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Un segundo globo espía eleva aún más la tensión entre Pekín y EEUU

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su homólogo chino, Xi Jinping, en una fotografía de archivo.

Javier de la Sotilla

Washington —

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Todo parecía ir sobre ruedas. Los líderes de Estados Unidos y China habían simbolizado un acercamiento de posturas en noviembre, cuando se dieron la mano durante la cumbre del G20 en Bali, y habían logrado rebajar la tensión que ha caracterizado la última década. “Nuestras dos naciones comparten la responsabilidad de gestionar sus diferencias, debemos evitar que la competición se convierta en algo parecido al conflicto”, dijo entonces Joe Biden, en su primer encuentro con Xi Jinping desde que llegó a la Casa Blanca.

Las conversaciones sobre asuntos globales, como el clima, llevaban congeladas desde agosto, cuando la entonces presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, decidió visitar Taiwán. En ese momento, China lo interpretó como una provocación y respondió con maniobras militares alrededor de la isla. Fue el último pico de tensión entre dos potencias enfrentadas que, al menos de cara a la galería, parecían haber bajado las armas en su pugna por la hegemonía global. 

Simbolizando el mar en calma, el secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, se disponía este fin de semana a visitar Pequín. Pero sus planes saltaron por los aires el jueves, cuando el Pentágono informó de que había detectado un presunto globo espía chino sobrevolando los aires de EEUU, lo que la Casa Blanca calificó como una “intromisión inaceptable” y una “violación” de su soberanía. En una respuesta poco habitual del gobierno chino, su ministerio de exteriores lamentó la “entrada involuntaria” de la aeronave que, según dijo, estaba ejerciendo labores de “investigación meteorológica” y se había desviado “por causas de fuerza mayor”. El primer globo detectado ha sido derribado por Estados Unidos este sábado.

Horas después, el Pentágono afirma haber detectado un segundo globo chino sobrevolando América Latina, según un comunicado del portavoz del Departamento de Defensa de EEUU, el general Patrick Ryder: “Estamos recibiendo informes de un globo que transita por América Latina. Ahora consideramos que es otro globo chino de vigilancia”.

Reproches cruzados entre potencias

Después de disculparse, el portavoz de exteriores, Mao Ning, advirtió contra la “especulación deliberada” de los norteamericanos: “Actuamos de acuerdo con el derecho internacional. No tenemos intención de violar el espacio aéreo de otros países”. Sin embargo, en una rueda de prensa posterior, el portavoz del Pentágono, Pat Ryder, insistió, sobre el primero de los globos detectados, en que se trata de un aparato de “vigilancia”, que había sobrevolado Montana, donde se encuentra uno de los tres campos de silos de misiles nucleares que tiene EEUU en su territorio.

Las explicaciones chinas “dejan claro que busca evitar un empeoramiento de las tensiones” con EEUU, asegura Timothy Heath, investigador de la seguridad nacional china en Rand Corporation, en una entrevista con elDiario.es. A pesar de ello, Heath se muestra escéptico sobre la justificación que ha dado su ministerio de exteriores: “El Pentágono no hubiera divulgado la información si se tratara de un globo puramente inocuo, accidental, que simplemente flotó sobre EEUU, como afirman los chinos. La inteligencia norteamericana ha estado recopilando información hasta que ha tenido indicios claros de sus intenciones: el espionaje de los silos nucleares, lo que es un tema muy delicado”. Sobre el segundo globo espía detectado sobre Latinoamérica, las autoridades chinas se han limitado a obviar directamente el comunicado estadounidense y este sábado solo han divulgado, por el momento, comunicados dedicados a aclarar la situación creada por la primera aeronave.

Tampoco los distintos medios oficialistas, como la cadena estatal CCTV, la agencia de noticias Xinhua, o medios como el Diario del Pueblo, Global Times o China Daily, altavoces en muchas ocasiones del régimen comunista, hacen mención alguna al objeto volador blanco que según el diario La Nación de Costa Rica estaba sobrevolando el país centroamericano.

Ante esta situación, la Casa Blanca no tenía otra alternativa que dar marcha atrás a la visita de Blinken a China. Y no solo por motivos diplomáticos, pues según explica Heath, también entra en juego la política doméstica: “Tenemos un Congreso republicano muy belicista, que ha estado tachando a la Administración de Biden de débil en su enfoque contra China”. Después de que el Partido Comunista Chino (PCC) haya admitido que el globo aerostático era de su propiedad, “se ha hecho políticamente inviable para la Casa Blanca seguir adelante con su visita a Pekín”. Aun así, “vale la pena señalar que el gobierno estadounidense ha dicho que sólo está retrasando, no cancelando, las conversaciones. Así que creo que esto demuestra que sigue interesado en encontrar formas de aliviar las tensiones y restablecer cierta estabilidad”.

Una oportunidad perdida

Los tensos y delicados puentes que unen a las dos superpotencias mundiales son muy difíciles de construir y sencillos de demoler. Y a cada tanto se derrumban, si es que alguna vez fueron completados, y mantienen al mundo expectante, entre sospechas, recriminaciones y acusaciones cruzadas. La visita de Blinken era percibida en EEUU como una oportunidad para reconstruir las dañadas relaciones entre los dos países, que empeoraron cuando Xi se aseguró un tercer mandato y redobló el nacionalismo chino, pero que últimamente habían comenzado a darse un respiro. 

Si bien el Ministerio de Relaciones Exteriores de China ha dado un paso atrás este sábado y ha afirmado que ni EEUU ni el gigante asiático habían anunciado “nunca” que habría una visita a Pekín del secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken: “Ninguna de las partes ha anunciado nunca que habría una visita. Es cuestión de que EEUU haga su último anuncio, y lo respetamos”. “Algunos políticos y medios en Estados Unidos han exagerado para atacar y difamar a China. La parte china se opone firmemente a eso”, señaló el portavoz chino.

Desde que Barack Obama implementó su estrategia 'Pivot to Asia', cambiando el foco geopolítico de Oriente Medio a Asia Oriental, China se ha convertido en la primera prioridad de EEUU. Algo que se ha mantenido intacto durante las administraciones de Donald Trump y Joe Biden. “La estrategia de Biden consta de tres partes: invertir en casa, alinearse con aliados y socios, y competir con China”, explica el investigador. A diferencia de Trump, que buscó aislar al país durante su mandato, Biden ha seguido una línea más intervencionista en política exterior, y ha redoblado alianzas con los países vecinos de China. El presidente “está ejerciendo la diplomacia para recuperar el liderazgo internacional de EEUU y, en cierto modo, mantener a China aislada”.

En la última década, las desavenencias han sido constantes, con el telón de fondo de la guerra comercial y tecnológica, y en última instancia, de la hegemonía mundial. Los choques se han traducido en una escalada armamentística y en numerosos momentos de tensión, especialmente por la cuestión de Taiwán. “Las tensiones volverán a intensificarse”, aventura Heath, quien cree que puede repetirse la hostilidad que se dio con la visita de Pelosi a la isla. “El presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, ya ha insinuado que viajará a Taiwán. Y eso hará que las tensiones se recrudezcan, porque China debe responder si no quiere enviar un mensaje de debilidad”, asegura.

Otro terreno de disputa se encuentra en el Mar del Sur de China, donde el país asiático ha construido islas artificiales y ha desplegado su poder armamentístico. Se trata de un lugar estratégico, por donde pasa casi la mitad del comercio internacional, y es rico en pescado, gas y petróleo. En contra del derecho internacional y diversas resoluciones de Naciones Unidas, el gigante asiático reclama el mar en su totalidad, pero está en disputa por otros cuatro países, todos ellos cercanos a EEUU. Entre ellos, se encuentra Filipinas, con quien los norteamericanos llegaron el mismo jueves a un acuerdo crucial: ganarán acceso a cuatro nuevas bases militares en el país, con lo que reforzarán su posición sobre dicho mar y ganarán capacidad de respuesta en caso de agresión a Taiwán.

China, conciliadora

A pesar de su asertividad, la posición de China en el mundo se ha visto debilitada desde la llegada de la pandemia. “La política de cero COVID resultó muy problemática a nivel doméstico, pues dañó la credibilidad de Xi Jinping. Ahora el gobierno está dando marcha atrás, pero eso ha provocado un aumento de las muertes”, recuerda Heath. Además, “la economía se ralentiza drásticamente y el sector inmobiliario -que era una parte enorme de la economía- se está desinflando a marchas forzadas”. 

Y hay otra debilidad: el declive demográfico. “Ahora que China está envejeciendo rápidamente, va a ser aún más difícil mantener el crecimiento, lo que va a agravar sus problemas internos, al no poder mantener su bienestar social”. Mientras el PCC debe lidiar con todos estos problemas internos, está distraído internacionalmente, lo que “puede explicar por qué ahora los chinos están actuando de manera conciliadora”, concluye Heath.

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