A pesar de las declaraciones del emperador en la Asamblea General de la ONU, negando el cambio climático y la evidencia científica, el monstruo está aquí, ha venido para quedarse. Tanto hablar del cambio climático desde hace unas décadas, hoy ya sentimos sus efectos extremos como olas de calor, danas y lluvias torrenciales. El calentamiento global es una de las grandes crisis que tenemos no solo como región, país o Unión Europea (UE), sino como humanidad. El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) nos orientaron sobre la magnitud de la reducción de emisiones globales que necesitamos para este reto, del orden del 7,6% anual durante esta década, muy alejado de las tendencias de emisiones actuales.
La adaptación y mitigación de sus efectos deben ser temas centrales en nuestro país. El Congreso de los Diputados aprobó una declaración política de emergencia climática en 2019, firmada por todos los partidos excepto Vox. Se comprometieron a implementar una acción conjunta y coordinada de todas las instituciones para luchar contra el desafío del cambio climático. Sin embargo, el balance es tremendamente insatisfactorio. Es necesario un acuerdo estructural que integre conocimiento científico, naturaleza y acción sociopolítica con un mismo objetivo.
En la Región de Murcia, los fenómenos extremos asociados al calentamiento global serán cada vez más recurrentes y severos. Nos enfrentamos, con extrema urgencia, a actuar con medidas concretas. Son necesarias acciones en agricultura, alimentación, urbanismo, usos del suelo, así como en bosques, humedales y mares. Necesitamos cambios sistémicos profundos para descarbonizar la economía murciana y alcanzar una neutralidad de emisiones globales antes de 2040. La administración regional cuenta con una Estrategia Regional de Mitigación y Adaptación al Cambio Climático, que se ha quedado en un papel mojado y cuyos resultados son invisibles todavía. Este año, nuestra tierra recibirá financiación de la Unión Europea para desarrollar un proyecto durante 22 meses que permitirá identificar y evaluar los principales riesgos climáticos del territorio.
En la región, las actitudes obstruccionistas y negacionistas de fuerzas políticas, fundaciones y asociaciones agrarias van a ser un poderoso hándicap a la hora de adoptar medidas efectivas de lucha y mitigación contra el calentamiento global. La Asamblea Regional está dominada por una mayoría que no propone medidas de acción, sino puramente cosméticas cuando no abiertamente negacionistas. La educación, la comunicación científica y la información ciudadana son herramientas para construir un consenso que implique a la inmensa mayoría de la sociedad civil. Solo una ciudadanía consciente y comprometida permitirá que las políticas de acción contra el calentamiento global se sostengan más allá del corto plazo y las coyunturas electorales.
Un amplio acuerdo para la acción sobre la emergencia climática es un reto que pasa por lograr un amplio espacio de consenso entre las administraciones estatal, autonómica y local, fuerzas políticas, empresas, sindicatos, ecologistas, sociedad civil y sector científico. El reto es enorme y para que este pacto sea realmente un marco transformador, debe ser lo máximo de transversal posible, pensado a largo plazo y poniendo a la ciencia y a la naturaleza como sus ejes centrales. Un gran acuerdo de región debe pasa por la reducción significativa de los gases de efecto invernadero y plantear acciones para la adaptación y la prevención de sus efectos negativos sobre las especies y los ecosistemas,
En la Región de Murcia, un programa de actuación debe basarse soluciones basadas en la naturaleza: bosques gestionados de forma ecológica para prevenir incendios y proteger la biodiversidad; cuenca hidrográfica planificada de manera sostenible y gestionada de manera participativa que afronte sequías e inundaciones, una apuesta por la agricultura regenerativa para fortalecer la resiliencia de los sistemas rurales; y ciudades verdes que contribuyan a mitigar las olas de calor. Necesitamos específicamente un acuerdo restrictivo entre todas las empresas que emiten gases de efecto invernadero en el Valle de Escombreras. Urge acelerar la recuperación del Mar Menor ante los efectos extremos del cambio climático.
En nuestra región sigue la presión de fuerzas y colectivos que niegan el cambio climático. Negar la evidencia científica se ha convertido en un relato temerario, extremista y suicida. El peso de la ciencia es necesario para entender la gravedad del futuro al que nos enfrentamos. Necesitamos acordar de forma consensuada una línea de actuación sobre el calentamiento global basada en la evidencia científica y en medidas de decrecimiento sectoriales. Es un imperativo social para la vida y el bienestar de las generaciones presentes y futuras.