Pedro Elías Cristóbal, alcalde de Soto en Cameros: “Vivir en un pueblo no quiere decir que te aísles de la civilización”
Tras dos años de pausa debido a la pandemia el Camero Viejo vuelve a reivindicar el modo de vida rural con la celebración este sábado del Día del Camero Viejo. Si en 2019 el pueblo camerano que acogió la popular fiesta fue San Román en Cameros, este año Soto en Cameros toma el testigo para celebrar la edición número 32, con un variado programa.
El lema elegido, 'Allende las montañas, allende los mares', es un homenaje a aquellas personas del Camero Viejo “que no les quedó más remedio que emigrar no solo a otras ciudades de España, sino también a las que en gran número lo hicieron hacia las Américas”, cuenta el alcalde de Soto, Pedro Elías Cristóbal. “Unos triunfaron, otros no lo hicieron, unos volvieron y otros no, pero ninguno se olvidó de sus raíces, por lo que nuestra intención era homenajear a estos indianos”.
Tras dos años de preparativos, Soto vivió el acercamiento de la fecha “con muchos nervios y mucha ilusión”, con todo el pueblo “muy implicado” en los preparativos finales. “Esperamos una gran afluencia de público”, dijo el alcalde en los días previos a esta fecha. Una fecha que coincide, además, con un aumento de la población en la zona durante los meses de verano. “La población en invierno comienza a ser casi testimonial, en Soto tenemos, dentro de la desgracia de la despoblación, la virtud de que los hijos del pueblo y los visitantes siguen viniendo mucho, no sólo en verano, en gran número. Ahora estaremos alrededor de 500 personas, cuando el censo es de 83”. En conclusión, como agradece el alcalde, “todos los veranos, e igual esté con especial ilusión, se llena el pueblo y da mucha alegría”.
Estos dos años de convivencia con el virus han puesto sobre la mesa diversas reflexiones sobre las nuevas ruralidades. Naturaleza, poca aglomeración de gente y tranquilidad se han convertido durante este tiempo en grandes reclamos para diversas personas a la hora de elegir su destino vacacional o, incluso, dónde vivir una temporada.
Si bien, como explica Pedro Elías este acercamiento a la vida rural parece haberse quedado en algo anecdótico.“Sí que la gente ha huido de alguna forma de las ciudades en tiempos de pandemia a sitios más tranquilos y ha habido temporadas en las que ha habido más gente en los pueblos, pero con la vuelta a la más o menos normalidad volvemos a lo mismo de antes, a tener muy poquita gente en los pueblos y, cada vez, por desgracia, la tendencia es a disminuir”.
Así, si antes del inicio del coronavirus, había alguna gente joven ganadera asentada en Soto desde hace unos años, “en relación con la pandemia no se ha conseguido fijar población en los pueblos”. “Creo que es una suerte contar con jóvenes interesados en llevar una actividad en la zona, porque realmente actividad hay muy poca, si quitamos la ganadería y algunos trabajos de jardinería u hostelería, hay poquita actividad económica y, sin ella, es muy complicado que la gente resida”.
Si bien, atractivos como el bar, o el albergue y restaurante que hay en la localidad, como apunta su alcalde, son elementos primordiales para dotar de vida al pueblo y “de muchísima alegría” y, con ello, plantar cara a la despoblación. “La vida rural hay que saber disfrutarla, no tenemos todas las comodidades o servicios que hay en una ciudad, hay que saber disfrutarla y hay que saber conocerla y que te guste, también deberíamos tener en cuenta que en La Rioja no hay grandes distancias, el hecho de vivir en un pueblo no quiere decir que te aísles de la civilización, si ofreces recursos sí que va a ser más fácil, pero por muchos que ofrezcas al final está en la mentalidad de cada uno el hecho de vivir en un pueblo o en una ciudad”, reflexiona.
“La actual sociedad nos ha llevado a unas comodidades y a unos servicios que los pueblos no podemos dar y, mientras las personas no cambien el chip y se den cuenta de que puedes disfrutar tan válidamente en un pueblo como en una ciudad con otro tipo de servicios y de facilidades es muy difícil llenar los pueblos de nuevo”.
Respecto a la romantización de la vida rural, el alcalde se muestra claro: “Yo lo que no puedo vender es que se está siempre como en las Islas Canarias, el invierno es muy largo, muy duro, muy oscuro, hay que saber que las actividades en la sierra son más duras que un trabajo de oficina, por decirlo de alguna forma, y los ganaderos trabajan mucho y en días muy duros, que nieva, que llueva y los agricultores también, además, los servicios de hostelería durante el verano funcionan muy bien pero después hay meses muy uos, de poco trabajo y de aguantar y dar una prestación adecuada”, reivindica.
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