22 años del jueves negro de Arnedo
En Arnedo, todos recuerdan nítidamente donde estaban el 17 de agosto de 1995. Aquella noche, ETA intentó cometer una matanza en la casa cuartel de la Guardia Civil, con 50 kilos de explosivos en dos mochilas bomba. Afortunadamente, sólo hubo que lamentar daños materiales, aunque fueron cuantiosos. Numerosas viviendas del entorno y la propia casa cuartel quedaron muy dañadas y unas 30 personas resultaron heridas por los cascotes y los cristales. Hoy se cumplen 22 años del siniestro.
El atentado podría haber sido mucho más grave si no llegan a intervenir dos policías locales, que sospecharon de tres jóvenes a los que vieron en el aparcamiento del cuartel. Estos, al ver a los agentes, actuaron con rapidez, sacaron las mochilas precipitamente de su coche y huyeron. Los policías les persiguieron y comprobaron que, en el camino a Calahorra, habían tenido un accidente. Al acercarse fueron encañonados y obligados a esposarse entre sí, como indica El País. Los terroristas huyeron en el coche patrulla y en Pradejón obligaron a los ocupantes de otro coche a detenerse y dejarles el coche.
Mientras tanto, en Arnedo, los vecinos se despertaron de forma inesperada por el ruido de la explosión y salieron a la calle inmediatamente. Marcos de ventanas, puertas y cristales saltaron por los aires. El pánico se extendió y los médicos y enfermeras del ambulatorio, ubicado muy cerca de este lugar, tuvo que emplearse a fondo para curar a los heridos.
Los terroristas buscaban ocasionar el mayor daño posible: trataron de colocar la bomba en la trasera del acuartelamiento, donde viven 15 familias, aunque sólo veintidós guardias lo ocupaban durante las vacaciones. La intervención de los policías evitó la masacre, aunque el 17 de agosto quedó para siempre grabado en la memoria de los arnedanos.
0