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Comienza el juicio contra el 'monstruo de Amstetten'

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En total, Fritzl se enfrenta a los cargos de asesinato, violación, privación de libertad, esclavización e incesto, después de un suceso tan abominable que el Gobierno austríaco se ha visto obligado a emprender una campaña para limpiar la imagen del país ante el exterior.

En los detalles se encuentra el horror. Consecuencia de la relación incestuosa con su hija, la chica engendró siete hijos y tuvo un aborto. Uno de los recién nacidos supervivientes requería de inmediata atención médica, no la obtuvo y falleció a los tres días. Fritzl arrojó su cuerpo a una caldera. Éste es el cargo de asesinato que se le imputa, el más grave de todos y por el que podría ser sentenciado a cadena perpetua.

Durante las más de dos décadas que su hija permaneció cautiva, Fritzl, quien había sido condenado previamente a 18 meses de cárcel por delito de violación en 1967, elaboró una concienzuda estrategia para justificar la aparición en público de tres de sus nuevos hijos, y por descontado la desaparición de su hija mayor, a la que obligaba a escribir cartas desde su mazmorra en las que aseguraba a su madre -quien había interpuesto una denuncia de desaparición- que se encontraba viviendo con unos amigos. Después, su padre informaría a la Policía de que su hija se había unido a una secta religiosa.

En realidad, Fritzl mantenía encerrada a Elisabeth y a sus otros tres hijos-nietos en el sótano, concretamente en una celda insonorizada de 55 metros cuadrados y una altura nunca superior al metro setenta a la que se accedía a través de una puerta de metal reforzada con cemento y cerradura provista de un código de seguridad que sólo conocía el secuestrador. La celda estaba separada del domicilio por un pasillo subterráneo dividido en cinco secciones, cada una de ellas protegida por su respectiva puerta blindada. Fritzl ocultó esta infraestructura a los inspectores escondiendo el acceso al pasillo con una pared falsa.

El caso comenzó a desvelarse el pasado 19 de abril, cuando Fritzl se vio obligado a sacar de la celda a su hija Kerstin, de 19 años, aquejada de ataques por deficiencia de oxígeno y problemas de riñón. Tras ser ingresada en el hospital, Fritzl decidió liberar una semana después a Elisabeth y a sus dos hijos de la mazmorra argumentando que la joven había decidido regresar al hogar tras 24 años de ausencia. Esa misma noche, mientras Fritzl y Elisabeth visitaban el hospital, la Policía detenía a padre e hija para su interrogatorio, donde Elisabeth reveló toda su historia.

Actualmente, Elisabeth, su madre y todos sus hijos se encuentran bajo protección policial, en paradero desconocido, y con nuevas identidades.

EN CUALQUIER PARTE DEL MUNDO

El caso de Elisabeth Freitzl fue revelado a la opinión pública austríaca menos de dos años después de un suceso similar que conmocionó igualmente a la población, el del secuestro durante ocho años de la adolescente Natascha Kampush.

Tanto el Gobierno como los propios austríacos se han negado a considerar esta cadena de incidentes como un suceso habitual en el país alpino, las fuerzas de seguridad han quedado eximidas de cualquier acusación de negligencia y el ciudadano de a pie considera que se ha reaccionado enérgicamente contra estos crímenes, en lugar de ocultarlos en la memoria de la crónica negra del país.

“Austria no va a ser el rehén de un sólo hombre”, declaraba el entonces canciller Alfred Gusenbauer. El gobernador de Amstetten, Hans Heinz Lenze, consideró el caso de Fritzl como el suceso “más horrible en toda la historia criminal del país”, pero ahora que el culpable va a ser llevado ante la justicia, considera que “la gente quiere dejarlo correr, ya han luchado suficiente”.

EL JUICIO

Fritzl es mentalmente competente para ser juzgado. Un examen psicológico realizado en octubre reveló que el acusado fue siempre consciente de sus acciones a lo largo de los últimos 24 años, a pesar de padecer un severo desorden de personalidad. Según su abogado, Fritzl sólo se declarará inocente del cargo de asesinato, pero reconocerá su culpabilidad en el resto de acusaciones.

El proceso tendrá lugar en St. Poelten, cerca de Viena, bajo estrictas medidas de seguridad. Como las sentencias en Austria no se acumulan, Fritzl permanecerá el período que estipule el condena más grave, en este caso de 15 años a perpetua por asesinato.

Por el cargo de esclavismo, Fritzl podría permanecer entre rejas de 10 a 20 años, de 5 a 15 por violación, de uno a 10 por privación de libertad, y hasta 12 meses por incesto. Dado que Fritzl tiene ya una condena por violación, es muy posible que si sobrevive a su sentencia jamás vuelva a ver la luz del día sin supervisión policial.

EN SU CABEZA

“Siempre supe en todo momento, durante estos 24 años que había algo que no encajaba; que tenía que estar loco porque estaba haciendo una cosa como ésta”, declaró Fritzl, quien reconoció actuar guiado por una “adicción” que “se descontroló”, y aseguró que había intentado cuidar a su familia en cautividad lo mejor que pudo, regalándoles flores, libros y juguetes.

Fuentes policiales responden que Fritzl amenazó a los niños con gasearles si alguna vez intentaban escapar de la celda.

En cualquier caso, la intención de Fritzl, según su abogado, era proteger a su hija mayor del mundo exterior. “No obedecía ninguna regla”, recordó Fritzl en comentarios recogidos por la cadena británica BBC. “Se pasaba todo el tiempo en tugurios, toda la noche, y bebía y fumaba”, añadió. “El sótano de mi edificio me pertenecía a mí y sólo a mí. Era mi reino, al que sólo yo tenía acceso”, comentó el acusado, quien según su abogado no espera salir con vida de la cárcel.

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