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Garrido mete en el cajón su reforma de la Atención Primaria a la espera de que llegue otro Gobierno

Amine y Aida llevan su bebé Nabil a la revisión pediátrica / ROBERT BONET

Sofía Pérez Mendoza

La propuesta de reforma de la Atención Primaria en Madrid ha pinchado antes de terminar de testarse. La fórmula elegida por el Gobierno de Ángel Garrido, reducir los horarios de citas programadas hasta las seis y media en 14 centros durante dos meses, ya ni siquiera se evaluará con los sindicatos en esta legislatura. El presidente del Gobierno regional deja para el equipo que le suceda, dado que él no será candidato, decidir si implanta o no ese modelo ideado por su equipo y también debatir con los agentes sociales cuál ha sido el resultado del período de prueba.

La Consejería de Sanidad realizará un informe de resultados, pero lo dejará durmiendo en un cajón hasta después de las elecciones. El consejero del ramo, Enrique Ruiz-Escudero, avanzó el lunes que ese documento no será discutido por la actual mesa sectorial, sino por la que resulte de las elecciones sindicales de mayo. La mesa es un órgano consultivo que reúne a la administración con representantes sociales y profesionales. Un día antes, el mismo Ángel Garrido se mostraba escéptico con el acierto de su propuesta. “Vamos a ver lo que resulta, porque igual los datos nos indican que tampoco esta era una idea que funcionará tan bien”, dijo en una entrevista a Europa Press.

Esta frase queda muy lejos de los planes iniciales del Gobierno regional para la Atención Primaria hace cuatro meses. En noviembre de 2018, Sanidad propuso a los sindicatos recortar las consultas médicas en los centros de salud hasta las seis y media y cubrir el resto del horario, hasta las nueve y media, con rotaciones entre los facultativos para atenciones de urgencia sin cita como una vía para solventar el déficit de sanitarios en Atención Primaria. Según datos presentados en aquel proyecto, en 2017 solo se cubrieron el 40% de las ausencias de personal médico.

CCOO, UGT y SATSE rechazaron la idea y el Gobierno echó el freno. Pero unos días después el Ejecutivo presentó una propuesta rebajada que afectaba solo a 14 centros de salud de un total de 430, que entrarían en una prueba piloto solo si deseaban presentarse voluntarios. Esta segunda propuesta tampoco se ganó el favor de los sindicatos mayoritarios, pero sí de AMYTS y de CSIT. Pese a la oposición de una parte de los agentes sociales, se puso en marcha.

Profesionales de diversos centros de salud contactados por eldiario.es. relatan la confusión del proceso. La mayoría acusa “falta de información” sobre lo que estaba pasando. Muchos dicen que, pese a que era algo voluntario, en sus centros no lo votaron los trabajadores y trabajadoras. Otros afirman que se les informó en alguna reunión. Y un último grupo refiere que se enteraron “por la prensa” de que su centro estaba dentro del piloto. Fuentes de Sanidad aseguran que en ningún caso se “impuso” el proyecto.

Los centros seleccionados tuvieron que modificar los turnos de trabajo porque, con esta nueva organización, desaparece el turno de tarde y se sustituye por otro “acabalgado” que se inicia a las once de la mañana y acaba a las seis y media de la tarde, para que, según el argumentario de Sanidad, se pudiera atender a más gente en las “franjas de mayor presión asistencial”. Las horas restantes por la tarde se cubren en turnos rotatorios pero sin agenda cerrada. Es decir, a cada médica o enfermero le toca hacer el horario de tarde algunos días a la semana o al mes, pero no atiende solo a sus pacientes sino a todo aquel que se presente a esa hora en el centro de salud.

Las dudas siguen impregnando el día a día de los centros pilotos una vez organizados los nuevos turnos. Los sanitarios y sanitarias no saben qué pasará cuando acabe el periodo de pruebas. “Empezamos hace dos semanas pero no nos han dicho nada. Lo que sabemos es por la prensa”, dice una médica de Navalcarnero. “A mis compañeros no les han avisado de qué pasará después, si mantendrán los horarios o se volverá a los anteriores”, apunta un facultativo de Parla que acaba de trasladarse a otro centro. La Consejería de Sanidad confirma a eldiario.es que la hoja de ruta es “volver al horario habitual”. Regreso a la casilla de salida.

La implantación de estos nuevos horarios también ha sido compleja. Sanidad pretendía hacerlo en la última quincena de enero, pero aún hay centros que no lo han puesto en marcha completamente, según varios profesionales. Fuentes del Gobierno regional admiten que la aplicación ha sido escalonada y que, por eso, el proyecto acabará en algunos sitios “con decalaje”. La idea inicial era finalizarlo el 30 de marzo, aunque se alargará unas semanas en abril en aquellos donde se haya iniciado más tarde, dicen en Sanidad. Estos tiempos no cuadran con los previstos por AMYTS, uno de los sindicatos de médicos que ha apoyado la medida. “Quedamos en que el pilotaje sería hasta mayo”, asegura Ana Jiménez, responsable de Atención Primaria.

Sindicatos de todos los colores y posiciones sí coinciden en una cuestión: el proyecto ha sido una manera de evitar que estallara el conflicto en Atención Primaria antes de las elecciones. “Ha sido una respuesta a una demanda de hace mucho tiempo, la falta de médicos es preocupante y supongo que pensaron que con el pilotaje al menos pensaban que llevaban de su lado a los facultativos”, asume Jiménez.

En CCOO, sindicato mayoritario en el sector sanitario madrileño, consideran que el Gobierno regional nunca “pensó que la propuesta tendría un rechazo tan frontal”. CCOO y UGT han convocado semana tras semana movilizaciones en las puertas de varios centros de salud como muestra de rechazo al piloto, apoyadas también por asociaciones de vecinos y varios ayuntamientos. Su tesis: que reducir los horarios de consulta “resta accesibilidad y es una manera de reducir plantillas”.

“Madrid tiene una especial sensibilización con el tema después de lo que vivimos con la privatización”, interpreta Rosa María Cuadrado, secretaria de la Federación de Sanidad de CCOO Madrid. Javier Padilla, médico en el Centro de Salud Isabel II de Parla, va más allá. “El Gobierno de Garrido quería evitar a toda costa una huelga, y así se ha asegurado tener secuestrados a los sindicatos médicos principales”, afirma.

Porque, todos coinciden, el estallido de las protestas en la Atención Primaria eran una “crónica anunciada”. No solo en Madrid, sino en toda España. “Llevamos años aguantando el tirón. El descontento estaba latente. Se ha cuidado muy poco la Primaria y la bola les ha estallado en la cara”, dice Cuadrado, que apunta a la “infrafinanciación” como la principal causa de los males. Desde AMYTS refieren también una situación “preocupante” de acumulación de citas médicas y profesionales que deciden trabajar fuera de la sanidad pública por las condiciones laborales y también salariales. “Ha estallado porque no han sabido poner medidas antes. Los gestores no han sabido verlo”, apunta Jiménez.

Según un informe de CCOO basado en datos oficiales, los presupuestos de 2019 son los primeros que superan la inversión de 2008 en Atención Primaria. Es decir, han hecho falta 11 años para volver a los niveles presupuestarios de antes de la crisis. Este año se han consignado 1.979 millones de euros para esta partida, un 1,93% más que en 2018.

En la última década no se han construido nuevos centros de salud (son los mismos desde 2007), pese a que ha aumentado la “presión asistencial”. Esto es, la carga de consultas, medida en número de pacientes por día: un 1,64% en los casos de médicos de familia y un 2,7 en enfermería. La situación de los pediatras, sin embargo, no ha variado en este punto e incluso las peticiones de citas se han reducido en un 1,4%, de acuerdo con el análisis de presupuestos de CCOO. Los tiempos de espera de los pacientes, con estos datos en la mano, superan el 70% de las veces las esperas las 24 horas. La media se sitúa en 2,26 días.

La evaluación institucional del proyecto piloto testará precisamente estos parámetros: si han aumentado las demoras, cuánto de contento está el paciente y los profesionales con los nuevos horarios o cómo han aumentado las urgencias hospitalarias a consecuencia de los cambios.

“Llevamos seis años de mal en peor”, contaba Laura (nombre ficticio) a eldiario.es hace unos meses. Es médica de familia en un municipio del sur de Madrid. “Cuando ves que empiezas con el retraso, empieza el agobio. A veces apretamos las piernas por no levantarnos a hacer pis pensando: venga, a ver si voy reduciendo y ahora voy”. La situación relatada por Laura la reproducen otros profesionales de los centros de salud, que cada vez tienen más dificultades para encontrar sustituciones. Especialmente en las zonas rurales y más aisladas.

A Javier Padilla, médico de familia, lo que ha pasado en los últimos meses le devuelve de alguna manera a 2012. “Creo que se ha repetido el error de intentar generalizar algo que no podía ser”, explica. “Entonces –añade– intentaron una privatización de algunos centros de salud, cooperativizándolos, y además los hospitales. No pudo ser. Ahora, intentan hacer extensible un modelo que ya estaban aplicando por la falta de pediatras en esta especialidad a toda la medicina de familia. Y se han quedado a las puertas”.

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