El movimiento vecinal a favor de los médicos de familia se extiende por Madrid

Una nevera, un microondas, un ordenador y raciones periódicas de bizcochos, rosquillas o lentejas caseras, entre otras provisiones, vienen llegando desde hace una semana al edificio de la Asociación de Vecinos de Manoteras, en el norte de Madrid, donde hasta un centenar de médicos de Atención Primaria participan en un encierro para reclamar a la Comunidad de Madrid que mejore las condiciones de trabajo de los profesionales. El apoyo vecinal ha sido generalizado y los facultativos tienen la moral alta. “Estaremos el tiempo que haga falta”, avisa Francisco García, médico del barrio, durante una rueda de prensa este jueves al cumplirse la primera semana del encierro, que amenaza con extenderse por la Comunidad: en Carabanchel, en Prosperidad, en San Fernando de Henares o en Comillas se están gestando movilizaciones similares, según advierten.

El local de la asociación de vecinos, una planta baja encajada entre bloques residenciales, es un revuelo de batas blancas y carteles reivindicativos, entre ellos el que señala que el número de pacientes por médico y jornada no debería pasar de 30, y que al menos se le deberían poder dedicar 10 minutos a cada uno. Que los cupos sean del doble de enfermos y las consultas se despachen contra reloj solivianta a los médicos. Lo explica Alfonso López García de Viedma, cirujano pediátrico jubilado recientemente tras “toda la vida luchando por la atención primaria”. Mientras el veterano habla, sentado en una mesa con dos compañeros, a varios de los colegas que lo escuchan detrás se les humedecen los ojos. “Yo necesito ahora un médico que me mire a los ojos, que me escuche. Me merezco disfrutar de mis hijos, vivir con calidad y morir con dignidad”, señala.

La empatía del consejero

La figura de Enrique Ruiz Escudero, consejero de Sanidad y pediatra de formación, sale a colación reiteradamente. “No puedo comprender que puedas dormir con 200.000 niños en Madrid sin pediatra”, lanza el doctor García de Viedma. El encierro nació de forma paralela a la huelga, y está sirviendo para que los vecinos conozcan de primera mano la versión de los médicos sobre el motivo de la protesta. El paro continúa, por lo demás, aunque suponga “una pérdida económica y psicológicamente [los deje] mal”, explica.

En las noches de encierro han coincidido médicos sin vínculo previo, también viejos colegas que no se veían “desde hace 30 años”, según indica la doctora Ana Sánchez, que dice que el encierro viene acompañado de sesiones informativas o de la propuesta de recuperar el aplauso de las 20.00 horas, que se popularizó durante los meses de confinamiento por la COVID y ahora se ve como una medida de sensibilización. “Estamos preparados para aguantar”, aseguran.

Un centro que era “de lo mejorcito”

En el exterior del local hay un mínimo parque por donde aparece paseando al perro Marcos Sánchez, de 52 años, que vive en Manoteras desde que tiene tres, vivió la construcción del sistema de salud y asiste contrariado a lo que entiende que es su desmantelamiento. “Era de lo mejorcito, [el centro de salud] llegó a tener servicio de ecografía (...). Desde la pandemia, ha desaparecido”, relata. Señala que, en la zona, “la gente sabe lo que hay” con la Sanidad. En 2019, el PP cosechó porcentajes de voto superiores al 45%, algo que el vecino Sánchez atribuye a la “educación”. “Yo soy tolerante, ahora un poco menos; en los bares no entro”.