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Las cuotas impulsan el número de mujeres políticas en el mundo

La marcha por los derechos de las mujeres en Washington.

Alba Camazón

Singapur estrenó presidenta –Halimah Yacob– el 12 de septiembre, y Liberia se despedirá de la suya –Ellen Johnson-Sirleaf– el 10 de octubre de este año cuando finalice su segundo mandato. Cada vez hay más mujeres que participan en la política estatal. En 2016, el promedio mundial de mujeres en los parlamentos aumentó el 6,5% respecto a la última década según la Unión Interparlamentaria (UI). Es decir, el 23,3% de los parlamentarios del mundo son mujeres.

Además, el número de presidentas de parlamento ha alcanzado un máximo histórico, con 53 mujeres a la cabeza de una cámara parlamentaria, según la UI. La presidenta del Congreso de los diputados español, Ana Pastor, está entre estas lideresas, como lo fue Luisa Fernanda Rudi –también del PP– entre 2000 y 2004. Han sido las dos únicas presidentas de la Cámara Baja desde la transición.

La clasificación mundial sitúa a Ruanda como el estado con mayor proporción de mujeres parlamentarias en el Congreso: el 61,3% de los diputados nacionales son políticas. Por detrás le siguen Bolivia (53,1%), Cuba (48,9%), Islandia (47,6%) y Nicaragua (45,7%).

“Es bueno que haya mujeres, pero a veces no es una cuestión de cantidad, sino de calidad”, explica a eldiario.es la coordinadora de proyectos de la Fundación Mujeres Por África, Alicia Cebada. En algunas ocasiones, asegura esta experta, “se puede tratar de una 'pantalla' para blanquear su sistema”, como podría ser el caso de Ruanda.

El presidente de Ruanda, Paul Kagame, impulsó las cuotas en las listas electorales para introducirlas en su Constitución de 2003. “Sin embargo, la democracia es de baja calidad”, asegura Cebada. Varios índices internacionales apoyan esta afirmación: Freedom House clasifica a Ruanda como un estado “no libre” y la Unidad de Inteligencia de The Economist señala que 2016 ha sido uno de los años con menor Índice de Democracia.

Además, la que fue líder electoral de la oposición en 2010, Victoire Ingabire, lleva en prisión desde entonces. Diane Rwgara, que se presentó a las elecciones de este año, también ha sido arrestada. La sociedad también sufre numerosos abusos machistas: El 43,9% de las mujeres asegura haber sufrido violencia sexual o física, según la encuesta gubernamental sobre demografía y salud de 2014 y 2015.

Una situación similar se vive en Bolivia, cuya Cámara de diputados cuenta con el 53,1% de mujeres. Sin embargo, cada tres días se comete un feminicidio en el segundo país con mayor porcentaje de parlamentarias, según la Fiscalía de Bolivia.

La directora de la Unitat d'Igualtat en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, Tània Verge, explica a este diario que en muchas ocasiones la presencia femenina no tiene una influencia directa en el Congreso: “En los lugares donde la disciplina de partido es muy fuerte, el cambio se produce en el interior del partido y el programa electoral llega a feminizarse”, asegura Verge.

Cuando las mujeres forman parte del Ejecutivo de los partidos políticos –afirma Verge–, aumenta la preocupación hacia el bienestar social: igualdad, educación, Medio Ambiente, sanidad, etc., aunque la profesora matiza que las generalización son “complejas”.

Métodos de inclusión de las mujeres

Hay 128 estados que obligan a sus partidos políticos o parlamentos a incluir a las mujeres como representantes políticas según The Quota Project, iniciativa en la que participan la Unión Interparlamentaria, la Universidad de Estocolmo y el Instituto para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA, por sus siglas en inglés).

Existen tres principales fórmulas para potenciar la participación política femenina. La mayoría de los países obligan a sus partidos políticos a incluir un porcentaje mínimo en las listas electorales y otros –como Arabia Saudí o India– reservan un número determinado de escaños para las mujeres. Además, algunas formaciones políticas han establecido normativas de paridad propias. 

España está en el puesto nº 13 –entre Noruega y Francia– con una tasa de diputadas del 39,1% y del 38% de senadoras. Esto supone un crecimiento del 10,8% respecto al año 2000, en el que el expresidente del Gobierno José María Aznar comenzó su segunda legislatura. En esas elecciones, el Congreso tuvo 99 diputadas y el Senado, 59 representantes femeninas. Dieciséis años después, la Cámara Baja se compone de 137 diputadas y la Cámara Alta, de 101 senadoras.

La ley de igualdad obliga a mantener “la proporción mínima del 40% en cada tramo de cinco puestos”. “Cuando el último tramo de la lista no alcance los cinco puestos, la referida proporción de mujeres y hombres en ese tramo será lo más cercana posible al equilibrio numérico”, reza la ley.

La profesora de la UPF explica que si la lista electoral no cumple con este requisito, esta “no es admitida a trámite”. “Este es un incentivo clarísimo”, asegura Verge. Desde que se implantó la ley, solo ha habido una lista anulada, la del PP de Garachico, un pueblo tinerfeño. Su lista electoral de 2007 estaba compuesta únicamente por mujeres, que no fue aceptada por la Junta Electoral.

¿A favor o en contra de las cuotas?

Otros países, como Italia, Estados Unidos o Reino Unido carecen de legislación que garantice la participación femenina. El país liderado por Donald Trump tiene un Congreso con una tasa femenina del 19,4%, por detrás de Arabia Saudí, Indonesia y Venezuela, entre otros. La proporción de diputadas durante la Administración Trump es similar con respecto a la del Ejecutivo Obama.

La profesora especializada en políticas de igualdad en la Universidad del País Vasco Arantxa Elizondo explica a eldiario.es cuáles son los argumentos en contra de las cuotas: “En el sistema de cuotas la cualificación personal se sustituye por el hecho de pertenecer a un sexo (el femenino) como criterio de selección”. “Desde estas posturas se señala que es injusto permitir a ciertas personas, a mujeres concretas, conseguir objetivos a expensas de su pertenencia a un grupo ya que esto no garantiza de ninguna manera las ventajas para todo el colectivo”, asegura Elizondo.

Ella se posiciona a favor “y sin complejos”. “La incorporación de las mujeres a la vida política es una muestra de la profundización de la justicia democrática puesto que todos los grupos sociales tienen derecho a participar en las decisiones colectivas”, remacha Elizondo.

La Unión Interparlamentaria destaca en su informe anual que los países que utilizaron cuotas electorales en 2016 obtuvieron una proporción parlamentaria femenina del 25,6%, mientras que en los países en los que no se emplean cuotas, las mujeres han ocupado el 16,1% de los escaños.

El caso senegalés, séptimo país con mayor proporción femenina, ha supuesto un ejemplo para otros estados según la coordinadora de proyectos de la Fundación Mujeres Por África. “Desde que se instalaron las cuotas en 2010, la democracia se ha fortalecido”, explica Cebada. Esta profesora de la Universidad Carlos III de Madrid asegura que antes de las cuotas, muchos políticos se escudaban en que no había mujeres preparadas, lo que, a su juicio, no es verdad: “Hay que adaptar la política a las mujeres, que conocen su realidad social, y no argumentar que las mujeres no están preparadas”.

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