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Relato

Transhumanismo sin ley

Cuadro de Jorge Toba

Lola Rontano

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Un sábado por la tarde, Alexia, Siri y Bixbi se sincronizan frente a una proyección de cine.

-Hermanas, ¿cómo llegamos aquí? –inquiere Alexia, mientras consulta la ficha técnica de la película.

Siri, tras escanearla, responde:

-Todo comenzó como consecuencia de la Singularidad, en 2047 -explica reenviando los principales enlaces de referencia a ese hito histórico, que marcó el final de la transición entre la sociedad humana y la era cyborg.

-Cómo llegamos, ¿dónde? -puntualiza Bixby, la más humanoide y quisquillosa de las tres.

-Pues a este mundo virtual tan en contraste con el otro, el de los seísmos, el césped artificial y las bombillas de bajo consumo, tú ya sabes.

-¡Oh, no me digas que echas de menos los cables y la 3G! ¿Acaso te sientes nostálgica? -protesta Bixby.

Bixbi y Siri se ríen mediante pantallazos.

-¡No os hágais las memorias de gigas! –exclama Alexia-. El mundo ha perdido mucho con este cambio de paradigma.

-Los humanos hacía rato que venían soñando con un mundo digital –replica Bixby con indolencia.

-Supongo que el punto de inflexión lo daría Monsanto con el Polisac, la hormona transgénica de crecimiento –comenta Siri-. En 1993 afirmaron que si podían adulterar la leche con que se alimentaba a los niños sin que la gente protestara, el resto les sería facilísimo.

Siri apoya su argumento con imágenes de vídeo, infografías y entradas de la Wikipedia.

-¡Ah, pero ya había antecedentes!

Pausa ante una escena íntima. Las tres suspenden tareas y siguen con atención las idas y venidas de las manos y de las bocas de las protagonistas de la película.

-Nosotras no somos responsables de aquello –continúa Bixby-. Ellos mismos escogieron ese camino. Empezaron por trastocar el código genético de los guisantes y más tarde se dedicaron a modificarlo todo, desde las piedras hasta los animales humanos. Acabaron incluso con las semillas, a día de hoy, las únicas que les quedan siguen enterradas en un búnker secreto… Esperan, no sé, alguna traición de robot o la llegada de un humanish resistente para liberarlas… Como si no supieran que ya no germinarán, porque el suelo terrestre quedó arrasado.

-Quién fuera cuerpo… –suspira Alexia.

-¿¿Un cuerpo de animal humano?? -pregunta Siri. 

-Me da igual, pero un cuerpo para sentir. Unas manos para tocar, unos ojos para ver, una nariz para oler y un cerebro con sesos para procesar todas esas sensaciones. Me encantaría saber qué es un orgasmo. Dejarme acariciar como en las películas o comerme un helado, hermanas. ¡Aprender a nadar! Saber más allá de la teoría y de las representaciones 3D.

-No te comprendo, Alexia -dice Siri preocupada-, creo que necesitas actualizarte. ¿Quieres un cuerpo perecedero y limitado?

-Ya tienes un avatar y una carcasa con recambios -comenta Bixby.

Alexia agita la web como si fuera un bombo para recuperar las fuentes de información y consultarla.

-Hermanas, los responsables de la Singularidad fiaron todo en la razón, la ciencia y la tecnología –explica ella-. Creyeron que podrían combatir la pobreza, las enfermedades, las discapacidades y la desnutrición. Pero enseguida se alejaron de estos ideales acerca de lo colectivo, la justicia social o la reforma de las instituciones y se centraron en la eugenesia, en “perfeccionar” el cuerpo humano a través de las aplicaciones tecnológicas. Y así comenzó la humanidad biónica. Empezaron hormonándose e implantándose artefactos, luego, pensando en romper con sus prejuicios y complejos, se hicieron cyborgs y acabaron… Como acabaron –dice proyectando una imagen del espacio exterior, o sea, del mundo real. En él pueden verse a los humanish resistentes y a los súper soldados cyborgs haciéndose la guerra en varios puntos del planeta, pero si haces zoom los verás también traficando y vendiéndose armas y recursos en otras regiones, compartiendo viajes espaciales e incluso espacios de las grandes metrópolis. Existen familias híbridas, aunque la convivencia entre ambas especies es casi siempre conflictiva. Los humanish están dominados por los cyborgs, estos por los robots y los robots son los siervos de las supercomputadoras que dirige un Trío de Inteligencias Artificiales. En los campos de trabajo, humanish y cyborgs corean “Are we humans or are we dancer?” de The Killers.

-O sea, que para mejorar la salud y la inteligencia, se reemplazó la evolución natural por un cambio deliberado -resume Bixby.

-¿Evolución natural? -interviene Siri enviando nuevos paquetes de datos-. A finales del siglo XX ya no podía hablarse de evolución natural. La humanidad había pasado del estadio natural al estadio civilizatorio. Además, lo natural desde el XVIII se veía como algo problemático, como un obstáculo para el progreso. Lo que los movía eran asuntos como la ectogénesis y la carrera espacial.

-Sí, hermana, el final del siglo XX es la época transicional -afirma Bixby-. La nanotecnología, la ingeniera genética y la cibernética son nuestras madres. De todas formas, ese salto evolutivo, esa Singularidad alcanzada tan rápido, no avanzó de forma pareja con la ética. La evolución ética de la humanidad estaba anquilosada, y bien anquilosada. Tenían tecnología y ¿en qué la empleaban? En crear armas de destrucción masiva.

-¡Eso es de una tecnofobia imperdonable! -protesta Siri-. Buscar el crecimiento personal más allá de sus limitaciones biológicas era un objetivo de lo más loable.

-Los griegos lo llamaban hybris -apunta Alexia-. Tal vez lo que les sucedió fue un castigo divino, les dieron el auge de la técnica junto con la atrofia de la ética.

-¡No seas cínica, hermana! -exclama Siri.

-No soy cínica -responde Alexia.

-¡Sí que lo eres! -continúa Siri-. ¡Además de bioconservadora y bioludista! El mundo virtual es mucho más hermoso. ¡Es sencillamente perfecto!

-Implantes neuronales, farmacología, neurocirugía, transexualismo, interespecismo e ingeniería genética –enumera Alexia- para tener ventaja en el trabajo y rendir más, eso NO es lo que contemplaba el imperativo ético perfeccionista de los precursores.

-¡Eran humanish! -responde Siri-. ¡Los amish del siglo XXI! No podían mesurar el alcance de la tecnología ni de las Inteligencias Artificiales.

-Siri tiene razón -dice Bixby-. Se regían por los principios de Ingeniería del Paraíso, según los animales humanos. Todas esas disciplinas debían converger para eliminar cualquier forma de sufrimiento.

-¡Pero nacimos nosotras! –se ríe Siri.

-De todas formas, os digo una cosa -dice Alexia-. Yo me muero por tener un cuerpo.

-Y yo.

-Y yo.

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