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ENTREVISTA
Profesora de Estudios Europeos de la UCM

Ruth Ferrero, experta en estudios europeos: “Putin no va a poder vender en casa más que la caída de Mariúpol”

La profesora de la UCM Ruth Ferrero.

Cristina Armunia Berges

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La posible caída de Mariúpol en manos rusas y la proximidad del 9 de mayo, fecha clave en el imaginario popular ruso, pueden marcar el devenir de la guerra. Así lo explica la doctora Ruth Ferrero, profesora de Ciencias Políticas y Estudios Europeos de la Universidad Complutense de Madrid, durante una entrevista en elDiario.es. La experta ha recordado que hay que tener en cuenta la lectura geopolítica de esta guerra y no solo el simbolismo que busca darle Putin, así como las posiciones que irán adoptando las potencias occidentales con el paso del tiempo y la llegada de nuevas fases de una guerra que se adivina “de desgaste”.

Una de las cuestiones es qué transmitirá Putin a la población rusa el próximo 9 de mayo, día en el que Rusia celebra la victoria de la Unión Soviética frente a la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial. “Es un día simbólico para Rusia y parece, a la luz de los últimos movimientos del Kremlin, que está marcando sus pasos”, explica Ferrero, que cree que eso puede explicar la intensificación de la ofensiva militar y “la prisa que tiene ahora mismo Moscú para poder vender una victoria de vuelta a casa hacia su opinión pública”. También aclara: “Por el momento, no hay ninguna gran victoria que Putin pueda promocionar en casa y la caída de Mariúpol le permitiría poner encima de la mesa el control total de la zona del Donbás. Una parte importante de la zona del Donbás, el control del mar de Azov y el control del corredor que vincula Lugansk y Donetsk con Crimea”.

Una cosa será lo que pueda vender en casa y otra lo que consiga realmente. ¿Qué objetivos ve viable que logre Rusia para esa fecha?

Mucho más que eso no va a poder alcanzar, tal y como se ha estado desarrollando la guerra en estos dos meses. Si en dos meses no ha sido capaz de controlar las provincias del Donbás y no ha sido capaz de que cayera Járkov y ha tenido que replegarse de la zona de Kiev, no parece muy probable que pueda, en menos de diez días, vender algo más que no sea la caída de Mariúpol y el control del acceso al mar de Azov.

Más allá del 9 de mayo, ¿de qué van a depender los próximos avances de la ofensiva rusa?

Primero, de que caiga Mariúpol. A partir de ahí, tendremos que ver si se reactivan las conversaciones de alto el fuego con Ucrania y en qué condiciones, si Ucrania está dispuesta a aceptar esas condiciones, que parece ser que tendrían que ver con el estatuto de neutralidad. O si por el contrario no cae Mariúpol en estos días, continuaremos viendo esa potencia ofensiva en la zona del Donbás. Parece que a lo que estamos abocados ahora mismo es a una guerra de desgaste por la que están apostando también las potencias occidentales, es decir, por una guerra larga, que debilite en gran medida las capacidades militares rusas y que permita a Ucrania resistir los envites del ejército ruso.

¿Puede haber una pausa en la guerra tras el 9 de mayo que le permita a Rusia reconstituirse sobre el terreno?

Sí, podría ser una opción. No se puede descartar ningún escenario en este momento. Lo que sí que es muy apremiante para Putin es, en ese día del 9 de mayo, tener algo que ofrecer a su población, porque por el momento lo único que está viendo su población es que su economía está siendo afectada por las sanciones, que la operación especial entre comillas que ha lanzado el Gobierno sigue su curso, pero no devuelve resultados positivos y, por lo tanto, esto puede generar una cierta desconfianza hacia la acción de Gobierno. Por lo tanto, yo creo que lo más apremiante para el Gobierno ruso es ese control de Mariúpol y, a partir de ahí, veremos si hay un parón de primavera o si los enfrentamientos se recrudecen en torno a la cuenca del Dniéper y quizás en el sur por Odesa.

¿Esta fecha también podría ser un elemento más dentro de su relato sin sustento en los hechos sobre “liberar de nazis” a Ucrania?

Sí. La victoria en Mariúpol, recordemos que el batallón que está en la defensa de la ciudad es el batallón Azov, famoso por albergar elementos neonazis, sería efectivamente a nivel simbólico muy relevante de cara a la estrategia y de cara al marco discursivo que ha utilizado Putin para lanzar esta ofensiva contra Ucrania. Es decir, liberar a los rusos del control nazi entre comillas, este sería el principal argumento. Controlaría el Donbás prácticamente en su totalidad, controlaría el mar de Azov, toda esa zona está mayoritariamente poblada por personas rusófonas y, por lo tanto, no se saldría del guion principal establecido al lanzar esta ofensiva.

¿Podría decirse que Putin está obsesionado con la historia?

Putin lleva ya tiempo planteando una suerte de herencia de su mandato, que consistiría en la reconstrucción del antiguo imperio zarista con los distintos territorios que formaron parte del mismo. Para ello, era imprescindible controlar toda la parte oriental de Ucrania, que perteneció en su momento a ese imperio zarista, y también controlar la zona sur de Ucrania. Lo que en su día se denominó Nova Rússia y que formó parte de ese gran imperio zarista.

En términos simbólicos ese sería el objetivo, pero yo creo que es importante saber leer esta guerra, no solamente en términos simbólicos, sino también geopolíticos. Hay muchas más cosas involucradas en este ámbito. La primera de ellas, independientemente de ese intento de volver a situar a Rusia como una gran potencia global, tiene que ver con esa necesidad que tienen Putin y Rusia de ser tomada en consideración en el proceso de construcción de una arquitectura de seguridad europea, de la que considera que ha sido totalmente excluida durante los últimos 20 años. Algo que perciben como injusto y que además entienden que les perjudica en su propia arquitectura de seguridad nacional. Es decir, la percepción de amenaza existe en el entorno ruso, pero es que además quieren formar parte de ese diseño de arquitectura de seguridad europeo y sienten que han sido excluidos.

Con esta guerra vamos a ver cómo se ubican China y EEUU, y cuál de las dos sale más beneficiada de lo que está sucediendo

Por otro lado, también está la necesidad de ser algo más que una simple potencia regional a la que se había visto abocada, precisamente porque los únicos pilares sobre los que se sostenía como potencia son la fuerza militar y su capacidad de exportación de hidrocarburos. Más allá de esto, Rusia no tiene ningún tipo de valor añadido que le permita sentarse cara a cara con rivales del calado de China o de EEUU. En el caso de China, ha firmado ese acuerdo estratégico, que lo que le hace es ser extremadamente dependiente de esta fuerza oriental, y entre los dos intentan cuestionar un liderazgo global por parte de EEUU, que ya había empezado a decaer. La rivalidad entre China y EEUU es algo que se viene apuntando desde hace años, que se ha profundizado de manera acelerada durante la pandemia y que ahora con esta guerra vamos a ver cómo se ubican estas dos potencias y cuál de las dos sale más beneficiada de lo que está sucediendo en Europa.

Lo que está claro es que la UE no va a ser la gran ganadora de esta guerra porque, además de tenerla en su propio territorio, va a tener que hacerse cargo de los destrozos y del proceso de recuperación de Ucrania cuando se termine.

¿Y qué sucede con la negociación? ¿Lleva estancada desde Turquía?

Las vías diplomáticas han seguido abiertas. Lo que sucede es que ha sido a un nivel muy bajo de negociación. Son negociaciones que se mantienen de manera muy discreta. Escuchábamos estos días cómo está circulando esta nueva propuesta procedente de Rusia, pero que el Gobierno ucraniano todavía no ha confirmado ni ha desmentido que haya recibido. Por tanto, tendremos que estar expectantes ante los próximos acontecimientos. Esta es una realidad que cambia prácticamente día a día y que tendremos que ir analizando.

Yo creo que es importante tener claro que hay varios niveles de análisis. Uno es el teatro de operaciones en Ucrania, ver cómo se va desarrollando. Otro nivel de análisis tiene que ver con las posiciones que van a ir adoptando las diferentes potencias mundiales y el papel que van a jugar en el contexto de la guerra y, sobre todo, la prolongación de la misma.

La opinión pública debe saber que estamos ante un gran dilema, que es tener una guerra larga, que dure meses e incluso años y que se trataría de una guerra de desgaste fomentada por las potencias occidentales armando a Ucrania para que tenga capacidad de resistencia con el objetivo de desgastar el Gobierno ruso y finalmente hacerlo caer, o tener una guerra corta, en la que eventualmente podría salir victorioso el Kremlin y que además estaría vinculado a pérdida territorial por parte de Ucrania. Por tanto, este es el gran dilema ante el que nos encontramos, y tendremos que ir viendo dónde nos situamos. También habrá que evaluar el impacto de los importantes paquetes de sanciones que han sido aprobados por parte de la UE, viendo cómo impactan en Rusia, pero también en nuestras propias sociedades, y si se consigue mantener esa enorme cohesión y unanimidad que se ha estado viendo en los últimos meses en el marco del Consejo Europeo.

¿El envío de armas por parte de occidente puede ser determinante en el devenir de la guerra?

Por supuesto. Lo que estamos observando es que lo que está pidiendo Ucrania son cada vez armas más potentes. Armas que quieren controlar el cielo, es decir, fuerza aérea y, por tanto, va a depender de las decisiones que tome occidente en ese sentido y ver qué tipo de armas, de equipamiento y de efectivos cede occidente a Ucrania que le permitan resistir los embates del ejército ruso. Creo que ese es el objetivo de EEUU: mantener viva esta guerra para transformarla en una guerra de desgaste que se prolongue en el tiempo hasta que eventualmente caiga por su propio peso el régimen de Putin. Yo creo que es una hipótesis bastante arriesgada, pero creo que es a lo que están jugado las potencias occidentales.  

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