Las luces de Navidad resisten a la crisis energética: “No hay nada malo en alegrar un poco la ciudad”

El encendido de las luces de Navidad anuncia el comienzo de los festejos en todas las ciudades de España. Basta con mirar las fotos de los encendidos de Vigo y Madrid, que congregaron a miles de personas, para comprobarlo. Sin embargo, este año el despliegue de los alumbrados coincide con la invasión rusa en Ucrania, que ha traído como consecuencia un incremento sin precedentes en los precios de las energías, pese a la caída del de la luz de los últimos días. Pese a la crisis, el Gobierno de Pedro Sánchez ha preferido no interferir en los planes de Navidad de las ciudades, dejando en manos de las alcaldías la decisión de renunciar o no al alumbrado festivo. Pero una vez comenzada oficialmente la temporada navideña, la realidad ha dejado claro que ningún ayuntamiento renunciará a las bombillas y los árboles iluminados, sin que esa decisión haya recibido grandes quejas por parte de la ciudadanía.

“La Navidad llega una vez al año. Con todo lo que estamos pasando, no veo nada malo en alegrar un poco la ciudad”, afirmaba José Sánchez este jueves durante el encendido de las luces navideñas en la Plaza de España de Madrid. Como él, miles de personas se reunieron para asistir al espectáculo y ver los fuegos artificiales en la capital. El Gobierno del popular José Luis Martínez Almeida no ha tomado ninguna nueva medida para el ahorro energético: con un coste de 180 euros por hora, encender las 230 instalaciones lumínicas de toda la ciudad alcanzará los casi 50.000 euros durante toda la temporada de fiestas. La administración ha justificado su decisión subrayando que el gasto de su alumbrado navideño es inferior al generado por un campo de fútbol durante los 90 minutos de un partido. 

Los populares también han recordado que el objetivo de la iluminación navideña de este año es recuperar los niveles de turismo previos a la pandemia. Miguel Hernández, hostelero de Madrid, comparte esta esperanza: “Es verdad que es un gasto para la ciudad, pero trae mucho beneficio económico a cambio. ¿Te imaginas lo raro que sería para los turistas llegar a Madrid y que no haya atmosfera de Navidad”, cuestiona. 

Vista desde el espacio

Los 11 millones de luces led de Vigo han sido las primeras en desafiar la crisis energética. El alcalde socialista, Abel Caballero, ha defendido el alumbrado público que ha convertido a la ciudad en un símbolo de las fiestas en toda España. Lleva avisando desde agosto, cuando empezaron las tareas de instalación, que sería “un disparate” no encender las luces que presuntamente se ven desde el espacio. “El consumo energético de la Navidad es prácticamente nulo, y además se va ahorrar enciendo menos horas”, explica el propio Caballero en conversación con elDiario.es. “Pero esto es un momento importante porque la Navidad levanta el estado de ánimo, y tiene efectos sobre la actitud anímica de los ciudadanos. Es una gran promotora de la economía y de todo el sector turístico. Es un factor de potenciación”, añade.

Anna Zlobina, doctora en Psicología Social por la Universidad del País Vasco, cree que esta actitud se debe, en parte, a la falta de voces críticas desde la política. “Durante estos meses faltó un discurso que hiciera cuestionar la necesidad de ahorrar, incluso en algo tan popular como la Navidad”, explica Zlobina. También tiene que ver con algo que en psicología se conoce como la teoría de la tragedia de los bienes comunes: “Cada ciudad o persona piensa que su gasto representa solo una gota en el océano. Pero muchas gotas acaban produciendo un gasto excesivo, sobre todo en tiempos de crisis, cuando algunos bienes de primera necesidad están en riesgo”, añade la experta. 

Zlobina además habla de un tercer factor, puramente emocional. “Yo creo que, a pesar de todo, mucha gente entiende las dimensiones de la crisis que estamos viviendo. En esta situación, mantener la tradición de las luces de Navidad crea la ilusión de que la vida sigue como antes. Tiene un efecto tranquilizador. Es un mecanismo muy humano y comprensible”, detalla. 

“Tendemos a enfrentar las crisis como si no existieran”

Otros ayuntamientos, como Barcelona o Bilbao, han tomado medidas para reducir el gasto. La ciudad condal fue la primera en anunciar que apagará una hora antes su alumbrado navideño. Según su concejal de Comercio, Mercados y Consumo, Montserrat Ballarín, la medida permitiría “reducir el consumo energético y mantener, al mismo tiempo, el espíritu navideño en las calles”. También en Bilbao han decidido retrasar unos días el encendido del alumbrado, que no empezará a brillar hasta dentro de una semana. Por otro lado, para ver las luces de Sevilla y San Sebastián habrá que esperar hasta diciembre.  

Guillermo Fouce, doctor en Psicología y profesor en la Universidad Complutense de Madrid, asocia la falta de críticas ante este gasto energético a la tendencia que tienen las personas de “negar la realidad cuando enfrentan una crisis”. Fouce explica que es “un poco como cuando la gente no tiene dinero y juega a la lotería, o cuando alguien no tiene margen económico pero se va de vacaciones”. 

En el caso específico del alumbrado navideño, Fouce cree que el hecho de que no represente un gasto que afecta “de forma directa” a los bolsillos de los ciudadanos ayuda a que se ignore el problema. En contraste, cuando se incrementan los precios en los bares y restaurantes, o hace más frío porque el Gobierno ha puesto un límite a la calefacción, los consumidores viven en primera persona las consecuencias. “Con los gastos de las Administraciones esto no pasa de inmediato. Además, la Navidad es la excusa perfecta: hay una presión normativa de encender las luces, gastar, excederse… Nos tranquilizamos con la falsa idea de que es solo por un periodo corto, y que no habrá consecuencias”, añade el investigador. 

Sin embargo, no todos perdonan la contradicción que presenta este consumo eléctrico en plena crisis energética.  “No entiendo por qué los escaparates de los comercios tienen que apagarse a las once, y las luces se quedan prendidas hasta tarde. Si hay crisis energética, hay que cortar en todo”, opina Manuela Fernández, vecina del centro de Madrid. David Pérez, que la acompaña, tampoco cree necesario este despliegue energético. “Todo suma. Desde bajar un par de grados la calefacción, hasta poner menos bombillas para decorar la ciudad. El inverno acaba de empezar y la guerra no termina, no sabemos lo que nos espera”, concluye.