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Almeida ofreció a un falso alcalde de Kiev enviar refugiados de vuelta a Ucrania para luchar contra Rusia

Víctor Honorato

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El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, se mostró dispuesto en junio, en una entrevista por Zoom con un humorista que se hacía pasar por el regidor de Kyiv, Vitali Klitscko, a facilitar el regreso de refugiados ucranianos al frente para luchar contra Rusia, algo que prohíbe la legalidad internacional, que reserva el estatus de refugiado a los civiles desarmados. El intercambio se puede ver en un vídeo publicado este miércoles por la pareja de humoristas rusos Vovan y Lexus, que en 2017 ya engañaron a la entonces ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal. 

La noticia de la falsa entrevista se conocía desde finales de junio. Entonces, el Ayuntamiento trasladó que la comunicación se cortó tan pronto se habían percatado del engaño. En el vídeo, que presenta cortes y que aún así dura 17 minutos, Almeida habla amigablemente con el falso Klitscko de la cumbre de la OTAN, de los problemas de suministro de gas por la guerra y de política municipal madrileña, sin que el regidor se percate de que está charlando con un impostor hasta que este empieza a faltarle al respeto groseramente.  

En el vídeo se ve a Almeida en una oficina ante la pantalla, y se oye de fondo la voz del humorista. La conversación es distendida y empieza con preguntas razonables sobre el número de refugiados acogidos en Madrid. El alcalde madrileño se muestra confiado y ofrece su apoyo a la causa ucraniana y la necesidad de “castigar a los cabrones rusos”. El interlocutor le pregunta si han encontrado propiedades inmobiliarias rusas que puedan expropiar. Almeida responde que no, pero presume del concierto del 22 de junio en Madrid en apoyo a Ucrania, al que asistieron 10.000 personas.

El falso Klitscko empieza entonces a subir el tono de sus consultas, ya con guiños a su audiencia. Pregunta a Almeida si podría “deportar” a refugiados ucranianos para que vuelvan al frente en vez de estar en España “en la playa”. El alcalde, que a lo largo de la entrevista tiene problemas para entender el inglés de la otra parte, se muestra partidario de facilitar el traslado a Ucrania, pero no está claro que capte el sentido de “deportación” que busca su interlocutor. Su pronunciación también resulta forzada al responder.

A partir de ahí, los comentarios del falso ucraniano se vuelven cada vez más exóticos. Respecto a la cumbre de la OTAN prevista para los días siguientes en Madrid, anuncia que un grupo de su país, en una suerte de representación propagandística, se presentará ante las delegaciones para lanzar heces. Almeida no entiende bien, parece que solo capta que los activistas vendrán sin ropa. “Es ‘very valente (sic)”, acierta a decir, pero acaba convencido de que la actuación será “la mejor metáfora” para mostrarle al mundo lo que sucede en Ucrania. “Hablaré con el embajador”, avanza, y responde divertido que él “con su físico”, no podría participar, por mucho que apoye la iniciativa.

Festival gay nazi

La broma pesada sigue subiendo de espesor. El humorista dice que Ucrania quiere organizar un desfile del orgullo gay porque en el batallón Azov del ejército ucraniano –de inspiración filonazi– hay muchos homosexuales. Habla de bautizarlo en honor a Stepan Bandera, líder nacionalista ucraniano que colaboró con los nazis en la II Guerra Mundial. Almeida no conoce al personaje. “¿Es un icono de la comunidad gay?”, pregunta.

La llamada continúa pasando del escenario internacional al local sin que Almeida parezca sospechar. De vez en cuando mira a sus asesores para que le ayuden a traducir del inglés y en ocasiones ríe sorprendido. “Yo también odio a Almudena Grandes porque tampoco he leído nada suyo”, le espeta el pretendido regidor de Kiev. Almeida reconoce que, en efecto, no ha leído nada de la autora, a la que quiso negar la condición de hija adoptiva de la ciudad. El alcalde madrileño parece querer congraciarse con su homólogo a toda costa, y solo le lleva la contraria a cuenta de la existencia de la COVID, que aquel niega. “Es importante tener distintas opiniones”, negocia. Solo cuando la llamada pasa al terreno personal y el interlocutor lanza gruesos descalificativos e injurias sobre su apariencia física se percata el regidor de que algo no va bien y corta la comunicación.

La conversación tuvo lugar a través del software Zoom el pasado 24 de junio, según reveló días después el periódico alemán Bild, que también dio cuenta de contactos similares con los alcaldes de Viena y Berlín. En el caso madrileño, un supuesto jefe de gabinete del Vasili Klitscko se puso en contacto por correo electrónico con la subdirectora general de Coordinación de la Representación Institucional Internacional del Alcalde, Rocío Picón, que no se dio cuenta de que la dirección que debía terminar en “gov.ua”, el dominio oficial, acababa realmente en “.net”. El Ayuntamiento no quiso entonces dar detalles de la charla, más allá de denunciarla a la policía y considerarla Almeida “absolutamente intolerable”. Hoy tampoco ha querido añadir pormenores sobre lo ocurrido. La técnica usada para fingir la apariencia del alcalde Klitscko no ha trascendido, aunque en el caso berlinés, el equipo de la alcaldesa sospechó de que el ucraniano apareciese abrigado en verano, lo que invita a pensar más en un vídeo manipulado que en un sofisticado deep fake.

El dúo Vovan y Lexus son en realidad Alexéi Stolianov y Vladimir Kuznetsov, dos humoristas rusos que a lo largo de los años han gastado bromas a políticos y personajes famosos, desde Elton John a George W. Bush. En 2017, a cuenta de la crisis catalana, consiguieron hablar con María Dolores de Cospedal, entonces ministra de Defensa, haciéndose pasar por el ministro letón del ramo. Intentaron convencerla de que Carles Puigdemont era un espía ruso de nombre en clave Cipollino, en referencia a un personaje de dibujos animados popular en Rusia. Como su tono siempre es favorable al Kremlin, se ha especulado con que estén ligados a los servicios secretos, pero ellos siempre lo han negado y no constan pruebas de tales vínculos. En otro caso famoso de principios de siglo, una emisora de radio de Miami consiguió hacer sacar de sus casillas a Fidel Castro. Los responsables dijeron que habían encontrado el número en Internet.