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Quejas del sector mientras los barcos buscan alternativas en otras aguas en el arranque del veto a la pesca de fondo

Fotografía de archivo de barcos en el puerto de Celeiro, en Lugo.

Beatriz Muñoz

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El veto que prohíbe a la flota pescar con artes de fondo en aguas profundas para proteger 87 áreas marinas vulnerables entró en vigor el domingo. Lo hizo con quejas del sector, dudas sobre la localización exacta de las áreas vetadas y con una concentración de los barcos en las zonas que se mantienen abiertas. Las organizaciones pesqueras aseguran que las consecuencias en volumen de capturas y, por tanto, en materia económica se empezarán a percibir en cuestión de días. Las embarcaciones que estaban en el mar el domingo son las que se alejan de sus puertos de origen y van a caladeros como el de Gran Sol en mareas que duran 10 ó 15 días, de modo que hay que esperar a su regreso. La pesca de proximidad, por su parte, descansa el fin de semana.

El reglamento europeo, aprobado el 15 de septiembre con el objetivo de proteger el entorno marino, ha recibido un aluvión de críticas del sector de la pesca y del ámbito político: todas las comunidades autónomas afectadas han manifestado su rechazo y el Gobierno central ha anunciado que lo va a recurrir ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. A la espera de una posible revisión de las zonas prohibidas en noviembre, el primer efecto práctico del veto ha sido que las embarcaciones, antes más dispersas en los caladeros, se han congregado en las zonas a las que no afecta el veto. Son aquellas fuera de las consideradas delicadas desde el punto de vista ecológico y las que, dentro de estas áreas vulnerables, no llegan a los 400 metros de profundidad. “Esto -más barcos en el mismo espacio- puede provocar conflicto”, señala el presidente de la Confederación Nacional de Cofradías de Pescadores, Basilio Otero.

El presidente de la Alianza Europea de Pesca de Fondo (EBFA, por las siglas en inglés), Iván López, destaca que esa cercanía entre embarcaciones “tiene derivadas en seguridad y comodidad en el trabajo” porque pescar en las inmediaciones de otro buque “es una situación tensa”. Ante la previsión de que se darían este tipo de situaciones, indica que algunos barcos han dedicido retrasar su salida prevista para esperar a que otros estén ya de regreso y evitar coincidir en los mismos caladeros. Javier Touza, máximo responsable de la Cooperativa de Armadores de Pesca del Puerto de Vigo (ARVI), explica que los palangreros, que considera que son los más afectados porque suelen trabajar en zonas que superan los 400 metros de profundidad, tienen que buscar otras aguas en las que ya hay arrastreros y “coexistir”: “Es muy difícil manejar palangres cuando hay al lado arrastreros moviéndote”.

Lo que el veto va a suponer sobre la productividad de la flota se verá en un par de semanas, según Iván López. Ese es el tiempo que suelen durar las mareas de estos barcos. Considera que los datos de las capturas, comparados con los de otros años en el mismo periodo, serán los que empiecen a evidenciar el impacto económico que la Comisión Europea no evaluó antes de aprobar el reglamento. La falta de ese informe es una de las principales críticas a la decisión, junto con el uso de datos científicos que no son los más recientes. “Vamos a ver los efectos en tiempo real, tarde para anticiparlos porque ya estarán ahí”, recrimina López.

El sistema español de lonjas y puntos de venta está “altamente informatizado” y será sencillo en las próximas semanas comparar datos, añade el presidente de la EBFA. El siguiente análisis estará en los precios y en los contratos de suministro, dice. Si la flota no es capaz de capturar las cantidades comprometidas, prevé que “habrá movimientos a otros orígenes”.

Otra de las dificultades que denuncia la flota es la de determinar las localizaciones exactas de las zonas vetadas. A pesar de las aclaraciones de la última semana por parte de Bruselas y de unas coordenadas oficiales para España establecidas por el Ministerio de Pesca, entre los marineros sigue habiendo confusión, señala Basilio Otero, que es también el patrón mayor de la cofradía de Burela (Lugo). Relata que algunos barcos estuvieron día y medio en el mar sin faenar, desde que el domingo entró en vigor el reglamento, porque “no tenían claras cuáles eran las posiciones permitidas”. “Hacen falta unos días para que la gente se recoloque y se vaya acostumbrando para ver si hay problemas”, concluye.

Desde ARVI, su director gerente, Edelmiro Ulloa, destaca la indignación del sector por la decisión de la UE. Al concentrarse las embarcaciones en las mismas zonas, prevé una bajada del rendimiento que llevará a que los buques necesiten más días para alcanzar sus niveles esperados de capturas. Su visión es pesimista: “No hay adaptación posible. Es como si te dicen que te adaptes a beber un vaso de agua a la semana; te vas a morir”.

Gambas, besugo y merluza

El veto afecta a unos 500 barcos y en torno a 2.500 tripulantes en España, según los cálculos “de brocha gorda” de la Asociación Europea de Pesca de Fondo. Iván López dice que es difícil concretar cifras porque habrá marineros que cambien la actividad que desarrollan. En Galicia, que tiene la mitad de los barcos pesqueros del Estado, Xunta y cofradías calculan que los afectados directamente son unos 200 buques.

En las capturas se notará en la gamba en la bahía de Cádiz, que se hace con pesca de arrastre, indica López. En el Cantábrico los barcos afectados se dedican a capturar besugo, merluza y rapes, pero también calamares y potas. Las embarcaciones que van al Gran Sol notarán el impacto en la merluza de pincho.

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