Las cuentas de la lechera de los pequeños partidos portugueses: animalistas, liberales y ultras confían en ser clave tras las elecciones

Víctor Honorato

Lisboa —

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En la ajustadísima carrera electoral portuguesa ya no solo importa ganar. Los resultados del tercer, cuarto o quinto partido en contienda pueden ser cruciales para determinar quién es finalmente el primer ministro, si el socialista Antonio Costa o Rui Rio, al frente del Partido Social Demócrata, referente de la derecha lusa. Las últimas encuestas arrojan un escenario de empate técnico, en torno al 35%, entre los dos grandes del bipartidismo portugués, que se reproduce también entre los pequeños: cuatro partidos se mueven en cifras entre el 5% y el 6%. En función de las oscilaciones y las circunscripciones, estos porcentajes pueden llegar a suponer desde más de una decena de parlamentarios a solo la mitad, en una asamblea legislativa con 230 asientos.

Por el flanco izquierdo, Bloco de Esquerda y CDU (la coalición entre Partido Comunista y Verdes) andan rondando el 6%. El trasvase de votos entre Bloco y Partido Socialista es más común, por el perfil del votante, más joven y urbanita que el del disciplinado elector comunista, Los 'bloquistas' son quienes más representación apuntan a perder respecto a 2019, cuando consiguieron 19 asientos en la cámara legislativa. “Cuando el electorado del PS cree que el partido está en posiciones muy centristas se va al Bloco [y viceversa]”, explica el sociólogo de Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa Antonio Costa Pinto. BE y CDU están dispuestas a volver a pactar con el PS, pero ahora puede que la suma ya no alcance.

En la fiebre de las calculadoras entra el juego el pequeño PAN, formación que en los pasados comicios obtuvo cuatro diputados y puede ejercer ahora de árbitro, aunque ha llegado algo rezagada al final de campaña. Se trata de un partido ecologista que rechaza encuadrarse en la izquierda o en la derecha y que en la última década ha cambiado de nombre dos veces: de Partido por los Animales pasó a Partido por los Animales y la Naturaleza y, finalmente, a 'Personas, Animales y Naturaleza', denominación esta última con la que pretende trasladar “una visión holística en la que el planeta es un todo”, según explica su líder y portavoz, Inês Sousa Real.

El PAN se jacta de haber forzado el cambio del código civil para que los animales tengan un estatuto jurídico propio, diferente al de simple “cosa”, y abogan por acabar con las corridas de toros, con todo menos cruentas que en España. Sousa relata otros hitos de su acción política, como que se dejasen de sacrificar animales de compañía en las perreras o que se vaya a sacar a las fieras de los circos lusos. Últimamente, han abogado por reducir impuestos a las familias y subirlos a las industrias contaminantes. En los presupuestos frustrados de 2021 que propiciaron la convocatoria electoral, los animalistas se abstuvieron y Antonio Costa se ha referido a ellos como socios potenciales. Pero sobre lo que pase a partir del lunes, la candidata no suelta prenda. “La gente está cansado de la vieja política, de que se haga oposición solo por el hecho de hacer oposición. Para nosotros, lo fundamental es que haya un partido que se aproxime a nuestro ideario”, se limita a decir.

Llegan los liberales

Siguiendo con la tónica de nombres que no acaban de representar el ideario del Partido, el Centro Democrático Social (CDS), de tendencia conservadora, había sido históricamente el principal socio del PSD, con el que con frecuencia formaba coaliciones de gobierno. Ahora está en claro declive, en parte por las dificultades de su joven líder, Francisco Rodrigues dos Santos, de inspirar a sus correligionarios. La formación hace aguas y dirigentes históricos ya han declarado que votarán por Iniciativa Liberal. Este joven partido está encabezado por João Cotrim de Figueiredo, su único parlamentario, de momento, y apuesta por lo que en España se llamaría liberalismo “sin complejos”. Se trata de cuadros jóvenes, salidos de las escuelas de negocios, que dicen, por ejemplo, que hay que abrir aún más la sanidad al sector privado. Bajar impuestos también, por supuesto. “Eres liberal pero no lo sabías”, era uno de los eslóganes con el que parecen haber convencido a un electorado joven, según los sondeos.

La número 2 de IL en las listas por Lisboa, Carla Castro, lo señala sin rodeos: hay un perfil desideologizado de votantes jóvenes, que solo ven ante ellos un horizonte de precariedad o emigración y a quien les da igual que los servicios los preste el Estado o las empresas siempre que funcionen. El modelo sanitario holandés, el alemán o el israelí les sirven de ejemplo, apunta. En IL no esconden sus trayectorias. Cotrim de Figueiredo pasó por la banca, por la televisión (privada), pero también por el sector público: dirigió la agencia estatal de turismo cuando esta dependía, precisamente, del CDS. La candidata Castro ha hecho carrera en el mundo de los seguros, particularmente en la española Mapfre. “Hemos introducido la racionalidad en el debate político”, presume Castro, que rechaza la etiqueta de “tecnócrata”.

El cuadro por la derecha lo completa Chega, la derecha radical populista, que parece haber encallado en sus expectativas de voto. El tono combativo de los de André Ventura desagrada a IL. “No son fiables”, critica Castro, que apunta que hay incompatibilidades programáticas insalvables. El candidato del PSD, Rui Rio, asegura que no negociará con Chega, que por otra parte se presenta con exigencias notables: hasta cuatro ministerios, para empezar, según enumera el vicepresidente Pedro Frazão: Agricultura, para gestionar los fondos europeos; Seguridad Social, para eliminar subsidios sociales; Justicia, para luchar contra la corrupción y Administración Interna, para gestionar las fuerzas de seguridad. “Podemos llegar hasta 18 diputados”, insiste este dirigente, que asegura que los sondeos minusvaloran sus posibilidades. “Hablar, hablaremos. El PSD no puede ignorarnos”, avisa.