Las Gaunas no pierde ritmo
Las Gaunas: Estebas (12), Naiara G. (18), Alba (15), Sara E. (9), Naiara O. (3), - quinteto inicial – Sara S. (20), Saioa (2), Minerva, Laura Gil, Estrella, Olga, Carol.
Getxo: Aranzabal (2), Peñalba (8), Arza (5), Fernández (6), Schmitt - quinteto inicial – Uncetabarrenechea (4), Larrinaga (15), Cortes (4), González N. (4), González L. (4), Recalde, Albo.
Parciales: 17 - 12, 25 - 12; 22 – 15 y 15 - 12.
LAS GAUNAS 79 -IRLANDESAS 41
Las Gaunas ganó en casa por 79 a 41 en un partido en que pareció que el vendaval se vistió la camiseta local para desplegar un espectacular juego, tanto en defensa como en ataque. El día se convirtió en una celebración, a la que se sumó la vuelta a las canchas, tras su larga lesión, de Carol Navarro.
Tras la agridulce derrota en la dura cancha del Gernika, el equipo venía animado a conseguir una victoria para su afición. Aparecía además con la plantilla casi al completo y la grada presentaba el aspecto de los días de celebración. En este marco, las riojanas tardaron en encenderse y sufrían un parcial en contra de 4 a 10 en el minuto cinco. Fue el momento en el que las locales realizaron un espectacular cambio de ritmo que permitía un parcial de 13 a 0 basado en espectaculares transiciones y el gran acierto desde todas las distancias (7 de 12 en tiros de campo), salvo en los libres (2 de 6). Así el cuarto acabó con 17 a 12 en el marcador.
El segundo cuarto se inició de nuevo con acierto local, dos triples casi consecutivos así lo reflejaban alejando el marcador hasta el 23 a 10. Una pequeña reacción de las vizcaínas las permitía acercarse hasta el 24 a 17. De nuevo un acelerón local en forma de 7 a 0, llevaba al 31 a 17 del minuto siete. El acelerón se mantuvo gracias a jugadas a veces resueltas con tiro adicional y que permitían otro espectacular parcial de 11 a 4. En este cuarto sí se convertían los libres (11 de 15) que ayudaban al impresionante parcial total del cuarto 25 a 12, lo que permitía dejar un resultado acorde con el juego desplegado por las locales 42 a 24.
De nuevo, ante la diferencia, se tardó en arrancar y permitió un mínimo recorte 42 a 28. No duró mucho, dos triples locales volvieron a alejar hasta el 48 a 30. Parecía sin embargo que el espectacular juego local se estancaba y las vizcaínas se acercaban al 48 a 36. Falsa alarma; de nuevo volvió el juego vistoso, el acierto desde los triples y la defensa que no dejaba construir al rival. Se llegó así hasta un increíble parcial de 16 a 0 para colocarse por encima de los veinte de diferencia 57 a 36 . No paró ahí el espectáculo, un único tiro libre vizcaíno fue contrarestado por otro siete a cero, hasta el 64 a 37. Y el cuarto acabó 64 a 39.
Ante la diferencia, los últimos diez minutos pararon el vendaval local dejando un parcial más igualado. Se seguían viendo canastas meritorias, a resaltar las entradas tras robo y las acciones individuales al poste. Sin embargo las grandes diferencias 70 a 43 en el minuto cinco y los pocos minutos que restaban hacían pensar que el partido no daba más de sí. No fue así; en ese momento llegó uno de los momentos más emotivos del partido. Una jugadora en chándal llevaba unos minutos corriendo por la banda y realizando algunos estiramientos. Su nombre empezaba a surcar las gradas.
El ritual se completaba: fuera el pantalón de chándal, fuera la sudadera, la grada subía el tono en la petición. Se acerca a la mesa y se pide el cambio. La espera continuaba, el reloj no se paraba. Por fin un fuera de banda. Cambio. Volvía Carol a jugar después de su lesión la temporada pasada y la ovación de la grada hacía todavía más emotivo el momento. El resultado final 79 a 51 pasaba a ser intrascendente.
Difícil resumir un partido como el vivido tan lleno de momentos espectaculares: las entradas valientes se alternaban con el acierto desde el triple. Los driblings culminados con espectaculares asistencias daban paso a magníficos juegos de pie al poste. Todas las jugadoras aportando en ambos lados, algunas distribuyendo magistralmente, otras culminando del mismo modo. A su vez las defensas planteadas ahogaban la creación de juego rival. Un partido perfecto que no pudo tener mejor guinda que la vuelta a las canchas de Carol. En definitiva, una auténtica fiesta que se extendió más allá de la cancha.
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