Los décimos del Sorteo Extraordinario de Navidad se venden por toda España, convertidos en el símbolo más reconocible de la suerte nacional. La expectación gira en torno a los números y al orden que marcará el destino de miles de personas que esperan, aunque sea, un pellizquito. Esa atracción por las cifras conduce a una pregunta concreta: cuántos números llenan el bombo principal del sorteo que se celebra cada 22 de diciembre en Madrid.
El sorteo extraordinario de la Lotería de Navidad incluye exactamente 100.000 números diferentes, comprendidos entre el 00000 y el 99999. Cada cifra tiene la misma oportunidad de salir premiada, y cada una se imprime 198 veces, formando billetes divididos en 10 décimos. En total se ponen a la venta 198 millones de décimos, todos con idéntica posibilidad de éxito.
Una probabilidad mínima con grandes esperanzas de recompensa
Las bolas que representan esos números están fabricadas en madera de boj. Pesan 3 gramos y miden 18,8 milímetros de diámetro. Su diseño busca garantizar igualdad de condiciones, sin variaciones de peso ni tamaño que puedan alterar la extracción. Cada bola está grabada con láser y revisada antes de incorporarse al bombo principal.
El sistema del sorteo se apoya en dos bombos sincronizados. El primero contiene las 100.000 bolas con los números, y el segundo, las bolas con los premios. En cada extracción, una bola de cada bombo coincide, uniendo número y recompensa. La mecánica se repite durante horas, acompañada por el canto de los niños de San Ildefonso, que anuncian cada combinación ante notarios y público.
Las probabilidades son exactas y conocidas. La opción de obtener el Gordo es de 1 entre 100.000, equivalente a un 0,001%. Aunque la cifra sea baja, el volumen total de premios, superiores a 2.590 millones de euros, multiplica las expectativas. Existen además segundos, terceros y otros premios que amplían las oportunidades, además de las aproximaciones y las pedreas.
El funcionamiento del sorteo garantiza transparencia. Antes del inicio, los técnicos revisan los bombos y las bolas en presencia de los asistentes. Los niños encargados de cantar los números giran el bombo principal, extraen una bola y la leen en voz alta junto con el premio asociado. Todo el proceso se retransmite en directo y bajo supervisión notarial.
Una costumbre que ha sobrevivido más de dos siglos
La tradición que acompaña al sorteo hunde sus raíces en 1812, cuando se celebró el primero en Cádiz con la intención de recaudar fondos sin aumentar impuestos. Desde entonces, la Lotería ha atravesado guerras, regímenes y transformaciones políticas, pero ha mantenido su estructura basada en la igualdad de opciones.
A lo largo de los años, el sistema se ha adaptado a los avances técnicos. Los bombos se fabrican hoy con materiales más ligeros y mecanismos más precisos que en el siglo XIX. Sin embargo, la esencia sigue intacta: cada número, desde el 00000 hasta el 99999, conserva la misma posibilidad de convertirse en el protagonista de esa mañana de diciembre.