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Hostal de barrio contra hotel cinco estrellas: secuelas de la gran operación urbanística en el centro de Madrid

Hostal Guerra, en el centro de Madrid

Víctor Honorato

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La histórica Carrera de San Jerónimo, la calle del Congreso de los Diputados, arranca al lado de la Puerta del Sol. Allí, en el número 3, hay un pequeño hotelito, el hostal Guerra. Abierto en 1985, es un negocio familiar, ya en la segunda generación, que ha sido testigo del tránsito de Madrid de capital de la España emergente con anhelos europeos a polo ibérico del capitalismo globalizado. El hostal lleva casi un año cerrado a causa de la covid y su dueño no cree que pueda sobrevivir más allá de septiembre. Al hostal Guerra le ha salido recientemente un competidor a unos 100 metros de la puerta, largamente anunciado, aunque con otras pretensiones. Es el hotel de cinco estrellas Four Seasons, primera fase del proyecto Canalejas, la ingente operación urbanística que buscaba acomodar la gran manzana del centro, entre Alcalá y la Carrera, con la plaza de Canalejas en el vértice, a los gustos de las élites internacionales. Covid mediante, la cuadra es hoy un espacio frío, casi de transición entre dos épocas.

“Esta es un caso de abuso de poder”, dice Carlos Diéguez, que regenta el hostal Guerra, tras tomar el relevo de su padre. “Si te pones en Sol en la pastelería La Mallorquina se ve cómo tienen dos o tres alturas más”. Se refiere el hostalero a una de las excepciones normativas que se le dieron al proyecto Canalejas, la de poder construir más plantas que las que permitían las reglas de protección del patrimonio. Al conjunto de siete edificios, vendidos por el Banco Santander a OHL, la Comunidad de Madrid de Ignacio González (hoy pendiente de juicio por corrupción, no por este caso) le retiró la condición de Bien de Interés Cultural salvo por la fachada y la primera crujía, lo que permitió prácticamente vaciar el interior. Y el Ayuntamiento de Ana Botella autorizó el aumento de edificabilidad. La fiscalía llevó a juicio al arquitecto por un delito contra el patrimonio, por excederse en las alteraciones. Fue absuelto. Al hostal de Carlos Diéguez, que había querido transformar las buhardillas en apartamentos para ampliar el negocio, no le dieron bula.

El Banco Santander vendió los edificios al Grupo Villar Mir en 2012 por 215 millones de euros. El constructor cedió cinco años después la mitad de la propiedad al grupo israelí Mohari, propiedad del fundador de la casa de apuestas Poker Stars, Mark Scheinberg, por 225 millones. Entre obras y compensaciones (como los 5,6 millones por los daños ocasionados a la línea 2 de metro a la altura de la parada de Sevilla, que ahora solo tiene un acceso), la inversión total ha superado los 500 millones de euros, que apuntan a que se verán compensados. Los 22 apartamentos de lujo del complejo ya se han vendido, a más de 15.000 euros el metro cuadrado, por un importe total de 93,5 millones, según informó Cinco Días. La galería de tiendas de lujo y restaurantes, tercera pata de la operación, abrirá en septiembre, según la última previsión.

A la espera de que el complejo funcione a pleno rendimiento, el espacio parece hoy un fortín de hierro y piedra. Madrid sigue inmersa en las restricciones para evitar la propagación de la covid, con lo que el tráfico peatonal está muy reducido, pero aun así hay un aire fantasmal en las calles aledañas, salvo en la cafetería Starbucks y el Vips de Sevilla, con las terrazas ocupadas. El Four Seasons promete a los visitantes grandes vistas desde la azotea, pero de momento aún está en obras y no se puede subir. El restaurante del chef ‘michelín’ Dani García, abierto en septiembre y con acceso independiente, tiene una demanda más que satisfactoria, según explica la recepcionista que guarda el paso al ascensor. Aparecer sin reserva no es recomendable.

Edificios vacíos, comercios cerrados

“Esto es como lo del famoso cartel del Tío Pepe, que dijeron que nunca lo iban a mover y ahora está encima de El Corte Inglés, porque los de Apple no lo querían”, recuerda Diéguez, en referencia al edificio del antiguo Hotel París en Sol, ocupado por la empresa tecnológica. La salida de Sol por Alcalá sigue siendo señorial, con amplias aceras y calzada semipeatonal, y edificios históricos como la Real Casa de la Aduana, sede del Ministerio de Hacienda, o la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, algunas de cuyas piezas sufrieron daños por las vibraciones de las obras de Canalejas. Pero ya en el número 17 hay un bloque vacío con un muy visible telón de “se alquila”. Es la antigua sede de BBVA Seguros, junto al Casino de Madrid. El inmueble es hoy propiedad de la familia Revoredo, dueña de Prosegur. En Canalejas, frente al Four Seasons, el antiguo hotel Asturias está en plena reforma, tras cambiar de manos de un fondo de Hong Kong a Millenium, sociedad de inversión dirigida por Javier Illán. El recinto lo operará previsiblemente la cadena Marriot a partir del año que viene.

Doblar la esquina supone volver a un Madrid más tradicional, de restaurantes de decoración barroca y pequeños negocios que han ido claudicando. La Carrera de San Jerónimo ya es peatonal en este tramo, pero las vallas que separan la calzada de la acera siguen en pie. Lo lamenta Daniel Muragán, que regenta uno de los establecimientos más veteranos, el restaurante Lhardy, de mucho boato en su día, inaugurado en 1839. “Parece que lo que quieren es que todo se convierta en franquicias” critica Muragán, que entiende que “se está perdiendo la esencia de Madrid”. El hostelero espera que la apertura del centro comercial de lujo, demorada varias veces, traiga un poco más de clientela, aunque considera que la calle está abandonada por el ayuntamiento. “Hemos tenido aquí acumulado material de obra como si fuese una calle de segunda”, critica, y añade: “Han peatonalizado, pero está todo muy abandonado”.

Las terrazas de los barrios están llenas, pero en el kilómetro cero no hay nada, está muerto

“Las terrazas de los barrios están llenas, pero en el kilómetro cero no hay nada, está muerto. Con cuatro obreros de la construcción que van a tomarse un menú o un café no vives”, opina Diéguez, para quien el centro de Madrid hoy es solo “turismo, turismo y turismo” y por eso espera que la vacuna de la covid dé pronto una salida que permita recuperar el negocio. “Vas aguantando con ahorros y cruzando los dedos. A ver si en septiembre, con la temporada alta de las ferias y demás, pero si no, no le veo salida a esto”, se teme. En la Carrera hay cajeros automáticos, una agencia de viajes cerrada a cal y canto, bajos en alquiler, verjas echadas. Y en la esquina con Sol, otro gran edificio en obras para adaptarlo al uso comercial propiedad de Regato SL, una sociedad vinculada a la familia del empresario de los seguros Modesto Álvarez, donde prefieren no opinar sobre los efectos, benéficos o de otro tipo, de la gran operación urbanística de Canalejas.

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