Los carteles del pasado que nos alertan sobre el futuro de Madrid: no va a quedar nada de todo esto

Cartel de los antiguos Cines Acteón de Montera, en la exposición

Diego Casado

Madrid —

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“Lo guardan todo en una nave rural, infinita y familiar en Toledo. Son cuatro personas, pero dicen que son toda la gente que les avisó, les dejó una escalera o les guardó unas letras en un garaje. Toda la gente que alguna vez puso un rótulo en Madrid. Y dicen que esto va sobre el futuro, que el pasado no les interesa. Más que como el reflejo de un porvenir deseable”.

El texto que precede estas líneas es parte del que sirve como introducción a la exposición No va a quedar nada de todo esto, una muestra que recorre el pasado reciente de la capital de España a través de rótulos que hasta hace poco poblaban sus calles y que fueron rescatados antes de que se perdieran para siempre con las reformas de los locales que ocupaban. Están las letras de los Cines Acteón de la calle Montera, el neón del Hontanares de Avenida de América, el cartel de la tienda de cómics decana de Madrid...

Los responsables de esta arqueología gráfica son los responsables del proyecto Paco Graco, que en 2019 ya montaron una primera exposición en Arganzuela con menos menos y tamaño que esta recién inaugurada por el área de Cultura en Centro Centro, la enorme sala de exposiciones situada en las plantas superiores del Ayuntamiento de Madrid. El objetivo entonces era crear “un lugar en el que los ciudadanos puedan ver el patrimonio gráfico conservado de la ciudad, algo que es de todos los madrileños y que sus dueños podrían ceder para conseguir su conservación”, nos contaba entonces Jacobo Cayetano, uno de sus impulsores.

La nueva exposición abrió la semana pasada y permanecerá en Cibeles hasta el 10 de marzo de 2024. Los que la visiten se podrán llevar además varios recuerdos elegidos con mimo y detalle por los organizadores - Alberto Nanclares, Mercedes Moral, Guillermo Borreguero y Zuloark- en forma de papeles de envolver de La Moda, aquella tienda centenaria de ropa en la calle Pez, o de la corsetería La Positiva. También están los tickets del ropero de la discoteca Palace, además de cientos de bolsas de tiendas de Madrid y una curiosa colección de servilletas de bares imprescindibles de la ciudad, algunos vivos aún y otros que se marcharon.

Paco Graco es una familia que ha ido creciendo desde su fundación en 2016 (en plena época de clausuras por el fin de alquileres de renta antigua debido a la aplicación de la Ley Boyer) y que se dedica a recoger los vestigios de los comercios que van cerrando desde entonces. Sitios como el Chinatown de Fernández de los Ríos, el Café Zahara de Gran Vía o la cafetería Somosierra de la calle Fuencarral. También otros que no alcanzaron tanta fama pero que fueron importantes en el día a día de sus barrios.

“Toda esta destrucción goza del empuje que trajo a vivir aquí a personas de lugares diversos y lejanos, y así la muerte únicamente ha ido siendo consecuencia de la vida, igual que el trabajo es aún, a menudo, consecuencia del querer sobrevivir. Vinieron, se fueron, cerraron, les echaron. Les sobreviven ahora sus apellidos y oficios en letras grandes y brillantes. Muchas generaciones engalanaron su nombre, su mercancía, su calle” Así cierra el texto introductorio de la exposición y así se despide este breve texto, seguido de imágenes que recordar y sobre las que pensar.

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