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Entrevista Concejal de Más Madrid en el Ayuntamiento de Madrid

Félix López-Rey: “A mis 74 años tengo más ganas de pelear porque las desigualdades van aumentando sobre todo en Madrid”

Fátima Caballero

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Félix López-Rey (Polán, Toledo, 1948) tiene 74 años. Es concejal de Más Madrid en el Ayuntamiento desde mayo de 2019 y su edad es importante porque este martes, durante el Pleno municipal, el alcalde José Luis Martínez Almeida la utilizó para burlarse de él ahora que López-Rey ha dado un paso al frente y será el número dos de la candidatura de Rita Maestre.

El edil es un histórico activista, un referente de la izquierda como impulsor de la Asociación Vecinal de Orcasitas y del proceso de remodelación de muchos barrios del sur. A lo largo de su vida nunca ha dejado de hacer política tanto desde fuera como dentro de las instituciones. La primera vez que ocupó un cargo público como concejal de Izquierda Unida fue en 1987. Lo dejó en 1999 y siguió vinculado al asociacionismo vecinal, hasta que dos décadas después Manuela Carmena le invitó a acompañarla en las municipales de 2019.

Para el veterano activista, la burla de Almeida es un “desprecio a los trabajadores”. A sus 74 años, López-Rey dice tener más ganas que nunca de seguir “peleando” porque “las injusticias y las desigualdades” no han dejado de aumentar. También anima a todos los madrileños a que “echen el aliento en el cogote a sus representantes” políticos: “Tanto al que gobierna, como a los que estamos en la oposición”.

¿Por qué cree que el alcalde Almeida se burló de usted por su edad?

No fue tanto por la edad, que a lo mejor también, sino que tuvo más que ver con que [en la derecha] piensan que el poder es algo divino y solo para ellos. De repente ver a un ciudadano de a pie como yo, un vecino de la periferia madrileña, de número dos en la candidatura del partido mayoritario en esta ciudad, debe ser como un advenedizo. Por tanto, fue un desprecio a los trabajadores. Yo tuve la oportunidad de estudiar solo y me puse a trabajar cuando me faltaba un mes para cumplir los 14 años, tenía 13. Me debe ver y debe decir: ¿este hombre qué pinta aquí? Yo creo que de alguna manera represento a una buena parte de esa ciudadanía que somos ciudadanos de a pie, pero tenemos sentido común y otra forma de ver la vida y la ciudad.

¿Hay una edad para la política?

Pienso que no. Empecé a hacer política desde un club juvenil en mi época de creyente, cuando tenía 17 años. Entonces participé en la creación del Club Juvenil Juan XXIII en torno a las iglesias de los barrios. Había un cierto cultivo y los jóvenes nos empezábamos a mover. Recuerdo que en el taller en el que trabajaba, mi jefe estaba suscrito al periódico 'Madrid' y yo lo leía en el hueco del mediodía. Ahí se decía que en Cuba se criticaba que comían carne una vez a la semana, y yo decía: “¿y cuándo como yo carne?” Y ahí empecé a tener mis inquietudes. Ya con 22 años se fundó la Asociación de Vecinos de Orcasitas en mi chabola, a escondidas, en una habitación que había hecho para que los guardias no la vieran, y desde entonces no lo he dejado. A mis 74 años, cada vez tengo más ganas de hacer cosas porque soy consciente de que me quedan menos años de vida y las injusticias y las desigualdades, al menos en esta ciudad, van aumentando. Ya en mi barrio no vivimos en chabolas, pero ahora veo a los jóvenes ganando 1.000 euros, el que los gane. Y no hay pisos en Madrid que cuesten menos de 700 euros, con lo cual los que trabajan son pobres. Ante esas desigualdades e injusticias tengo más ganas de pelear.

Usted le respondió al alcalde que aunque le ofrecieron en cada proceso electoral ser concejal no quiso dar el paso a la política las primeras veces porque eso suponía abandonar Orcasitas. ¿Qué cambió en 2019 para que se decidiera a dar el paso?

En las hemerotecas está. En 1979 una de las noticias que se publicó en todos los medios fue que dos personas, el gran urbanista Jesús Gago y un servidor, no quisieron ser concejales. Yo era militante del PCE y Simón Sánchez Montero [dirigente del Partido Comunista] estuvo dos horas conmigo diciéndome que no era justo lo que hacía. Él había estado 24 años en la cárcel y no entendía que un militante del Partido Comunista no quisiera. Posiblemente me equivoqué, pero entendía que aquello era como una traición a mis vecinos, a los chabolistas, que si me iba al Ayuntamiento era como dejar aquello.

Se me ha invitado siempre a participar, y ya en 1987 acepté ser concejal y estuve tres legislaturas, hasta que lo dejé en 1999. Habían pasado ya casi 20 años y un día Manuela Carmena, una mujer a la que admiro y que pasará a la historia como lo mejor que ha pasado por el Ayuntamiento de Madrid como gestora y como persona, me llama en el mes de octubre anterior a las elecciones. Yo siempre la animaba, me llamó y me dijo: “Cuento contigo”. Yo le respondí: “Pero Manuela, que tomo nueve pastillas por día”. Y me dijo: “Si tú a mí me animas a que yo esté, tú deberías estar conmigo y ayudarme”. Me tomé como un mes y lo hablé con mis hijos, porque las emociones no me vienen nada bien, también consulté con mi médico y me dijo: “Haz lo que quieras, pero las emociones no te vienen bien”. Y cogí y acepté.  

¿En qué ha cambiado su vida desde que es concejal?

En nada. Vivo en el mismo sitio en la calle de la Participación, porque hasta los nombres de las calles de Orcasitas los impusimos los vecinos. La gente me ve en los mismos sitios y compro el pan o en el Tobogán o, si está cerrado, en la esquina de al lado de mi casa.

¿Qué diferencia hay entre hacer política activista y la institucional?

Hay una cosa que siempre he tenido muy clara: no he entendido nunca a aquella gente que ha sido cargo público y desaparece de la escena. A mí eso me parece una tomadura de pelo a los vecinos. Si tú de verdad crees que estando ahí estás ayudando a la gente y tienes unas ideas, lo normal es que se haga política tanto en la institución como en la calle.

La diferencia que hay es que encima es un honor y una ventaja que siendo cargo público me estén pagando por lo que me gusta. Eso es la leche, que te paguen por hacer lo que te gusta. Ahora mismo vengo de visitar un centro de la tercera edad y he tenido el privilegio de que un coche viniera a recogerme para que pudiera estar ahora aquí. Pero lo que sí tengo claro es que, cuando no sea un cargo público, mientras tenga fuerza, seguiré peleando por lo mismo: por que llegue el metro a Orcasitas, por que haya una residencia digna en mi barrio...

¿Cómo trata el Ayuntamiento de Almeida a los movimientos vecinales, a las asociaciones?

Nunca nadie las trató peor. A mí se me revuelven las tripas cada vez que oigo hablar de chiringuitos. Pero bueno, vamos a ver, ¿tan malos sois, tan ciegos estáis? Para mí, si las asociaciones de vecinos no existiesen, habría que inventarlas. Es, además, una falta de inteligencia. Alguien que de verdad esté por ayudar a los ciudadanos, cuando una asociación de vecinos va a una administración pública, aunque vayan tres o cuatro, pueden estar hablando en nombre de cien, de 200 o si es la de Orcasitas, de miles de personas. Como cargo público es imposible que recibas a todos, pues atiende a la gente que llega desde las asociaciones.

Usted que estuvo en la lucha antifranquista, ¿cómo ve los debates sobre memoria histórica que se dan en el Ayuntamiento? ¿Ve posible un pacto entre izquierda y derecha como lo hubo en la transición?

Es tristísimo. Es querer negar la realidad. Yo he tenido dos abuelos, como todo el mundo, y no conocí más que a uno. Al padre de mi padre lo fusilaron en las tapias de un cementerio los de izquierdas en noviembre del 36. Soy de un pueblo de Toledo donde, por lo que me han contado, los viejos del lugar habían matado a uno de izquierdas por allí cerca y se vengaron y cogieron a una serie de personas que eran como clase media para el momento. Era un trabajador, pero un hombre emprendedor. Pero mi abuelo, sus restos, han estado siempre en el cementerio de mi pueblo y se le han rendido honores. Entonces, no puedo entender dos cosas: una, que haya otros por ahí todavía en cunetas, porque igual que yo he tenido el derecho de poder ir a la tumba de mi abuelo, se trata de que los demás, a sus seres queridos también los puedan tener enterrados dignamente.

Y hay una cosa que yo siempre tengo clara: si todo aquello pasó es porque hubo un golpe de Estado, porque hubo una gente que no respetó lo que había salido en las urnas, ni más ni menos. Yo hasta ahora no he votado a ninguno de los gobiernos que han salido, pero los he respetado, como es lógico. Muchas veces he llegado a pensar que nuestra derecha no es democrática. Hay una parte muy importante de la derecha que no es democrática.

Uno de los ataques recurrentes de la derecha hoy es afirmar que la izquierda es comunista.

Empecé a militar en el Partido Comunista en el año 1972, en una reunión clandestina. Pero no sé muy bien lo que es ser comunista. Si ser comunista es querer tener una ducha; decir que no hay derecho a que los niños de la Cañada Real no tengan luz en su casa ni se puedan calentar; decir que es una injusticia que mientras ellos están así, otros están evadiendo impuestos; si decir que el que haya becas para quien gana más de 100.000 euros es una absoluta injusticia... Si decir todo eso es ser comunista, lo diré siempre, aunque me estén matando. Si ser comunista es combatir todo eso, yo siempre diré que soy comunista.

¿Cree que Vox ha tocado techo en Madrid? ¿Cuáles han sido los estragos del paso de la extrema derecha por el Ayuntamiento?

Creo que sí. Pero por el camino ha logrado una gran desafección por la política.

Va a ser el número dos de Más Madrid en la lista que encabeza Rita Maestre. Si Más Madrid logra gobernar, ¿será teniente de alcalde u ocupará alguna concejalía?

Hay una gente joven preparadísima. Con que se me escuche, ya me siento reconfortado. Me da igual ser yo el que coja el teléfono y dé la orden, o que la dé otra compañera o compañero. Pero trataré de influir para que las cosas se hagan, los centros culturales de los barrios se abran los fines de semana o para que, por ejemplo, el deporte de base llegue a todos los niños. Es decir, para no dejar a nadie atrás. Tengo muy claro que para Recoletos o la calle Alcalá habrá que seguir trayendo flores de Holanda, tulipanes, para que siempre estén bonitas. Pero que haya barrios que nunca hayan visto una bombilla para Navidad no es justo.

Muchas gracias por atender a elDiario.es y mucha suerte.

Mucha suerte para los madrileños, sobre todo, para los más desfavorecidos. Nos ha costado mucho trabajo conseguir los derechos. Madrid tiene hasta dos televisiones públicas, Telemadrid y la Otra, y a mí me gustaría que igual que televisan cualquier partido, aunque sea de poca importancia, que televisasen los plenos de los distritos. Si se hace una encuesta, el 99% de los vecinos de Madrid no sabe que tiene derecho a poder participar directamente en los plenos del distrito donde vive o trabaja. Les animo a que nos echen el aliento en el cogote a sus representantes, tanto a los que gobiernan como a los que estamos en la oposición.

Resumen de la entrevista

Vídeo: Clara Rodríguez