La jugada de Trump de dejar su imperio en manos de sus hijos no aleja las dudas sobre conflictos de intereses

Dominic Rushe

Nueva York —

Este miércoles, Donald Trump finalmente construyó un muro. Un muro literal de papeles que según él va a proteger su presidencia de cualquier acusación de conflictos interés. 

Pero es muy poco probable que eso funcione.

Señalando un escritorio con siete pilas de papeles, en su primera rueda de prensa desde su triunfo en las elecciones, el presidente electo dijo: “Estos papeles son sólo algunos de los documentos que he firmado para delegar completamente el control de mis negocios a mis hijos”.

Trump y una de sus asesores, Sheri Dillon, socia del despacho de abogados Morgan, Lewis & Bockius, detallaron más tarde una serie de medidas diseñadas para acallar las críticas:

  • El presidente electo pondrá todos sus negocios en manos de un fondo manejado por sus hijos y otros directivos, de forma que él abandonará sus negocios privados y renunciará a todos los puestos en sus empresas. 
  • Las empresas de Trump no harán “ningún negocio en el extranjero” durante su mandato como presidente.
  • Cualquier emprendimiento nuevo dentro del país tendrá que ser aprobado por un asesor independiente en cuestiones éticas. 
  • Los beneficios que resulten del alojamiento de funcionarios extranjeros en hoteles de Trump se donarán al gobierno de Estados Unidos. 

Además, Dillon aseguró que Trump, cuyos tuits han retirado por un momento del mercado de valores miles de millones de dólares de las empresas a las que ha criticado, ya se ha deshecho de todas sus inversiones públicas y “fácilmente liquidables”, y ha cancelado los 30 contratos que tenían pendientes sus empresas.

“Tampoco se puede pretender que el presidente electo Trump destruya la empresa que construyó”, aclaró Dillon.

Según el plan, el nuevo presidente estará absolutamente alejado “del manejo de la empresa” –que controlarán sus hijos Donald Jr. y Eric, junto con el director financiero de la Organización Trump, Allen Weisselberg– y “tomará todas las medidas posibles para dejar en claro que no estará utilizando su puesto como presidente para beneficio personal”.

Ivanka Trump –cuyo marido Jared Kushner fue nombrado asesor principal del presidente el pasado lunes y se enfrenta a sus propias acusaciones por conflictos de interés– dimitirá de todos sus puestos en la Organización Trump y en la marca Ivanka Trump, y se mudará a Washington para enfocarse en sus hijos, remarcó Dillon.

Este plan fue publicado en un documento de seis páginas que repartió el equipo de transición de Trump el miércoles por la tarde. 

Para probar qué tan transparente será su presidencia, Trump anunció que hace unos días rechazó un negocio de 2.000 millones de dólares (1.877 millones de euros). “El fin de semana pasado me ofrecieron un negocio de 2.000 millones de dólares en Dubái” con “un amigo mío”. “Un tío genial”, dijo Trump.

“Lo rechacé. No tenía por qué hacerlo, porque como sabéis no hay ningún conflicto de intereses porque sea el presidente”, señaló Trump, refiriéndose al hecho de que el Congreso suele eximir al presidente y al vicepresidente de las leyes sobre conflictos de intereses para no limitar su libertad de actuar en beneficio de los intereses del país.

Sin embargo, Trump está sujeto a la cláusula constitucional de honorarios, una disposición anti-sobornos que prohíbe que el presidente acepte “ningún regalo, honorario, puesto, o título de ningún tipo, de parte de ningún Rey, Príncipe o Estado extranjero”.

Dado el imperio empresarial de Trump, funcionarios extranjeros podrían estar tentados de probar los límites de esa cláusula y reservar habitaciones en los hoteles de Trump, por ejemplo, para ganarse el favor del presidente. La medida de donar al gobierno estadounidense los beneficios que resulten del alojamiento de dignatarios extranjeros en hoteles de Trump apunta a prevenir ese conflicto. Pero teniendo en cuenta la magnitud de los negocios internacionales de Trump, es poco probable que la cláusula de honorarios lo detenga.

Un “camino peligroso”

“Hoy, el presidente electo Trump ha marcado un camino muy peligroso para él mismo y para el país”, declaró Fred Wertheimer, presidente del grupo de vigilancia gubernamental Democracy 21.

Agregó que estaba claro que Trump mantendría la propiedad de todo su imperio empresarial. “Estas medidas van a traer graves conflictos de intereses y de apariencias de conflictos durante su presidencia. Además, los conflictos de intereses pueden fácilmente derivar en prácticas de corrupción y escándalos”.

“El presidente electo Trump está montando el escenario para aprovechar su puesto para sus intereses económicos personales de una forma que no se ha visto nunca antes. Con el presidente Trump en una posición que le permite beneficiarse económicamente de sus empresas internacionales, el pueblo estadounidense no podrá distinguir en nombre de qué intereses se toman las decisiones políticas del presidente: si en nombre de los intereses económicos del propio Trump, de sus benefactores o del pueblo estadounidense.”

Además, el tan esperado plan no logrará acallar a los críticos de Trump. Walter M. Shaub, director de la Oficina de Ética gubernamental, comparó desfavorablemente el plan con la decisión del Secretario de Estado propuesto, Rex Tillerson, de cortar sus vínculos con ExxonMobil.

“Es fácil ver que el plan actual no logrará nada en comparación con el corte de vínculos que Rex Tillerson está llevando adelante con Exxon,” afirmó Shaub. “Retirarse del manejo de los negocios no significa nada desde una perspectiva de posibles conflictos de intereses. La presidencia es un trabajo de tiempo completo y de todas formas iba a tener que apartarse del control de sus negocios. La idea de montar un fondo para el control de las empresas no suma nada a la ecuación. Porque no es un fondo ciego ni nada que se le parezca.”

La Oficina de Ética Gubernamental (OGE, por sus siglas en inglés) declaró en diciembre que su visión era que “el presidente debería comportarse 'como si' estuviera limitado por una ley de conflicto de intereses económicos [18 U.S.C. § 208]”.

“Dadas las circunstancias únicas del puesto de presidente, la visión de la OGE es que un Presidente debería obedecer esta ley despojándose de negocios conflictivos, estableciendo un fondo ciego, o ambas cosas”, escribió la OGE en respuesta a las preguntas que le envió el senador demócrata Thomas Carper. “Sin embargo, aunque todos los presidentes de la era moderna han cumplido con las recomendaciones de la OGE, la OGE no tiene potestad para obligar a un presidente a seguir esta tradición”.

Peter Henning, profesor de Derecho de la Universidad Estatal Wayne, señala que incluso si el propio Trump se encontrara legalmente libre de acusaciones de conflictos de intereses, lo cual sería discutible, el nuevo arreglo haría muy poco por evitar futuros conflictos. 

“Son sus hijos, y él los ha formado. ¿Dejará de hablarles durante los próximos cuatro u ocho años?”, se pregunta Henning. Dillon les aseguró a los periodistas que Trump sólo se enterará de los nuevos negocios de sus empresas “si lo lee en el periódico o si lo ve en televisión”. 

“Dada la atención mediática que tendrá, decir que Trump se enterará de sus negocios por los medios de comunicación es como decir que siempre se enterará”, analiza Henning. Según Henning, al decidir no ceder el control de sus empresas a directivos externos, Trump ha creado una “máquina de Rube Goldberg” –un aparato innecesariamente complicado para resolver un problema muy simple– que muy probablemente no cumpla con su objetivo.

“¿Sus decisiones se verán afectadas por sus negocios personales? Posiblemente no. Pero el problema es la percepción”, afirma Henning. Trump les ha dado a sus hijos las llaves de un negocio que tiene su nombre grabado en oro en la puerta. “Cualquier disposición nacional sobre nepotismo o conflicto de intereses habla no sólo de los intereses propios sino también de la familia. Sólo porque no se aplica a él no significa que no esté mal”, sostiene Henning.

El propio Trump parece desautorizar la independencia que tendrán sus hijos al mando de su imperio. “Espero que al finalizar los ocho años, pueda volver a mis empresas y decir 'vaya, habéis hecho un buen trabajo'”, dijo. “Si no, si han hecho un mal trabajo, les diré: 'estáis despedidos”. 

Información adicional a cargo de Alec Luhn desde Moscú

Traducción de Lucía Balducci

El 'Oscar' ruso

Morgan, Lewis & Bockius, el despacho de abogados que utiliza Trump, ha ganado el “Oscar judicial” ruso en 2016, según el periódico empresarial Vedomosti. Chambers y Asociados, que califica despachos de abogados en todo el mundo, nombró a la oficina rusa de Morgan, Lewis and Bockius “Despacho del Año”, remarcando su trabajo en materia energética, financiera y en fusiones y adquisiciones en ese país.