La magia puede con el músculo
Pocos apostaban a que Oinatz Bengoetxea lograra vencer a Iker Irribarria en la final manomanista a toda cancha. Pero si hay un pelotari que puede hacerlo, ese es Bengoetxea VI, un bravísimo defensor que también sabe como ninguno menearse cerca del frontis, allí donde el sorprendente y portentoso Irribarria demuestra que es humano. Así se demostró en los dos partidos de la liguilla del parejas en los que Oinatz, acompañado del debutante Imaz, fueron la única pareja que consiguieron doblegar a los finalmente campeones, los bombarderos zurdos Irribarria y Rezusta.
El delantero de Leitza basó su triunfo en el manomnaista en idéntica estrategia: Defendió cada pelota sin importarle la lejanía del frontis, aguantó agónicamente hasta el fallo del rival, y asumió riesgos sin temblar en cuanto tuvo oportunidad. Así fue como Oinatz mantuvo vivo el partido, del que sacó al bombardero de Arama, y apuntilló con firmeza tras alcanzar el empate a 18.
El partido comenzó según el guión más previsible: la potencia en los sotamanos del zurdo apabullaban atrás al navarro. Con 5 a 1 la impresión era que Bengoetxea lo iba a tener imposible: Los zambombazos de Irribarria tenía que cortarlos Oinatz con los pies casi en el 7. 9-4 y 10 a 5, y más de lo mismo: Bengoetxea devolviéndolas de aire desde atrás como gato panza arriba, hasta que el enésimo torpedo del zurdo le desbordaba.
Pero con paciencia, devolviendo todas por lejos que pareciera, sacando desde la pared o al ancho, y jugándosela a la menor oportunidad, con fe, esfuerzo y constancia, Oinatz fue poco a poco recortando la desventaja, y logró empatar a 10, e incluso colocarse por delante 12 a 10. Lo imposible se convertía en posible, y algo de miedo empezó a entrar en la hinchada de Irribarria.
Encomendóse de nuevo el zurdo a San Sotamanazo, y retomó la iniciativa, empatando a 12. Pero cometió falta de saque, permitiendo a Oinatz retomar el saque y cambiar de bola. Con su juego agresivo, acompañado de la suerte, y de errores del rival, Bengoetxea se escapó 17 a 12. Increíble, pero cierto.
Llegó Iker a la dejadita al choco, ganando el tanto de dejada al ancho. De nuevo con su pelota, el guipuzcoano se valió de sus mangazos y acertados remates adelante para volver a abrazar el marcador a 17.
Dominando la situación, Irribarria soltó el sotamano con su mano menos buena, mandando la esfera fuera del verde (18-17). En el siguiente falló la carambola Oinatz, propiciando el que sería el último empate de la final, a 18.
Porque ahí se quedó clavado el zurdo: Defendió Bengoetxea pelotas imposibles desde el 7 de aire; luego se jugó una carambola de zurda, pero llegó Irribarria, aunque luego el zurdo mandó la paradita al colchón con todo a su favor (19-18). Buen saque cruzado del navarro, 20 a 18. Saque-gancho al ancho, 21-18. Y para el último, tras el intercambio de soplamocos, marcó el de Leitza la paradita de zurda al choco, llegó Iker que cruzó la dejada a la punta, pero esta vez se la vio Oinatz que se tiró a por ella y le pasó por el ancho. 22 a 18, y explosión de júbilo de la hinchada navarra.
Juan Martínez de Irujo impuso la boina al campeón.
En la pelota, a veces, la magia, el arte, el tesón y la inteligencia doblegan al músculo. Enhorabuena, Oinatz Bengoetxea, bicampeón desde ayer del mano a mano de primera categoría. Y lo que es más importante, alegría por el triunfo de un luchador-artista contra el pelotazo y tentetieso que se está imponiendo en la pelota a mano. ¡Ole!
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