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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

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Una caza de brujas para ecologistas del siglo XXI

Activistas de Futuro Vegetal en el transcurso de una acción de protesta. Foto cedida por Futuro Vegetal.

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¿Qué tienen que ver el senador McCarthy, nuestra ley mordaza y un nuevo grupo ecologista llamado Futuro vegetal? Por extraño que parezca, hay un hilo conductor que conecta ciertos disparates del pasado con algunos del presente.

Porque cuando me han contado que los activistas de un grupo ecologista denominado Futuro Vegetal están acusados de pertenencia a una “organización criminal”, me he tenido que frotar los ojos. Porque esto no está sucediendo ni en la Rusia de Putin, ni en el Irán de los jomeinis, ni en una Arabia Saudí de jeques dictatoriales ni en la China comunista. Está sucediendo en la democracia española y en el año 2024. La primera pregunta que me sale es: pero, ¿qué han hecho? Y la respuesta es que sí, que han hecho unas cuantas gamberradas para llamar la atención ante la crisis climática que no queremos ver y que sufrimos y sufriremos. Crímenes execrables como lanzar pintura (lavable) a un monumento. Delitos gravísimos como pegarse las manos al marco de un cuadro célebre de un museo.

La sociedad española está en peligro; el orden debe ser reestablecido; es intolerable este nivel de desestabilización. Los mecanismos del Estado se han puesto en marcha y ya ha habido 22 arrestos en 11 ciudades españolas (varios de ellos en Murcia), una auténtica redada policial con todo tipo de acusaciones y procesamientos. Estamos a escasos momentos de ver que estas personas sean acusadas de terrorismo. No es una noticia de El Mundo Today. Es real. Conozco a una persona a la que le pueden pedir de 1 a 6 años de prisión por unos delitos que la actual ley mordaza infló insoportablemente.

Es el momento de retroceder a los años 50, cuando el senador McCarthy inició una cruzada buscando comunistas en los Estados Unidos y llegó a denunciar a centenares de personas, muchas de ellas simplemente por sus simpatías izquierdistas. Aquel clima de terror se extendió durante varios años. Gente de los medios de comunicación, del gobierno, militares y funcionarios fueron acusados por McCarthy como sospechosos de espionaje soviético o de simpatizantes del comunismo. Y el caso es que, al final, las actividades de McCarthy no llevaron a ninguna condena ni a la apertura de causas penales por espionaje. Pero durante al menos seis años les amargó la vida a unos individuos que no habían hecho nada más que significarse por sus ideas. No querían, en verdad, encarcelar a nadie: querían asustar a esas 200 personas y sobre todo asustar a muchos miles más. Un episodio feo de la guerra fría. Por suerte, la democracia norteamericana se pudo sacudir de encima esa ola de fanatismo y el propio McCarthy acabó expulsado de la política, amargado y alcoholizado hasta su muerte en 1957. Pero aquella caza de brujas macarthiana derivó en una pesadilla que acabó con las carreras artísticas de varios escritores, actores y directores cinematográficos y con algún exiliado célebre (Charles Chaplin).

Y la tontería, el disparate y el exceso del presente se cierne ahora sobre las cabezas de los activistas ecologistas de Futuro Vegetal encausados no en la vieja América conservadora de los años 50 del siglo XX, sino en la (en teoría) progresista España del siglo XXI. Y a estos ecologistas que son un evidente peligro para el mundo (no las empresas o los estados que contaminan el planeta, sino esas dos docenas de entusiastas activistas medioambientales) pues les van a amargar la vida unos años, y van a esquilmar las escasas finanzas de la organización a la que pertenecen. Esto no se lo debemos a aquel funesto McCarthy en blanco y negro de la vieja época de Elvis Presley, sino a la todavía vigente ley orgánica de protección de la seguridad ciudadana, más conocida como la ley mordaza de Rajoy de 2015, que va a cumplir 10 años de vigencia y que permite auténticas cazas de brujas de colectivos incómodos como este de los ecologistas veganos supuestamente criminales que no matan ni a las plantas cuyos frutos se comen. La ley mordaza de Rajoy es una medida legal lamentable y funesta que nuestro querido gobierno de coalición, tras casi seis años en el poder, no ha tenido tiempo aún de derogar. ¿A qué esperan?

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