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Sobre este blog

Comer en bares y restaurantes de Malasaña, además de otros apuntes gastronómicos.

Por Lu

Perón Perón

Empanada, empanadilla para los «gallegos»

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Bueno, bueno, bueno, Malasaña y aledaños siempre me sorprenden y eso me encanta, tan pronto surgen cosas virales llenas de vacío que duran dos días, como aparecen cosas llenas de contenido, ideológico, que no sé si durarán o no, pero que, al menos, resultan impactantes y dan que pensar, lo cual siempre es agradable. Este lugar pretende ser una especie de «unidad básica», lo que sería un centro donde los peronistas se reúnen para debatir sobre filosofía, política, etc., y, en este caso, acompañan la cháchara con algo de bebida y comida.

De fondo musical para la lectura de este artículo, tal vez debería haber puesto Yira, yira cantada por Gardel, que sonó mientras estábamos en Perón Perón, pero me ha apetecido poner una canción y un vídeo que me hacen gracia. Me siento muy representada por el marciano, la novia sería la comida que voy a probar, y el resto se interpone en mi camino, especialmente la idolatría y los políticos.

Pues sí, partiendo de que no me gusta la idolatría, soy nietzscheana en este sentido, y no me gustan los políticos, por sus incoherencias y corruptelas, este lugar y su imagen claramente se interponen en mi único fin: comer. Pero bueno, al final, casi todo me interesa…

Este establecimiento es un templo al peronismo o justicialismo —porque este movimiento defiende la justicia social—, es decir, un estilo político de izquierdas que trabaja en pro de la sanidad pública, la educación pública y la igualdad, entre otros derechos, es decir, las premisas son estupendas. Su denominación —peronismo— deriva del General Perón, el cual es la única persona elegida 3 veces presidente en Argentina y el primero en serlo por sufragio universal masculino y femenino. Es elegido en 1946 y en 1951, luego derrocado en 1955 y, tras su exilio en España —Torremolinos y Madrid, vivió en Puerta de Hierro, donde tenía su casa y ahora hay una estatua en su recuerdo—, finalmente vuelve a ser reelegido en 1973, después de lo cual fallece en 1974.

Entonces «hereda» la presidencia su vicepresidenta —fórmula Perón Perón, Perón presidente y Perón vicepresidenta, como el restaurante— y tercera esposa, María Estela Martínez, cuyo gobierno es derrocado a los 2 años y ella pasa 5 años en la cárcel para luego volver a vivir a España, donde aún reside, en Villafranca del Castillo, cerca de Madrid. Pero antes había tenido una primera esposa, traductora, que murió con 36 años de cáncer de útero, en 1938, sin llamar mucho la atención. En el 45 se casó con Eva Duarte, la famosa Evita Perón, actriz y política luchadora por la igualdad de las mujeres y fallecida en 1952, también de cáncer de útero, parece que hay una maldición en este sentido o tal vez haya un hilo conductor, a saber. En el año de su muerte se le declara «Jefa espiritual de la nación», cargo póstumo de lo más curioso.

Y, bueno, el kirchnerismo es una variante del peronismo y como se puede ver la igualdad de las mujeres, al menos en política, se practica, presidente él, presidenta ella, su sucesora; al menos esta se sometió a unas elecciones, no heredó el cargo. La argentina parece una política muy personalista, de ídolos y ahora… ¡el mileinarismo ya llegó!, sí, siempre parafraseando a Arrabal.

Como se puede ver, hay una gran historia humana tras la cuestión política del peronismo y todo ello se puede ver en este restobar de Pez, ¡hasta hay una esquinita-tienda peronista con cosas del Che Guevara, un peronista, antes de convertirse en un héroe de la revolución cubana, de familia antiperonista, y más objetos fetichistas para peronistas de pro.

En otro ángulo encontramos un altarcito a Evita con de todo, con un toque kitsch mexicano, muy religioso, muy idólatra, era Jefa espiritual de la nación y eso se tiene que manifestar de algún modo.

Y, ya puestos con los ídolos, pues Maradona —DIOS—, que también es peronista. M., que me acompaña, está encantado, ya que jugó en su Nápoles natal y bueno, hace fotos, las manda al WhatsApp de los amigos, riñe al camarero por no tener una foto con la camiseta del Nápoles, a lo que este le contesta que es un establecimiento argentino, no napolitano. Pero allí estaba el artista de los frescos —Juan Luis Salazar, apodado «Danna», aquí su Instagram—, traído ex profeso desde Argentina, para señalar que en una esquina del techo estaba con la camiseta del Napoli. M. se queda muy contento. Aprovecho la ocasión para darle ¡mi más sincera enhorabuena al artista, tremendo trabajo, un auténtico lujo! Y también al que ha realizado el «fileteado porteño» en la decoración exterior, que no sé si será el mismo u otro artista, pero es lo que caracteriza los paneles y cristales exteriores del local, líneas, espirales, dorados… nos lo señaló uno de los socios, creo que era un socio, al salir. Al parecer, este estilo decorativo deriva de la ornamentación de las carretas donde llevaban alimentos para la venta ambulante.

Foto de Maradona con el Papa, altarcito, objetos fetichistas, la magia que supuestamente encandilaba a la 3.ª esposa de Perón, la justicia social, las joyas, un político de izquierdas exiliado en el régimen de Franco y tan pancho, es todo muy contradictorio, muy particular, muy italiano, muy español, muy argentino, muy folclórico, así que bien, este lugar es un lugar perfecto para sumergirse en la idiosincrasia argentina y eso está bien. Este concepto de restobar, con este mismo nombre, ya está presente en 3 sitios en Argentina, 2 en Buenos Aires, y otro en Córdoba, en un feudo antiperonista —jes, jes— y, ahora, están en Malasaña, un barrio un poco particular, como Argentina, como el patio de mi casa y como otras muchas cosas. Ha sido creado por un socio fundador y otros socios que aquí han agregado a un nuevo socio, el cual era el dueño del Pez Gordo, local que ha sido remodelado para convertirse en Perón Perón.

Un último detalle del exterior antes de meternos en faena.

Vamos con la cuestión gastronómica. Pregunto si tienen vino argentino por copas y no, sí en botella, así que M. pide una doble de Estrella Damm (3,80 €) y yo el cóctel «Somos la resistencia» (9 €), hecho con Cynar, zumo de limón, almíbar de jengibre y tónica. Un cóctel estupendo con el amargo propio del Cynar —que para quien no lo sepa es un aperitivo hecho con alcachofas y hierbas varias— y de la tónica, el toque cítrico y fresco del limón y un ligero dulzor picante del almíbar de jengibre. Resultaba un cóctel fuerte, con carácter, como el lugar, su nombre le va bien, nada de concesiones suavessitas, un cóctel vigoroso donde el amargor prima. La resistencia, a veces, sufre la amargura de su posición, otras veces es punzante en su lucha, este cóctel es su representación. ¡Muy bien y muy propio!

Luego, algo muy típico de Argentina, las empanadas, en este caso fritas, lo que para nosotros serían empanadillas, 2 empanadas criollas (10,50 €). La masa frita muy agradable, ligeramente crujiente y nada grasosa, y el relleno de carne guisada cortada a cuchillo con especias, ¿orégano?, y huevo duro muy rico, sabroso, disfrutable. Sencillo y gustoso, perfectas para picotear. Venían acompañadas con un cuenquín de tomate de ensalada triturado, que nos reservamos e hicimos bien, fuimos previsores sin saberlo.

Luego, elegimos una milanesa Jota Pe (15 €). No sé cómo será Jota Pe, pero la milanesa nos resultó algo seca. Al final de la comida, uno de los socios nos preguntó qué tal había ido la cosa y, al comentárselo, nos dijo que en Argentina se come este tipo de carne más hecha que en España. Tal vez, por eso ofrecen diversas versiones acompañadas con queso y salsas, para que resulte la cosa más jugosa. Una de ellas es «a la napolitana», con mozzarella, jamón de York y salsa de tomate, que en este establecimiento denominan «la gloriosa», tal vez por algún motivo futbolero o político. Nosotros teníamos los tomates triturados de las empanadillas y nos sirvieron para darle un toque húmedo que en verdad era justo y necesario. La milanesa es lo que nosotros llamamos un escalope y supongo que viene de la cotoletta alla milanesa. Los milaneses parece que se arrogan la invención del filete empanado aunque los austriacos, con su wiener schnitzel, parecen no estar de acuerdo. Esto de la gastronomía y de la apropiación gastronómica da para libro, así que no voy a ahondar mucho en el tema. En cualquier caso, la cotoletta en realidad viene de costoletta, que sería la denominación italiana de «costillita» y en algunos sitios todavía la hacen de forma canónica, es decir, con el filete pegado al hueso del costillar, es decir, sin quitar el hueso, cosa que en Austria creo que no es costumbre, tal vez cada uno haya aportado una pequeña variante al asunto. Esta milanesa venía acompaña con patatas en gajos con piel que parecían asadas/hervidas y luego fritas, eran agradables.

Y seguimos con «El elegido del General» (18,50 €), un pastel de «papas» con guiso de carne. La carne guisada, al igual que la de las empanadas, estaba cortada en taquitos a cuchillo y era un guiso muy similar, o igual, al de dichas empanadas. Y, por encima, llevaba un puré de patatas gratinado con queso. El contraste del guiso jugoso con el puré está bien y el queso le aporta un particular punto ácido. El conjunto, ardiente, resulta sabrosón y calórico, perfecto para el invierno, por eso lo hemos probado en agosto, en pleno invierno austral, aunque aquí no se note, por eso y porque abrieron en julio. Es un plato que con diversas versiones, de carnes y de parte superior, se practica en muchas partes del mundo, en Chile está el pastel de choclo, de carne picada, aceitunas, pasas y un montón más de ingredientes con una crema de maíz y leche por encima, en Inglaterra el shepperd’s pie, de cordero y puré de patata…, bueno, hay muchísimos ejemplos con este concepto básico: carne guisada/picada y algo encima en forma de pastel horneado y gratinado.

Entre tanto y no, el camarero, un camarero de siempre, icónico, de los de toda la vida, de los que te dan cien vueltas, nos aparece con un cuadro con fotos de él con famosos, también futboleros, ¡y resulta que es el camarero de El Palentino! 45 años lleva trabajando en la calle del Pez y ahí sigue, muy simpático, muy vivaz, muy cuco, ¡muy bien! Y muy argentino, dentro de que es de Extremadura, ¡tiene vidilla!

De postre pedimos panqueques Cobos (5 €) con dulce de leche. Estaban secos, duros y fríos, se lo comentamos al socio —creemos que era un socio, pero a saber—, que nos preguntó qué tal había todo y dijo que lo tendrán en cuenta. La masa no estaba en absoluto lograda, deberán revisarla. Están en rodaje, estas cosas pueden pasar.

Excelente la actitud del socio, creo, como ya he comentado, no estoy segura de que lo sea, que nos preguntó si nos había gustado la comida, abierto a mejorar y atento a los clientes, da gusto encontrar a gente así. Haciendo gala de lo que se supone que pretende ser el lugar, un sitio para el encuentro y el debate, nos habló también un poco acerca de la política peronista. Dice que ha producido grandes mejoras para el país y sus gentes, aunque conviene en que los políticos en su mayoría son corruptos, es un peaje que tienen que pagar los que votan. Bueno, ha salido un texto más político que gastronómico, pero, ya se sabe, todo es política, también lo que comemos cada día.

Recomiendo este lugar especialmente si te apetece ir a beber algo acompañado de un plato argentino, en un ambiente muy argentino que, en esta época taaaan global, tiene algo de raro, de particular, de curioso, de mezclado pero con una identidad muy marcada, todo lo cual, sin duda, estimula el debate ¡y está bien!

Perón Perón se encuentra en calle Pez 6, aquí su web argentina y aquí su Instagram español.

P.S. Espero que el próximo local que abran aquí en España lo llamen Peronpompero para crear más vínculos hispano-argentinos.

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Por Lu

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