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AKK, la sucesora elegida por Merkel que no será su clon

La nueva presidenta de la Unión Cristiadenomócrata (CDU), Annegret Kramp-Karrenbauer.

Alan Posener

Corresponsal de Die Welt en Berlín —

Finalmente, Annegret Kramp-Karrenbauer –AKK, como la llaman sus seguidores– es la nueva líder de la CDU. Tras ganarle por poco a su contrincante Friedrich Merz, el periódico Bild tituló: “¡Kramp-Karren-Poder!” Sin embargo, la mujer que demostró tener el poder el viernes durante el congreso de la CDU no fue AKK, sino Angela Merkel. AKK fue la elegida por Merkel. Por primera vez en la historia de Alemania desde la Segunda Guerra Mundial, una líder nacional ha controlado su propia sucesión.

Konrad Adenauer y Willy Brandt fueron presionados a retirarse. Los interinos Ludwig Erhard y Kurt Georg Kiesinger nunca tuvieron oportunidades reales de ganar. Helmut Kohl y Gerhard Schröder fueron derrotados en las elecciones antes de caer en desgracia: Kohl a causa de un escándalo de financiamiento del partido y Schröder por aceptar un empleo con Gazprom.

Merkel declaró que no intentaría conseguir otro mandato cuando termine éste en el año 2021, y luego se arriesgó a renunciar al liderazgo del partido y elegir a Kramp-Karrenbauer, a quien había puesto de secretaria general, como su sucesora. Si el partido quería romper con el legado de modernización de Merkel, de hacer de la CDU el partido preferido por las élites urbanas, las mujeres modernas y las minorías, incluso a expensas de alienar aún más a los votantes conservadores, éste era el momento para hacerlo.

Algunos pesos pesados del partido que están descontentos decidieron aprovechar la oportunidad. El exministro de economía Wolfgang Schäuble, al que alguna vez le habían ofrecido ser el sucesor de Kohl pero Merkel lo hizo a un lado, convenció a Merz de que se presentase como candidato. A principio de los años 2000, Merkel le había quitado a Merz el liderazgo del grupo parlamentario del partido. Merz se pasó los siguientes años acumulando experiencia en el mundo empresarial y muchísimo dinero gracias a su empresa de administración de activos, Black Rock. A Merz lo apoyó otra víctima de las maniobras de Merkel, Günther Oettinger. Igual de ambicioso que Schäuble y Merz, Oettinger había sido relegado a un puesto de delegado en Bruselas.

Entonces, Merz representaba la esperanza –o la amenaza– de que la CDU volviera a la era Kohl: un giro a la derecha con la esperanza de recuperar los votos que la CDU perdió a manos de la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD, por sus siglas en alemán). Merz se convirtió inmediatamente en el favorito de los medios de comunicación de derechas y de los grupos pro-empresariales de la CDU. Por otro lado, AKK era la candidata de las mujeres y las organizaciones de jóvenes del partido. Mujeres y jóvenes contra empresarios, los medios y los patriarcas: antes de Merkel, el tema hubiera sido muy evidente.

Si hubiera ganado Merz, los analistas estarían especulando con cuánto tardaría en destronar a Merkel. Ahora, en cambio, están preguntándose cuánto tiempo podrá AKK sostener a Merkel en el poder. El punto débil en la coalición de Merkel es el Partido Socialdemócrata (SPD), que está en caída libre en los sondeos. El SPD mira con envidia la resurrección del partido laborista británico gracias a Jeremy Corbyn y con ansiedad al Partido Socialista francés, que alguna vez fue potente y ahora ha quedado marginado. El SPD podría saltar del barco en cualquier momento, y AKK podría ser quien los empuje, muy a pesar de sí misma. Ella le dijo al partido antes de su victoria que los días en que “ejecutábamos las políticas del Gobierno” se habían terminado y que la CDU espera que el Gobierno siga la línea del partido.

¿Entonces, qué podríamos esperar de AKK como líder de Alemania? Si bien le es leal a Merkel, no es su clon. Merkel es una mujer protestante nacida en el este del país. AKK es católica y nació en Sarre, en el límite entre Alemania y Francia. Merkel no tiene convicciones propias, mientras que AKK es conservadora y pro-UE. Merkel llegó al poder como un símbolo de la mujer de Alemania Oriental tras la unificación; AKK fue ascendiendo peldaños de la juventud y las organizaciones de mujeres de la CDU, luchó por ganar elecciones y liderar gobiernos a nivel local y estatal, y entiende qué entusiasma al partido. Nadie duda de su capacidad. Si le dan una oportunidad, sería una líder resuelta –y de voz fuerte– para Alemania y Europa, y menos propensa a la dilación silenciosa de Merkel.

Por supuesto, las opciones europeas de AKK están limitadas por el estado de la Unión. Siendo casi seguro que Reino Unido se aleje por el Brexit, ahora parece que Alemania va a perder a Francia en manos de los chalecos amarillos. Italia, Hungría, Polonia y otros países de Europa del Este se están rebelando contra Bruselas. Cabe la esperanza de que Merkel utilice su renovada libertad para intentar algún gran acto de malabarista en Europa. Pero con todos los pesos pesados paralizados por el populismo, excepto Alemania, es probable que Merkel se limite a un rol formal y le deje a AKK el trabajo de resolver el desorden en Europa.

Si alguien puede hacerlo, es ella. Como católica de un pequeño estado alemán, comprende la subsidiariedad y los resentimientos de los países pequeños de la UE de una forma que la prusiana Merkel jamás pudo hacerlo. Con su espíritu europeo innato, va a luchar por preservar la Unión. Quién sabe, quizás hasta encuentre la forma de hacer regresar al Reino Unido.

Traducido por Lucía Balducci

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