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Así luchan las universidades de Japón contra una de las peores brechas de género del mundo

Alumnos en el centro extraescolar Poppins de la Universidad de Nagoya.

Nami Sugiura

Asahi Shimbun (Japón) —
7 de julio de 2021 22:52 h

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La Universidad de Nagoya, considerada una de las mejores universidades de Japón, lleva años ayudando a las investigadoras para que no tengan que abandonar sus carreras por embarazos, ocupaciones familiares y otros factores que llaman “obstáculos de género”. Ahora, dice que quiere llevar sus compromisos a un nivel completamente nuevo, introduciendo políticas de contratación feministas y mejorando los servicios de guarderías para reducir aún más su brecha de género.

En el ámbito académico japonés hay menos mujeres que hombres y muy pocas ocupan puestos importantes. Una de las razones es que las investigadoras más jóvenes suelen tener contratos de corta duración, lo que les da menos tiempo para obtener los mismos resultados que sus homólogos masculinos y optar a renovaciones de contratos o puestos internos.

En 2009, la Universidad de Nagoya, la cuarta ciudad más grande de Japón, se convirtió en la primera del país en crear un centro infantil extraescolar dentro de su campus, tras recibir las quejas de las académicas con hijos en edad escolar. Los padres pueden llevar a los niños más pequeños a las guarderías durante el día, pero los centros para los alumnos de la escuela primaria tienen horarios más reducidos, lo que dificulta que los padres trabajadores puedan optimizar sus agendas. Actualmente, 77 alumnos de primaria de todas las edades acuden a la guardería del campus, que está abierta hasta las 21:00 horas.

Objetivos de empleo

En los últimos años, las mujeres representaban alrededor del 17,5% del profesorado universitario, pero esta institución se ha propuesto aumentar el número de profesoras hasta el 20% durante el año escolar 2021. También ha impuesto objetivos de empleo para cada curso y departamento, así como incentivos económicos. Los departamentos que contraten más empleadas permanentes de las que se vayan podrán recibir mayores subvenciones por parte del centro, mientras que los que no logren los objetivos verán reducidos sus presupuestos.

Narie Sasaki, profesora adjunta de biología en la Universidad de Nagoya, ayudó a fundar el centro extraescolar como parte de sus esfuerzos para permitir que las mujeres continúen trabajando y ahora destaca la importancia de estas políticas de contratación. “La asignación de puestos exclusivamente a mujeres no supone una ventaja injusta, sino que trata de derribar las barreras invisibles”, dice.

Hiroko Tsukamura, vicerrectora de la Universidad de Nagoya, explica que la decisión de recortar los presupuestos de los departamentos que no alcancen los objetivos se decidió después de que otras medidas de estímulo e incentivos al empleo femenino menos estrictas no lograran mejorar la proporción de mujeres. “Algunos se opusieron, pero mantuvimos numerosas conversaciones con cada departamento y aprobamos esta medida en una reunión de la junta directiva del campus”, dice. “Se deben seleccionar académicos excepcionales sin importar el género. Si se elige a las personas adecuadas para cada puesto, debería haber más mujeres en el mundo académico”.

La Universidad de Gunma, en la región de Kanto, al norte de Japón, también está tomando medidas para reducir la brecha de género. Ahora dedica fondos a largo plazo no solo para ayudar a las investigadoras a crear sus propios laboratorios, sino también para contratar asistentes a tiempo parcial para padres con hijos pequeños. Además, pretende contar solo con investigadoras para las vacantes más recientes de su Facultad de Ciencia y Tecnología, dominada por hombres.

Como resultado, el número de profesoras permanentes pasó de cuatro en 2012 a 12 en 2019; y el porcentaje de alumnas de doctorado casi se duplicó durante el mismo período: del 12% al 26%.

Cambiando las reglas del permiso parental

Otro desafío para las investigadoras es el deficiente sistema de permisos de maternidad. Los investigadores más jóvenes deben renovar con frecuencia sus contratos para mantener los puestos académicos y muchas universidades tienen acuerdos laborales o normas internas que prohíben a su personal tomar un permiso de paternidad durante el primer y el último año y medio de contrato. Esto hace imposible que los trabajadores con contratos de dos años puedan disfrutar de una baja de paternidad, mientras que los trabajadores temporales de tres años solo pueden tomar seis meses. Estas reglas han hecho que los académicos se lo piensen dos veces antes de tener hijos.

Aunque estas normas siguen las directrices del Ministerio de Trabajo de Japón sobre los contratos temporales pueden modificarse si los empleados y sus superiores llegan a un acuerdo. El Instituto de Ciencia y Tecnología de Nara (NAIST) abolió estas reglas el año pasado, permitiendo a sus trabajadores tomar el permiso parental cuando lo deseen. Solo tardaron seis meses en cambiar la normativa desde que las académicas plantearan el problema y ahora todos los docentes temporales pueden solicitar un permiso parental de un año.

La Universidad de Tokio eliminó las restricciones del permiso de paternidad para los miembros de su personal tanto permanente como temporal en 2005. Además, esta universidad cuenta con seis guarderías que admiten niños nuevos cada mes.

Teruo Fujii, rector de la universidad desde abril, ha enfatizado la “diversidad e inclusión” de su centro. Más de la mitad de los nuevos ejecutivos de la universidad son mujeres y vienen de diversos orígenes, incluida la empresa privada y organizaciones internacionales. Además, las mujeres alcanzaron un récord del 21,1% de los nuevos estudiantes este año. “La incorporación pública de las mujeres a la gestión tiene una importancia simbólica”, dice Kaori Hayashi, vicerrector de la universidad. “Haremos de nuestra una universidad un lugar al que quieran asistir todas las personas”. Sin embargo, el porcentaje de mujeres de este centro —incluidas las profesoras adjuntas y auxiliares— sigue siendo de solo el 13,7%, mientras que alrededor del 90% de sus docentes son hombres.

Hayashi señala que en el mundo académico tanto hombres como mujeres compiten en función de sus méritos y no esperan que los candidatos sean elegidos “simplemente por el hecho de ser mujeres”, pero insiste en la importancia de ayudar a las mujeres en el empleo. “La brecha de género [en la Universidad de Tokio] de una mujer por cada nueve hombres es demasiado significativa para ignorarla, y existe la posibilidad de que aún no se hayan descubierto talentos ocultos”, argumenta. “Habrá más casos donde se contrate a la persona con más talento y que esa persona resulte ser una mujer”.

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