Sin fórmula mágica para las conversaciones entre palestinos e israelíes
La paz en Oriente Próximo sigue siendo aún un objetivo a conseguir en un largo período de tiempo. Las últimas diferencias que han manifestado israelíes y palestinos hacen peligrar las conversaciones directas de paz iniciadas el pasado mes de septiembre, con Estados Unidos como intermediario.
De esta realidad parece ser consciente la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, quien ha advertido de que no existe una “fórmula mágica” para poder seguir adelante con las conversaciones de paz, sino solo el trabajo duro.
En su opinión el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, mantienen su compromiso con una solución de dos Estados.
“Las negociaciones no son fáciles, pero son absolutamente necesarias. Siempre es más fácil aplazar decisiones que tomarlas”, dijo Clinton desde los territorios palestinos.
Clinton sugirió en sus declaraciones de ayer que las partes implicadas deben pensar en lo que pueden ganar con el diálogo, antes que en qué pueden perder. Asimismo estimó que aplazar las negociaciones “solo garantizará más sufrimiento, más lágrimas y más víctimas”.
La salida de los laboristas
Mientras, dentro de Israel, el Partido Laborista israelí podría llegar a abandonar el gobierno de Netanyahu si a finales de este año las conversaciones de paz con los palestinos no se han reanudado, según ha afirmado este miércoles el ministro de Asuntos de Minorías, Avishay Braverman.
“Obligaremos al Partido Laborista a marcharse”, declaró el ministro a la agencia Reuters en París. Braverman pretende competir con el ministro de Defensa, Ehud Barak, por el liderazgo del partido. “Voy a hacer todo lo que pueda”, dijo en referencia a la continuación del proceso de paz. “No quiero ponerle una pistola en la cabeza [a Netanyahu], pero creemos que ocurrirá en enero [la salida del Partido Laborista] si no hay movimientos en el proceso de paz”, añadió.
Hasta ahora, Barak, que ha hablado largo y tendido con Washington sobre las propuestas estadounidenses para reanudar las conversaciones, se ha resistido a dar a Netanyahu un ultimátum sobre el futuro del Partido Laborista en el Ejecutivo.
Los laboristas ocupan trece de los 71 escaños que controla el primer ministro en el Parlamento, que tiene en total 120, y su marcha podría provocar la caída del gobierno, que está encabezado por el Likud, la formación de Netanyahu. Pero el Partido Laborista, que antaño fue la fuerza dominante en el escenario político israelí, no sale muy bien parado en los sondeos de opinión, y unas nuevas elecciones podrían debilitarlo aún más.
Braverman pidió a Netanyahu que decida qué es “importante y no marginal” y propuso prohibir la construcción en los asentamientos, con pequeñas excepciones, durante un periodo de entre cuatro y cinco meses, una idea apoyada por la Autoridad Nacional Palestina y Estados Unidos.
“La paralización en las colonias se ha convertido en un asunto importante, pero para mí la cuestión clave es la supervivencia del Estado judío y la igualdad de todos sus ciudadanos”, subrayó. “Si no avanzamos con valentía hacia la partición de la Tierra Santa [...], al final la ONU podría declarar un Estado al oeste del río Jordán, convirtiendo Israel en un país incómodo con una mayoría árabe”, añadió.
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