ENTREVISTA Historiador

Rick Perlstein: “Un segundo impeachment a Trump es la manera de crear un registro histórico que recuerde este insulto a la democracia”

María Ramírez

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El historiador Rick Perlstein ha escrito el relato más completo y detallado de la evolución del Partido Republicano desde los años 50 en una tetralogía que acaba de concluir con Reaganland: America's Right Turn 1976-1980, sobre el ascenso de Ronald Reagan. La crudeza creciente de los conservadores y lo que él llama la “sureñización” de Estados Unidos que ha descrito a lo largo de miles de páginas, según él, han estallado ahora de manera dramática con el asalto al Capitolio. Perlstein, que vive en Chicago, cruce de caminos y buen reflejo de Estados Unidos, tiene esperanza de que éste sea un punto de inflexión que cambie el rumbo del país.   

¿Qué significaría un impeachment ahora, unos días antes de que Trump se vaya del cargo? ¿Es una señal para el futuro o para la historia? Sería el único presidente en pasar por este juicio político del Congreso dos veces...

Representa una oportunidad extraordinaria para el Partido Demócrata, aunque sigue siendo cuestionable si es una oportunidad que debe aprovechar. Me recuerda a cuando Franklin Roosevelt heredó la presidencia en 1933 de Herbert Hoover. Se culpó de manera generalizada a Herbert Hoover de haber empeorado la Depresión. Y Franklin Roosevelt actuó con decisión y fue ampliamente reconocido por haber sacado al país de la Depresión durante una generación, incluso hasta la Administración Reagan. El nombre de Herbert Hoover era todo lo que se necesitaba decir para crear un aura de fracaso en todo el Partido Republicano.

Con el colapso de la fe en Trump en el Partido Republicano y el hecho de que sus antiguos aliados se están distanciando de él, parece que el Partido Demócrata está ahora decidido a crear un registro histórico que recuerde este insulto a la democracia. El impulso a favor de la Vigésima Quinta Enmienda de la Constitución, el impeachment y las llamadas a que dimita son formas de documentarlo. 

Flota en el aire la idea de que el trumpismo colgará del cuello de todo el Partido Republicano durante una generación.

La historia puede girar en un eje muy estrecho. Las cosas pueden acumularse durante mucho tiempo y de repente la presa se rompe. El suelo puede moverse bajo nuestros pies y de repente nos encontramos en una nueva realidad política. Pero en la política no pasa nada a menos que se haga realidad. Será interesante ver qué hacen ahora Joe Biden y el liderazgo demócrata con esto en un partido donde no hay mucha confianza operativa entre su ala izquierda más joven y su ala centrista más vieja.

Biden es un tipo que sabe cómo funcionan las burocracias federales. Sabe a quién llamar para resolver problemas. Tal vez en esta coyuntura particular, la ideología no es tan importante como la capacidad de simplemente enderezar el barco y devolver tu competencia y confianza a las funciones básicas del gobierno federal. Así que es un momento decisivo extraordinario.

Lo que hemos vivido ahora es algo de lo que hablaremos en las próximas décadas o siglos: el 6 de enero, el 3 de noviembre...

Es un momento de miseria y muerte, y desconfianza y miedo. Pero esto es historia.

Ya antes de las elecciones se hablaba del riesgo de violencia, pero ¿le sorprendió el asalto al Capitolio?

No, no me sorprendió en absoluto.

La revista Vanity Fair preguntó a un grupo de escritores, incluyéndome a mí, historiadores, guionistas y comentaristas sobre el final de la presidencia de Trump. Y yo fui la única persona que incluyó violencia y muerte en su relato.

Creo que esto tiene que ver con que a Estados Unidos le cuesta un poco ver la fealdad, reconocer la oscuridad en su propia sociedad, en su pasado y en su presente.

Pero me he ganado la vida estudiando la derecha estadounidense durante los últimos 23 años, tomándole la palabra de manera literal. He escrito desde 2007 que hay millones de personas en Estados Unidos que no consideran a los demócratas, y mucho menos a los demócratas de izquierdas, participantes legítimos en el gobierno estadounidense.

Aun así, son una minoría. No hay 70 millones de personas así en Estados Unidos, ¿verdad?

La palabra minoría es muy interesante porque, por supuesto, la coalición republicana es la coalición minoritaria. Los republicanos han perdido el voto popular en siete de las últimas ocho elecciones presidenciales. Por la forma en que está establecido nuestro sistema constitucional, pueden controlar el país con una minoría de personas. Esas personas están en los lugares correctos, es decir, en lugares rurales que tienden a ser conservadores. 

Y, por supuesto, las personas que estén dispuestas a tomar las armas por cualquier causa son una minoría de la minoría. Pero hay suficientes. Hay una masa crítica, y en los últimos años está ansiosa de pelear, como cuando han ido a grandes ciudades para crear incidentes, como en Seattle o en Portland. 

Esto es descendiente directo de movimientos de milicias ciudadanas armadas que se remontan al menos a los años 90 e incluso a principios de los años 60. 

También hay una región entera, el Sur, que recurrió a la violencia armada contra las acciones del gobierno federal y eso es central en su cultura política. Forma parte de nuestra historia.

Aun así, la última vez que alguien asaltó el Capitolio fue en 1814 con la ofensiva del ejército británico... 

Hace 200 años, sí. Hay grupos de la vida estadounidense que siempre han existido en los márgenes, pero ahora han migrado al centroderecha. 

Para mis libros he pasado mucho tiempo leyendo el registro del Congreso. Si pasas un día leyendo el registro del Congreso de, digamos, 1966, te viene a la mente cuando Martin Luther King estaba en Chicago y encuentras a un congresista llamado John Rarick de Louisiana diciendo cosas tan locas como que lo que estudió Martin Luther King fue cómo iniciar un motín de los comunistas en Saigón. 

John Rarick no era el presidente de Estados Unidos, claro. Era solo un congresista de Louisiana, pero este es el tipo de formas de pensar y hacer política que siempre han existido en los márgenes.

¿Cómo describiría lo que ha pasado? ¿Es ‘insurrección’ la palabra correcta?

Sí, hubo un ataque armado. Hubo un intento violento, con bombas caseras, que es un ataque terrorista muy común. La táctica es crear confusión y caos y algo que tenga una gran cobertura, como asaltar un edificio. Es un intento organizado de suspender las operaciones de un gobierno. En este caso, la operación más sagrada e importante. 

En la historia que tan bien ha descrito de la derecha en Estados Unidos, ¿cómo encaja este momento? ¿es el resultado de todo lo que pasó desde los 50?

Creo que es la apoteosis de una larga historia de supremacismo minoritario y reaccionario que se remonta a la creación de una institución en la que el Sur acordó unirse a la Unión a cambio de tener un sistema en el que cada estado tiene dos senadores y que permite tener el control operativo del gobierno incluso si no tiene el apoyo de la mayoría de la gente.

El Sur ha intentado mantener en muchas ocasiones la supremacía blanca a través de la fuerza de las armas. 

Este era el Sur gobernado por el Partido Demócrata, y luego el Partido Republicano heredó esa tradición. Lo que estamos viendo ahora es una continuación, la culminación quizás de una tradición.

Cuando los intentos de mantener un gobierno reaccionario usando los medios autoritarios se derrumban se recurre a la fuerza. Y cuando los líderes hacen eso, se requiere una continuación de este tipo de retórica apocalíptica acerca de un enemigo que debe ser derrotado si se quiere mantener la civilización.

La frase favorita de Donald Trump de “ni siquiera tendremos un país” es una frase sureña, con la idea de preservar el estilo de vida sureño. La idea de que la propia esencia depende de que el enemigo sea aniquilado. 

Es una parte muy importante de la historia del sur de Estados Unidos. Y de mucho de lo que hemos visto en los últimos años. Lo que he estado estudiando sobre los últimos 60 años es la “sureñización” de la política estadounidense.

Cuando uno de los delegados de Barry Goldwater, en la convención de 1964, anunció su victoria dijo: “Empujaremos la línea Mason-Dixon (la que marca el comienzo del sur en EEUU) hasta Canadá”. En el mismo año, a George Wallace le fue bien en las primarias demócratas, también en los estados del norte, Indiana, Wisconsin y Maryland.

Algunas personas buscan instintivamente la reconfortante idea de que esto no es Estados Unidos. Esto también es parte de Estados Unidos. Igual que esta idea de que una minoría reaccionaria puede gobernar por derecho y que si su gobierno se ve amenazado, la fuerza es legítima como respuesta.

Entonces, ¿Pensilvania es ahora el nuevo sur? O el viejo sur... ¿Y Georgia ya no es tan sur?

También se está dando la americanización del sur. La elección de Georgia ha sido fascinante con una brecha clara entre blancos y negros. Por supuesto, muchos progresistas blancos votaron a los demócratas y estoy seguro de que hay republicanos negros en Georgia. Pero mucho de esto es resultado del pecado original de Estados Unidos: la brecha de raza y esclavitud.

¿Y qué pasa ahora? ¿Trump es la culminación de todo esto o será una ruptura?

Hay fallas que explotan a intervalos regulares en la historia de Estados Unidos.

La respuesta estadounidense tradicional es básicamente declarar una tregua, decir que podemos reconciliarnos y luego realmente no hacer el trabajo necesario.

¿Volverá a pasar, con un perdón o un intento de olvido de Trump?

Biden parece muy enojado. Ha estado hablando en términos sorprendentemente duros. Creo que el hecho de haber visto al Partido Republicano saboteando su transición y saboteando al gobierno que está a punto de heredar toca algo muy profundo en él porque cree profundamente en estas instituciones gubernamentales.

También creo que le resultará fácil volver a sus instintos del compromiso. Pero nunca se sabe. 

En su libro recuerda cómo Newt Gingrich (que fue el presidente de la Cámara de Representantes en los 90) dijo en 1978 que los republicanos no eran suficientemente desagradables. ¿Se ha cumplido su sueño?

Sí, hemos probado el estilo de Newt.

Y el Partido Republicano parece estar a nuestros pies en ruinas humeantes. Pero Richard Nixon también era bastante desagradable y llevó al Partido Republicano bastante bajo. Hay un patrón. Habrá notado en mis libros que cada vez que un demócrata derrota en las elecciones presidenciales a un republicano, los expertos tienden a declarar el conservadurismo muerto para la política estadounidense.

Y el conservadurismo es una de las cosas que hacemos los seres humanos. Y no creo que vaya a irse. Pienso en las contradicciones entre la América metropolitana y la América rural. 

Viví un tiempo en un condado bastante rural de Illinois donde el 75% votó a Trump. Y una de las cosas realmente sorprendentes que veo en periódicos de pueblos pequeños es lo desesperados que están, como reflejan todos los artículos sobre campañas de caridad y las páginas de esquelas llenas de personas que tienen poco más de 40 años. 

No es algo fácil de hacer, pero hay que proporcionar un poco más de certeza existencial a los estadounidenses, una manera de luchar contra la demagogia.

Creo que tenemos excelentes ejemplos históricos de naciones profundamente traumatizadas que se redimieron y crearon prosperidad. Finlandia, Irlanda, Alemania o incluso España. 

Estamos en un punto de inflexión profundo en el experimento estadounidense. Es una experiencia aleccionadora intentar descubrir cómo llegamos a este punto y adónde podemos ir.

¿Ha asustado Trump a la red de lobistas, empresarios y consultores políticos que usted describe como lo que ayudó a empujar el giro a la derecha en Estados Unidos?

Creo que son la clase política de Estados Unidos y que le ha fallado a los ciudadanos de muchas formas convergentes de izquierda, de derecha y de centro.

Hasta anteayer, Donald Trump y su familia eran héroes de la sociedad bipartidista de Nueva York. Hasta ahora, Henry Kissinger es amigo de Hillary Clinton.

Pero todavía tenemos el jazz, y todavía tenemos el rock and roll, una increíble energía cultural, belleza y dinamismo.

Usted escribe cómo justo antes de la victoria de Reagan muchos daban a los republicanos y a él mismo como acabados. ¿Ve ahora alguna tendencia que se está exagerando?

Nancy Pelosi dijo que era una fiesta de epifanía y tal vez los republicanos tuvieran una epifanía. No creo que sea así cómo funciona la mente humana. 

Creo que es una perspectiva muy superficial e imprudente para un líder político. 

Hace falta el tipo de sabiduría, fortaleza, compasión y dureza que alguien como Franklin Roosevelt mostró en los años 30.

Ese es el sueño de Biden, según su biógrafo Evan Osnos...

Podría ser. Lo que más me gusta del presidente Biden es que tiene la madurez y la sabiduría para decir que su papel es básicamente reservar el sitio para la próxima generación de líderes demócratas.