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Biden anuncia que se presentará a la reelección en los comicios de 2024 de EEUU

Imagen de archivo del presidente Joe Biden

Javier de la Sotilla

Washington DC —

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Si no hay un giro radical de guion, es muy probable que el año que viene los ciudadanos estadounidenses tengan que acudir a una cita electoral calcada a la que vivieron en 2020: tendrán que elegir entre dos papeletas, la de Donald Trump o la de Joe Biden. El actual mandatario, y presidente de más edad de la historia del país, acaba de anunciar su candidatura para las primarias demócratas. Lo ha hecho, al igual que en 2019, a través de un vídeo difundido en redes sociales, justo cuando se cumplen cuatro años del lanzamiento de su anterior campaña.

“Cuando me presenté a la presidencia hace cuatro años, dije que estábamos en una batalla por el alma de Estados Unidos. Y todavía lo estamos. Por eso me presento a la reelección”, dice Biden en el vídeo de 3 minutos, titulado Let's finish de job (“Acabemos el trabajo”), que constituye su primer mensaje como candidato presidencial.

El presidente pone el foco de su mensaje electoral en el extremismo MAGA (make America great again). “Se están preparando para eliminar esas libertades fundamentales, reduciendo la Seguridad Social que habéis pagado durante toda vuestra vida mientras reducen los impuestos para los ricos. Dictando las decisiones médicas que pueden tomar las mujeres, prohibiendo libros y diciéndole a la gente a quién puede amar”, dice Biden en su mensaje.

Cuatro años después de la elecciones que precedieron el asalto trumpista al Capitolio, se repetirán los mismos protagonistas, aunque el contexto ha cambiado: Trump ya no parte desde la presidencia y está acorralado por numerosas investigaciones judiciales, que embarran todavía más su legado; el Despacho Oval ha pasado factura a la popularidad de Biden, que con 80 años convence cada vez menos; y, a diferencia de las anteriores elecciones, cuando a estas alturas la lista de candidatos llegaba a la veintena, en esta ocasión no hay alternativas viables para disputar la nominación a los líderes de ambos partidos.

La popularidad del presidente se encuentra alrededor del 40%, según el modelo FiveThirtyEight, una de las más bajas de la historia del país a estas alturas de mandato. Sus índices de aprobación cayeron diez puntos durante el verano de 2021, coincidiendo con la retirada de tropas de Afganistán, y de ahí no se han vuelto a recuperar. La complicada gestión del coronavirus, la elevada inflación -que paulatinamente se relaja-, la continuación de políticas trumpistas en la frontera y el incumplimiento de promesas electorales sobre el clima, son algunos de los factores que han entorpecido su mandato. Aunque, según las encuestas, el principal escollo a la popularidad de Biden es su edad: con 80 años, es el presidente de más edad de la historia del país.

Pero el mandatario cuenta con un buen historial electoral. No solo ya venció una vez frente a Trump en 2020; también cosechó buenos resultados en los comicios de mitad de mandato del pasado noviembre, que suelen castigar con fuerza al partido que gobierna, manteniendo la mayoría en el Senado y perdiendo menos congresistas de lo esperado en la Cámara de Representantes. Además, es habitual que el presidente de EEUU consiga su reelección: así lo han hecho la mayoría de inquilinos de la casa blanca, aunque con las sonadas excepciones de Gerald Ford, Jimmy Carter y Donald Trump, entre otros.

La última vez que dos candidatos se enfrentaron en dos ocasiones a unas presidenciales fue hace siete décadas, en 1952 y 1956, dos comicios en los que el republicano Dwight Eisenhower salió victorioso ante Adlai Stevenson.

Primarias sin sorpresas ni competencia

Con su anuncio, Biden pone en movimiento unas primarias demócratas que han sido, hasta el momento, un desierto: tan solo la escritora Marianne Williamson y el ambientalista -y sobrino de JFK- Robert F. Kenneddy Jr. han presentado su candidatura. Y, de momento, sin pena ni gloria: no hay ningún candidato alternativo lo suficientemente ilusionante, ni siquiera Kamala Harris, que hace cuatro años sonaba como sucesora de Biden en el trono, pero no ha logrado brillar como se esperaba durante su vicepresidencia.

En la bancada republicana, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, lleva meses sonando como el único capaz de entorpecer la vuelta de Trump hacia la Casa Blanca, aunque todavía no ha anunciado su candidatura. Y cada vez está menos claro que lo vaya a hacer: en el último mes se ha desplomado en las encuestas. Especialmente desde la histórica imputación de Trump en Nueva York, que el expresidente está usando para sacar rédito político, económico y discursivo.

Después del éxito cosechado en las elecciones de noviembre, cuando logró su reelección a gobernador con una victoria aplastante, DeSantis está perdiendo apoyos incluso dentro de Florida. Además, a raíz de sus políticas extremistas contra el aborto, la ley “no digas gay” o la censura de libros en las escuelas, entre otras, muchos de los grandes donantes del partido le han retirado el apoyo por el miedo a que espante a los votantes moderados.

Los otros cinco republicanos que ya han anunciado su candidatura -Nikki Haley, Vivek Ramaswamy, Asa Hutchinson, Larry Elder y Perry Johnson- ni siquiera preocupan a Trump. De hecho, el magnate, que está acostumbrado a ridiculizar y usar motes contra sus adversarios políticos -como “Sleepy Joe” o “Ron DeSanctimonium”-, ni siquiera los está mencionando en sus apariciones públicas, habida cuenta de la inexistente amenaza que suponen para él.

Trump ya ha arrancado la campaña electoral agitando sus mantras favoritos: que en 2020 hubo fraude electoral, que un supuesto “Estado profundo” ha iniciado una persecución judicial contra él, que “los enemigos de EEUU” están al mando del país y lo están exterminando, o que los demócratas están dejando entrar a criminales a través de la frontera con México. Unas falsedades que, con toda seguridad, reiterará este jueves en un mitin en Nuevo Hampshire.

Biden no ilusiona (pero tampoco lo hizo en 2020)

El presidente nunca destacó por tener un gran carisma, y tampoco fue ese el factor que lo hizo ganar en 2020: fue su moderación en un contexto polarizado. Después de que el aparato demócrata se pusiera de su lado, forzando la retirada del izquierdista Bernie Sanders de la carrera electoral, ganó por la mínima aquellas presidenciales. Y lo hizo, en gran parte, valiéndose como la contrapartida al extremismo que había caracterizado la caótica presidencia de Trump.

Pasados dos años de mandato, marcados por el coronavirus, la inflación histórica, la retirada de Afganistán, la guerra de Ucrania y las tensiones con China, Biden tampoco consigue ahora ilusionar. De hecho, su aprobación no ha hecho más que empeorar: según la última encuesta de NBC, el 70% de los estadounidenses considera que no debería presentarse a las primarias. Casi la mitad (48%) de los que no están a favor de su reelección argumentan que su edad es el principal impedimento. En el caso de ganar, quien es ya el presidente de más edad en la historia del país, podría serlo hasta los 86 años.

Al igual que Trump, Biden también está siendo investigado por llevase documentos clasificados a su residencia privada durante su época como vicepresidente. Una polémica que sacudió EEUU en enero, pero parece que ya ha quedado atrás. Ahora que los focos están puestos en los procesos judiciales contra su adversario -después de ser imputado hace dos semanas en el caso Stormy Daniels, este martes inicia la selección de jurado en NY para otro juicio a Trump, en el que se le acusa de violar a la columnista Jean Carroll-, el equipo de Biden ha encontrado el momento adecuado para lanzar su campaña.

El anuncio no ha cogido por sorpresa a nadie en Washington. Su candidatura es un secreto a voces desde hace meses, cuando avisó que se estaba planteando su reelección y tomaría la decisión en primavera. Esa decisión llegó, según el Washington Post, a la vuelta de su viaje a Irlanda hace dos semanas, y en seguida comenzó a grabar el vídeo publicado este martes, y a diseñar la página web que servirá para llevar a cabo la recaudación de fondos (pretende alzar unos dos mil millones de euros, según el medio estadounidense).

Algunos de sus principales donantes han sido invitados este viernes a una reunión en Washington, según The New York Times, para dar el pistoletazo de salida a la campaña y comenzar a llenar las arcas del mandatario (hasta que no se ha convertido en candidato oficial, tenía prohibido recaudar dinero para la campaña). El siguiente paso de Biden será formar un equipo con el que trabajar al margen de la Casa Blanca: un director de campaña, asesores de comunicación, directores de campaña estatales, encuestadores, gestores financieros y voluntarios, entre otros.

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