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Cruce de acusaciones para esquivar la culpa y la rabia tras la explosión de Beirut

Manifestantes antigubernamentales cantando contra el gobierno en Beirut, Líbano, 06 de agosto de 2020.

Icíar Gutiérrez

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Entre la conmoción y la rabia, Beirut trata de recuperarse de la devastadora explosión que se ha cobrado casi 150 vidas y más de 5.000 heridos, destrozó edificios en varios kilómetros a la redonda y dañó los hogares de 300.000 ciudadanos. Las familias buscan noticias sobre los desaparecidos y los trabajos para tratar de encontrar supervivientes entre los escombros continúan. La población se pregunta por qué las autoridades permitieron que se almacenaran durante años grandes cantidades de nitrato de amonio, altamente explosivo, y la palabra “negligencia” suena cada vez más, alimentando el sentimiento de ira contra los políticos libaneses en una ciudadanía ya furiosa por la grave crisis financiera que ha hundido a muchos en la pobreza. A medida que aumenta la tensión sobre los responsables de la toma de decisiones del país, algunos entrecruzan acusaciones para esquivar la culpa.

Horas después de la enorme explosión que sembró el caos y la confusión en la capital libanesa el pasado martes, el primer ministro libanés, Hassan Diab, apuntó a un “peligroso” depósito que llevaba en el puerto desde 2014. En concreto, se supo más tarde, se refería a un cargamento de 2.750 toneladas de nitrato de amonio –un químico industrial comúnmente utilizado en fertilizantes y como explosivo en minería– que llevaba seis años en un almacén sin medidas preventivas, dijo, “exponiendo la seguridad de los ciudadanos”.

El Gobierno no ha mencionado de dónde procedía el nitrato –dijo que “revelaría hechos” sobre el almacén, aunque “no quería adelantarse a la investigación”–, pero la cantidad y la fecha coinciden con la mercancía que transportaba el Rhosus, un barco de bandera de Moldavia que en 2013 navegaba de Georgia a Mozambique, pero se vio obligado a parar en Beirut por problemas técnicos y no pudo volver al mar después de que las autoridades libanesas le denegaran el permiso para salir porque no lo consideraron apto para navegar. Según ha informado la prensa internacional, la nave fue abandonada por el propietario –un empresario ruso, de acuerdo con varios medios, aunque otros como The New York Times recogen que no era el dueño, sino que había alquilado la nave– y el nitrato de amonio fue descargado y colocado en el Hangar 12 del puerto, donde permaneció hasta la explosión del martes.

Este miércoles trascendió que los directores de la aduana libanesa escribieron cartas a los tribunales en al menos seis ocasiones entre 2014 y 2017 en las que exponían el riesgo de dejar la sustancia en el almacén y pedían indicaciones sobre cómo deshacerse del material. “En vista del grave peligro que supone mantener estas mercancías en el hangar en condiciones climáticas inadecuadas, reafirmamos nuestra petición”, se lee en una misiva de 2016 difundida en la prensa. Según los archivos publicados, el poder judicial no respondió.

Paralelamente, el director general de la aduana, Badri Daher, defendió este miércoles en los medios locales que el poder judicial no actuó. Según recoge la agencia AP, aseguró que todo lo que podía hacer era alertar a las autoridades sobre la presencia de materiales peligrosos, y dijo que incluso eso era un “trabajo extra” para él y su predecesor. También afirmó que la autoridad portuaria era la responsable del material.

El ministro de Obras Públicas de Líbano, Michel Najjar, se ha acogido en declaraciones a Al Jazeera a las palabras de Daher, y ha dicho que quienes tienen la culpa son el poder judicial, la autoridad portuaria y, quizás, las fuerzas de seguridad. “No hay negligencia por parte del Ministerio de Obras Públicas”, ha sostenido. “Me sorprende que ellos (el poder judicial, la autoridad portuaria y las fuerzas de seguridad) no hayan encontrado una manera de tratar esto durante casi siete años. Fue un accidente a punto de ocurrir”, ha dicho Najjar. De acuerdo con el medio árabe, la autoridad portuaria dirige el funcionamiento del puerto y su trabajo es supervisado por el Ministerio de Obras Públicas y Transportes.

Protestas en Beirut

El ministro también ha explicado al canal con sede en Doha que se enteró de la presencia del nitrato de amonio en el puerto 11 días antes de la explosión, a través de un informe que recibió del Consejo Supremo de Defensa del país, Había asumido el cargo seis meses antes. “Ningún ministro sabe lo que hay en los hangares o en los contenedores, y no es mi trabajo saberlo”, ha asegurado a Al Jazeera. Dice que ha tratado de dar seguimiento al asunto y que, tras las últimas restricciones por la COVID-19, habló con el gerente general del puerto, Hasan Koraytem, el pasado lunes. Según su versión, le pidió que le enviara toda la documentación relevante para investigarlo. La explosión se produjo al día siguiente. Najjar no ha proporcionado las cartas que, según asevera, se mandaron desde su ministerio a los tribunales pidiendo que el material se eliminara, pero no ha proporcionado tales documentos a Al Jazeera alegando la investigación en curso.

No obstante, hay quienes han salido en defensa de los jueces. Nizar Saghieh, un destacado abogado y activista, ha asegurado que “la responsabilidad legal principal aquí recae en aquellos encargados de supervisar el puerto: la autoridad portuaria y el Ministerio de Obras Públicas, así como la aduana libanesa. No depende de un juez encontrar un lugar seguro para guardar estos bienes”. El presidente del Colegio de Abogados de Beirut ha ido más allá y ha dicho que se estaba emprendiendo un “ataque preventivo para vilipendiar al poder judicial y enturbiar las aguas de este caso”, informa el canal catarí.

De momento, el Gobierno libanés ha anunciado el arresto domiciliario de un número sin especificar de funcionarios portuarios encargados del almacenamiento y la supervisión del nitrato de amonio. Han reiterado que las investigaciones sobre la explosión serán “transparentes” y durarán cinco días, según los medios locales.

Pero muchos libaneses han mostrado su escepticismo y exigen una verdadera rendición de cuentas por el desastre. “Buscarán a alguien como chivo expiatorio para desviar la responsabilidad”, ha dicho Rabee Azar, un trabajador de la construcción, a Reuters. La agencia también informa de que una fuente oficial familiarizada con las investigaciones preliminares culpa a “la inacción y la negligencia” por la explosión.

Asimismo, se elevan las voces que piden que lo ocurrido se investigue de manera independiente, como Amnistía Internacional, que ha reclamado una investigación “internacional, libre de toda posible interferencia política nacional, para garantizar la verdad, la justicia y la reparación de las víctimas”.

El origen del incendio sigue siendo desconocido

El origen del incendio inicial que provocó la explosión sigue sin estar claro. Una de las teorías citadas en los medios libaneses es que el fuego comenzó cuando los soldadores intentaban reparar una puerta rota y un agujero en la pared del Hangar 12, recoge AP. Los funcionarios del puerto han rechazado la teoría en entrevistas con la prensa local, diciendo que los soldadores completaron su trabajo mucho antes de que estallara el incendio. Otros han especulado con la posibilidad de que la fuente del incendio fueron fuegos artificiales.

Mientras tanto, la rabia crece contra las diversas facciones políticas en una ciudad aún marcada por la guerra civil hace tres décadas y que se tambalea por una profunda crisis financiera. Este jueves, una multitud se ha arremolinado alrededor de Emmanuel Macron durante su visita a Beirut, gritando contra una clase dirigente a la que culpan de la corrupción y de arrastrar a Líbano al desastre. Las consignas utilizadas durante las protestas masivas del año pasado, como “Revolución” y “La gente quiere derrocar al régimen”, se han vuelto a escuchar una vez más en el corazón de un país que ya agonizaba.

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