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The Guardian en español

La ultraderecha ya no es el principal partido de la oposición de Alemania: así ha perdido fuerza

El copresidente de AfD Jörg Meuthen, en el congreso del partido en Dresde.

Kate Connolly

Berlín —

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Después de que en 2017 entrara como un torbellino en el Parlamento alemán, la formación de ultraderecha Alternative für Deutschland [Alternativa por Alemania, AfD, por sus siglas en alemán] ha perdido en las elecciones de este domingo su condición de principal fuerza opositora, aunque todavía aguante como el partido más fuerte en algunas zonas del este alemán.

El partido saltó a la fama por su campaña anti-inmigración tras la llegada de aproximadamente un millón de refugiados en 2015, pero en los últimos tiempos se ha centrado en criticar la gestión gubernamental de la pandemia. A nivel nacional, bajó algo más de 2 puntos, y logró el 10,3% de los votos.

La formación perderá una preeminencia en el Parlamento que le permitía subir a la tribuna inmediatamente después de las intervenciones de la canciller y que, en muchas ocasiones, aprovechaba para convertir el debate parlamentario en una airada discusión de trincheras. Su puesto lo ocupará ahora el partido con mayor porcentaje de voto que quede fuera del gobierno una vez terminadas las negociaciones de coalición.

Reducto en el Este

Aun así, la AfD consolidó este domingo su base electoral en el estado oriental de Sajonia, donde volvió a salir como el partido más fuerte con un 24,6% (2,4 puntos menos que en 2017); y por primera vez logró el liderazgo en Turingia, con un 24%, (1,3 puntos más).

En Sajonia, la formación de ultraderecha parece haberle comido terreno a los conservadores de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), que tuvieron unos resultados pésimos con una caída de casi 10 puntos y poco más del 17% de los votos, ocupando el tercer lugar por detrás de la AfD y de los socialdemócratas (SPD).

En Turingia, donde la Oficina Federal de Protección de la Constitución tiene a la AfD bajo observación por sus presuntos vínculos con el extremismo de derechas, la CDU cayó 12 puntos porcentuales hasta el tercer puesto (16,9%), por detrás del SPD.

La AfD fue fundada en 2013 como un movimiento contra la moneda única europea, pero desde entonces ha ganado un firme apoyo entre los colectivos que pasaron por dificultades económicas tras la reunificación alemana. La idea del “Este desfavorecido” se ha convertido en su tema central.

Los analistas sugieren que la AfD, que no mejoró mucho sus resultados en otros distritos electorales, ha agotado sus posibilidades de crecer más allá de su bastión en el antiguo Este comunista. El argumento es que se percibe como un partido de protesta con pocas posibilidades de entrar en el gobierno, ya que el resto de formaciones descarta la posibilidad de una alianza con AfD. 

Peleas internas

Dentro del partido hay peleas por el camino que deben seguir, pero su dirección sugiere que el partido está abierto a ampliar el potencial de la formación asociándose a la CDU.

En una fiesta el día de las elecciones en una discoteca de Berlín, los miembros de la AfD parecían celebrar menos su éxito relativo que la salida de Merkel, presentada como un logro propio pese a que se trata de una decisión planificada desde hacía tiempo, y en gran medida, por la propia Merkel.

“¡Merkel se ha ido!”, gritaba desde el escenario Alexander Gauland, un antiguo dirigente del partido. Un eco del cántico “Merkel raus” (Merkel fuera), que solían entonar grupos de protesta en actos y mítines electorales a los que asistía la canciller saliente. “Sacarla era nuestro objetivo”, dijo Gauland entre los aplausos de los simpatizantes de AfD, “y hoy lo hemos cumplido”.

Con Armin Laschet como candidato, los conservadores de la CDU han obtenido su peor resultado histórico en unas elecciones federales. Gauland los instó a revertir su decisión de no trabajar nunca con la AfD. Insistió en que la CDU se vería obligada a “cambiar de rumbo” si el SPD llegaba al poder.

Es una idea con la que han jugado algunos miembros de la CDU. El domingo se demostró el fracaso de otra estrategia de los conservadores: tratar de ganar a la AfD en su propio juego presentando a un candidato archiconservador en un bastión de la AfD para recuperar votantes, una jugada que, de haber tenido éxito, podía haberse convertido en un proyecto para el futuro del partido.

“Dexit”

Hans Georg Maaßen, exjefe del servicio de inteligencia nacional de Alemania, se presentó en el distrito electoral 196 de Turingia con la esperanza de que su tono provocador y la clara orientación a la derecha de su campaña ayudaran a la CDU a recuperar votantes de la AfD. Pero apenas logró el segundo puesto y por los pelos: sacó solo un punto más que la AfD y casi 12 puntos porcentuales menos que el candidato del SPD, el exolímpico Frank Ullrich, que obtuvo el 33,6%.

Otro candidato de la CDU que no tuvo éxito en Sajonia fue Marco Wanderwitz, el Defensor del Pueblo para el este de Alemania, con una estrategia opuesta a la de Maaßen. Trató de distanciarse de la AfD, pero la forma en que estigmatizó a los simpatizantes de la formación de ultraderecha, declarándolos “perdidos para un sistema democrático” tras haber sido “socializados durante la dictadura”, resultó contraproducente.

Tino Chrupalla, pintor de profesión, venció a su rival de la CDU y ganó para la AfD el mandato directo de la ciudad sajona de Görlitz, en la frontera con Polonia, con un 28,6% de los votos. Dijo que había “castigado a la CDU” y que quería convertirse en líder del partido. Ya ha declarado cuál será uno de sus objetivos futuros: luchar por “el Dexit”, la salida de Alemania de la Unión Europea.

Traducido por Francisco de Zárate

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