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La última película de Robert Redford

Robert Redford, en un fotograma de la película 'The old man and the gun'

Janina Pérez Arias

Zürich —

Te metes en el cine a ver The Old Man and the Gun, y todavía está fresca la decisión-duda de Robert Redford de retirarse definitivamente de la actuación. “Que ya no quiere más”, dijo, “que eso no quiso decir”, se retractaría días más tarde. Pudo haber sido un empujoncito para que masivamente la gente fuese a ver un final histórico en la gran pantalla, el del guapo Redford con su mandíbula cuadrada y peinado indeleble ante el paso del tiempo. Pero, ¿era necesario ese que-sí-que-no-que-vamos-a-ver? Pues no. The Old Man and the Gun, dirigida y escrita por David Lowery (A Ghost Story, Peter y el dragón), mezcla los encantos de Robert Redford, la naturalidad y dulzura de Sissy Spacek y el anti heroísmo de Casey Affleck, con una historia que, si no hubiese sido verdadera, jamás se le hubiera ocurrido a nadie para contarla.

En The Old Man and the Gun se narran las aventuras del atracador de bancos Forrest Tucker (Redford), quien a causa de una vida delictiva bastante nutrida, iniciada en la infancia, fue huésped intermitente de varias cárceles. Su facilidad para escabullirse de las prisiones le dieron la fama de “artista del escape”; fue pues todo un houdini que logró fugarse de cárceles de alta seguridad como San Quentin y Alcatraz. “Esta historia es prácticamente verdadera”, se anuncia en el inicio de esta cinta rodada con un fascinante estilo retro de finales de los 70 y principios de los 80. Una época que en términos de cinematografía siempre tendrá una fuerte conexión con las películas del hombre que se nos quiere jubilar. Son varios los aspectos que destacan en The Old Man and the Gun, como el sabor de nostalgia del cine de los 70 y 80, pero sobre todo su muy bien llevado tono de comedia, sus diálogos ágiles y perspicaces, la química entre Spacek (en el rol del amor otoñal de Forrest) y Redford, así como Tom Waits interpretando a Waller (uno de los colegas de banda de Tucker), lo cual es todo un deleite.

Muchas escenas de este filme están tan maravillosamente logradas, que muy bien podrán aguantar el paso del tiempo. Aún está por verse si The Old Man and the Gun, de la cual Redford también es productor, es su adiós definitivo de la gran pantalla. Cierto es que a sus ochenta y tantos años nuestro hombre viejo sigue dando batalla con varias “pistolas” en la mano.

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