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Santiago tapia una zona utilizada por personas sin hogar para evitar su presencia en un acceso para turistas

Beatriz Muñoz

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Apenas 400 metros separan la Catedral de Santiago de la dársena de autobuses turísticos y la entrada al aparcamiento de la avenida de Xoán XXIII. En esa zona, la plataforma superior, con vistas al monte Pedroso y a la residencia oficial del presidente de la Xunta, hace de visera sobre una parte del nivel inferior, que queda recogida y resguardada de la lluvia y que se convirtió en el lugar habitual para pasar la noche de varias personas sin hogar. El Ayuntamiento acaba de comenzar unas obras para tapiar esa área con la intención de que la presencia de este grupo no interfiera con la llegada de turistas a la zona en autobuses o en sus vehículos particulares.

El Gobierno local, dirigido por el socialista Xosé Sánchez Bugallo, no quiere que la primera estampa de parte de los miles de visitantes que la capital gallega recibe a diario sea la de las tiendas de campaña, sacos de dormir y cartones en los que pernocta un grupo de menos de una decena de personas. Los trabajos para levantar el muro no han disuadido en los primeros días a todos ellos y algunos han pasado estas últimas noches allí.

No es la primera vez que los responsables locales intentan evitar la imagen de las personas sin hogar en el borde mismo de la zona vieja compostelana. En 2013, con un gobierno del PP en el Ayuntamiento, se instalaron unas jardineras para tratar de impedir el paso, pero quienes frecuentaban las dársenas para cobijarse por la noche buscaron otros puntos de la misma estructura para resguardarse. La medida la recuerda el grupo municipal de Compostela Aberta -en el gobierno en la legislatura anterior y ahora en la oposición-, que carga también contra la decisión de Sánchez Bugallo de tapiar esta zona de refugio. El Gobierno municipal no ha respondido a las preguntas de esta redacción sobre este asunto.

Para la concejala de Compostela Aberta Marta Lois, la intervención demuestra “lo cerca que está el PSOE de Bugallo de la derecha”. El PP y los socialistas defendieron la medida en la Comisión Asesora de Patrimonio en la que se planteó, añade la concejala, y asegura que el Gobierno local “reconoce abiertamente que estas obras solo tienen como objetivo mejorar la imagen de la ciudad ante los turistas”. El problema, dice, es que “en ningún momento piensa en mejorar la situación de las personas sin hogar, que no van a desaparecer porque se tape el lugar que utilizan para dormir”.

Lois señala que la iniciativa de las jardineras “evidentemente no consiguió solucionar la situación de las personas sin hogar” y esta tampoco lo hará. Afea que el enfoque del problema sea estético: “Hablamos de una cuestión de justicia social; lo importante es la situación de las personas sin hogar que, si duermen en Xoán XXIII, es porque sigue sin haber opciones válidas para ellas”. La concejala defiende la propuesta que había impulsado Compostela Aberta desde el Gobierno local en la legislatura anterior para crear un centro municipal de atención integral a las personas sin hogar.

La dársena de Xoán XXIII es elegida por un grupo de personas para pasar la noche por tener una zona cubierta que las protege de la lluvia y el viento y también por el acceso a unos baños públicos. No es la única zona de la capital compostelana en la que se ven cartones y sacos del dormir al caer la noche. Otras personas sin hogar duermen en zonas como la dársena de autobuses de la calle Valle Inclán o bajo los soportales de algunas de las plazas de la zona vieja de la ciudad.

No se conoce el número exacto de personas sin hogar que viven en Santiago de Compostela. Los cálculos de Cáritas, una de las organizaciones que participa en programas sociales, apuntaban hace 10 años a que en la capital gallega dormían al raso cada noche unas 200 personas. Sin embargo, un estudio de 2017 incluido en el Plan de Atención a Personas sin Hogar 2017-2023 de la Xunta, estimaba en 40 la cifra en la capital gallega y la situaba como la segunda ciudad, después de Vigo, con mayor proporción de personas en esta situación en la comunidad, casi cuatro de cada 10.000.