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El peronista Sergio Massa gana al ultra Milei en Argentina y ambos se disputarán la presidencia en segunda vuelta

Sergio Massa y Javier Milei

Sebastián Lacunza

Buenos Aires —

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El voto peronista ha dado una sorprendente muestra de resistencia este domingo al otorgar la victoria en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Argentina a Sergio Massa, con 36,7% de los votos, frente a 30% de Javier Milei y 23,8% de Patricia Bullrich, con 96% de las mesas escrutadas.

Con este resultado, Massa, de la alianza peronista de centroizquierda Unión por la Patria, competirá en la segunda vuelta el 19 de noviembre con el diputado ultra Milei, de La Libertad Avanza. La derechista Patricia Bullrich, de Juntos por el Cambio, quedó fuera de carrera al sumar 23,8% de los votos, al igual que el disidente peronista de centroderecha Juan Schiaretti, de Hacemos por Nuestro País, con 6,8%, y la abogada trotskista Myriam Bregman, con 2,7%.

Massa sumó 9 puntos al 27,3% cosechado por Unión por la Patria en las primarias del 13 de agosto. La mejora sobre el registro anterior se dio en todo el país, pero la provincia de Buenos Aires resultó decisiva para darle al candidato oficialista una fortaleza impensada. En el distrito en el que viven 37% de los habitantes, la coalición peronista de centroizquierda obtuvo casi 43% de los sufragios. Su ventaja en esa provincia fue de 17 puntos sobre Milei, quien quedó un punto por encima de Bullrich.

Un dato saliente de la jornada electoral, decisivo para la remontada de Massa, fue la reelección de Axel Kicillof en la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Este peronista de izquierda, aliado de Cristina Fernández de Kirchner, aunque con crecientes márgenes de independencia, selló una férrea coordinación táctica con el pragmático candidato presidencial peronista. En cierta medida, Massa le debe a Kicillof el haber dado un paso al frente en la carrera presidencial, pero el gobernador es consciente de que gobernar una provincia con 16 millones de habitantes con Milei en la gubernamental Casa Rosada, supondría un mar de dificultades.

Aunque la victoria da un notable impulso a la candidatura de Massa, la carrera hacia la segunda vuelta no será sencilla para el ministro de Economía. Por empezar, porque la volatilidad cambiaria y la alta inflación preanuncian semanas agitadas. Además, Massa necesitará conseguir votos entre quienes apoyaron a Bullrich, cuyo lema de campaña fue “terminar con el kirchnerismo”. 

Massa: “Empieza una nueva etapa”

La campaña por la segunda vuelta comenzó ya en los discursos de los dos candidatos que quedaron en pie. Massa se dirigió a los suyos en el Complejo Art Media C, del barrio porteño de Chacarita, poco antes de medianoche. Eligió un tono aplomado, pidió humildad y tendió puentes con Bregman y Schiaretti, a quienes llamó por su nombre de pila. Sobre todo, buscó seducir al votante referenciado en la histórica Unión Cívica Radical, un partido con diversas tradiciones ideológicas que en los últimos años se volcó a la derecha al sellar una alianza, en 2015, con el conservador Mauricio Macri.

El candidato peronista hizo alusiones a la fortaleza de la educación pública y el respeto por la democracia durante su discurso. “Quiero esta noche también hablar a los argentinos y argentinas que fueron al cuarto oscuro, pero votaron el cambio; a los que a lo mejor con desesperanza o con bronca se quedaron en su casa; a los que la eligieron a Myriam, a los que eligieron a Juan; quiero hablarles a esos miles y miles de radicales que a lo largo y a lo ancho de la Argentina comparten con nosotros valores democráticos como la educación pública y la independencia de poderes”, apeló Massa. “La grieta se murió y empieza una nueva etapa el 10 de diciembre con mi gobierno”, sentenció.

Milei: “El objetivo es terminar con el kirchnerismo”

En el Hotel Sheraton Libertador, en el centro de Buenos Aires, los partidarios de Milei se preparaban para una fiesta que no fue, aunque no perdieron el temple. Unos minutos antes de que Massa hablara en Chacarita, el postulante ultraderechista hizo blanco exclusivo en “el kirchnerismo” y no incurrió en el repertorio de agravios que había utilizado en la campaña contra los integrantes de Juntos por el Cambio y contra Bullrich en particular (“terrorista montonera tirabombas”).

“Durante todos estos meses la campaña hizo mucho que los que queremos un cambio nos viéramos enfrentados; por eso yo hoy vengo a dar por terminado ese proceso de agresiones y ataques, y estoy dispuesto a hacer tabula rasa y dar de nuevo con el objetivo de terminar con el kirchnerismo. Porque más allá de nuestras diferencias, lo que tenemos que entender es que enfrente tenemos una organización criminal que no va a dejar barbaridad por cometer con tal de sostenerse en el poder. El kirchnerismo es lo peor que le ha pasado a la Argentina”, dijo Milei.

“No se equivoquen, no venimos a quitar derechos. Venimos a terminar con privilegios”, en un déjà vu de promesas transitadas en el pasado por Macri, el expresidente que actuó como su aliado en las sombras.

Caminos para llegar al votante de Bullrich

La conquista de los 6,2 millones de votos de Juntos por el Cambio, sobre unos 27 millones de votos emitidos (77,6% de participación), presenta incógnitas para ambos postulantes.

Escoltada por la cúpula de la coalición conservadora, Bullrich habló antes sus partidarios en Costa Salguero, un predio sobre el río, con tono sombrío. Pasó a la ofensiva y reivindicó “valores que quizás han quedado dormidos”. Dio alguna señal sobre su preferencia para la segunda vuelta: “Nunca vamos a ser cómplices del populismo en la Argentina. Ni nunca vamos a ser cómplices de las mafias que destruyeron este país. Desde el lugar que me toque, no me voy a rendir nunca”. Es su opinión, pero difícilmente será acompañada por todos sus compañeros de coalición.

Aunque las coincidencias ideológicas de la propia Bullrich y Macri con Milei fueron explícitas hasta el primer semestre del año, más recientemente la ofensiva del libertario alcanzó ribetes insultantes e hirientes. Un aspecto estructural que podría condicionar el trasvase de votos es que la exministra de Seguridad tuvo su base electoral entre los adultos mayores, mientras que el extremista recabó más votos en la otra punta etaria, los adolescentes y los jóvenes. Hay allí algunos muros culturales que no serán fáciles de sortear para Milei.

La diferencia entre La Libertad Avanza y Juntos por el Cambio también es socioeconómica en ciertos distritos, en especial, el área metropolitana de Buenos Aires. Bullrich fue la más votada en barrios de clase media alta y alta, mientras que Milei compitió en el terreno peronista de trabajadores y ciudadanos de clase media baja y baja.

Esa distancia en el tipo de votante de Milei y Bullrich es mucho menos clara en provincias como Santa Fe, Córdoba y Mendoza —tres de las cinco más pobladas de Argentina—, donde el avance del economista parece haber sido principalmente a costa de la coalición conservadora.

Massa puede tejer por debajo y por arriba con dirigentes de la Unión Cívica Radical, a varios de los cuales conoce bien de alianzas pasadas. El odio profesado por Milei por Raúl Alfonsín e Hipólito Yrigoyen, dos de los máximos próceres radicales, será difícil de olvidar por una parte del electorado que se siente antikirchnerista, pero no de derecha.

En ese punto, Massa cuenta con la ventaja de que está lejos de ser un kirchnerista de pura cepa. El candidato de Unión por la Patria hizo gala de su eclecticismo ideológico y nunca se inscribió en la deriva de izquierda de Cristina Fernández de Kirchner y de otros sectores progresistas que se identificaron con ella. Incluso, entre 2009 y 2017, fue un duro opositor a ese sector.

Dado el perfil aguerrido de Milei y de Bullrich, a Massa se le facilitó la tarea en esta campaña para capitalizar el “voto útil” contra las derechas, en detrimento de la trotskista Bregman.

La ambigüedad que le ha valido a Massa la desconfianza de diversos sectores políticos en los últimos años, esta vez, ante un balotaje complicado, le puede jugar a favor.

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