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Así inicia el alter ego de Herman Melville el relato del viaje del capitán Acab a bordo del Pequod para cazar a Moby Dyck, la ballena blanca. Como Acab, el blog persigue a un monstruo: la verdad, que resultará mortal. Pero, Fèlix Martínez, periodista, elige el papel del cronista, que, a pesar de convivir con caníbales, piratas y proscritos, para ser testigo de la aventura suicida, y acabar como el único superviviente del Pequod.

Una demanda contra Catalunya Caixa acredita que colocaba subordinadas de forma engañosa al menos desde 1992

Imagen de la sede central de Catalunya Caixa en Barcelona. / Efe

Fèlix Martínez

Era el año olímpico. La economía española empezaba a presentar síntomas de contracción, pero nadie quería verlo. Era políticamente incorrecto deslucir la euforia que vivía el país por partida triple: los Juegos de Barcelona, la Expo de Sevilla y la capitalidad cultural europea de Madrid.

Donde mayor era la euforia era en Barcelona. Los Juegos habían convertido a sus habitantes en orgullosos ciudadanos universales, gracias a las televisiones y al Comité Olímpico Internacional. Pero el matrimonio compuesto por Antonio Sardá y Julia Martínez no se dejó obnubilar por los fastos internacionales. Eran ahorradores de la vieja escuela. Después de que Antonio se deslomara durante años en la construcción y de que las faraónicas obras olímpicas le ofrecieran unos ingresos sin precedentes, decidieron montar una casa de comidas. Con lo que les sobró, cinco millones de pesetas de la época, abrieron una cuenta de ahorros en la Caixa de Catalunya. O eso creían.

Educados como hormiguitas, no habían tocado esos 30.050 euros en estos 21 años. Y Cuál no sería su sorpresa, cuando a mediados de mes recibieron una carta de Catalunya Banc, la entidad resultante de la fusión entre Caixa Catalunya, Caixa Manresa y Caixa Tarragona y nacionalizada por el FROB tras registrar un agujero de más de 5.000 millones de euros.

A Antonio y a Julia, la jerga les resultaba incomprensible. La entidad les ofrecía recomprar la deuda subordinada que habían suscrito en 1992 por un 58% del valor de adquisición. Pensaron que se trataba de un error, ellos jamás habían adquirido un producto financiero tan complejo.

Pero resulta que sí, que cuando creyeron haber constituido esa libreta de ahorros con 30.000 euros, fueron engañados, como tantos otros, aunque 20 años antes. Desoyendo sus instrucciones, no fue una libreta lo que los responsables de la entidad abrieron con el dinero. Adquirieron en su nombre y sin autorización alguna deuda subordinada de la entidad por valor de esos 30.000 euros.

Antonio y Julia, ya ancianos, lo acaban de descubrir y también que aquel dinero no sólo no ha rendido nada: de los 30.000 euros, apenas recuperarán 17.400. Por esa razón presentaron una demanda contra la entidad para, al menos, recuperar el dinero que depositaron hace más de 20 años y que la entidad se apropió en beneficio propio.

La demanda presentada por los dos ahorradores engañados acredita que la práctica de colocar de forma engañosa entre sus clientes con menos formación productos financieros sumamente complejos como las participaciones preferentes o la deuda subordinada no sólo es anterior a la crisis, sino que tiene, al menos, 20 años. Y que los responsables de Catalunya Caixa se hicieron con ese dinero sin intención alguna de devolverlo.

En realidad, si Catalunya Banc ofrece el 58% del valor de adquisición del producto es por la directiva del Fondo de Garantía de Depósitos. Sin eso, su deuda subordinada se convertiría en acciones de la entidad que, hoy por hoy, no valen nada.

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Así inicia el alter ego de Herman Melville el relato del viaje del capitán Acab a bordo del Pequod para cazar a Moby Dyck, la ballena blanca. Como Acab, el blog persigue a un monstruo: la verdad, que resultará mortal. Pero, Fèlix Martínez, periodista, elige el papel del cronista, que, a pesar de convivir con caníbales, piratas y proscritos, para ser testigo de la aventura suicida, y acabar como el único superviviente del Pequod.

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