avanzasen sin interrupción. El Gobierno gallego prometió que los trabajos de desdoblamiento serían compatibles con la circulación de vehículos por el corredor en una comarca sin apenas carreteras alternativas. Pero no fue así. La Xunta no tuvo en cuenta en su proyecto ni la afección de las obras a los restos arqueológicos de un castro, que se vio obligada a proteger mejor con un túnel no previsto inicialmente, ni la inestabilidad de un talud, actuaciones que llevaron al Gobierno gallego a sucesivos cortes de la circulación.

El primero de esos cortes de tráfico que incumplían la promesa de la Xunta no sería comunicado de manera pública hasta el 28 de octubre de 2016, un mes después de las elecciones autonómicas del 25 de septiembre de ese año. El corte más importante, que facilitó los trabajos de las constructoras y que estas pudiesen cumplir los nuevos plazos comprometidos, se prolongó más de medio año, entre finales de 2017 y mediados de 2018, cuando Feijóo inauguró los dos primeros tramos de la autovía, unos 7,3 kilómetros.

Ahora, un año más tarde, Feijóo vuelve a una nueva inauguración en la Autovía do Morrazo, la de los siguientes 4 kilómetros, que han costado 18 millones de euros para elevar el total de la obra a 56 millones. “Cumplimos con la palabra dada y hoy la Autovía do Morrazo es una realidad”, llegó a decir el presidente este pese a los incumplimientos de la Xunta.

Los ocho años pasados entre la primera licitación de la obra y el final de los trabajos en los 11 kilómetros de la Autovía do Morrazo acaban de suponer un nuevo récord de lentitud de una obra de la Xunta tras los mismos ocho años que también le llevó finalizar en 2016 los 27 kilómetros de la Autovía de la Costa da Morte tras su primera licitación en 2008. Esa infraestructura había sido prometida tras el hundimiento del Prestige en 2002 y licitada tres veces tras sucesivos fracasos de los dos primeros concursos. Finalmente la vía, que iba a tener 42 kilómetros, fue recortada a 27 por la incapacidad de la concesionaria para acometer toda la obra. Unos trabajos que costaron unos 200 millones de euros pero por los que la Xunta tendrá que pagar unos 600 millones a lo largo de los próximos 20 años por el modelo de colaboración público-privada elegido para ella.

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