Quizá todos, incluidos por supuesto los medios de comunicación, tendríamos que darle una vuelta a lo ocurrido en Torre Pacheco. Los medios informativos, especialmente, por la cobertura dada a los incidentes allí acontecidos en los últimos días. Un agente de la Guardia Civil le confesó la otra noche a una periodista lo que muchos intuímos: “En el momento en que se vayan las cámaras, esta gente se larga de aquí”. Es lo que busca la mayor parte de los alborotadores que hasta allí se han trasladado: notoriedad y protagonismo.
Hay un partido político, Vox, que enciende la mecha y luego extiende sus tentáculos hacia otras organizaciones y grupúsculos para que, en circunstancias como esta, hagan el trabajo sucio. La presencia en Torre Pacheco de personajes como Daniel Esteve o Vito Quiles, así lo evidencia. Me sorprendió ver el martes a muchos compañeros lanzarse sobre este último, con sus cámaras y micrófonos en ristre, cuando se aproximó a la plaza del Ayuntamiento pachequero para hacer declaraciones. Por el tumulto que se produjo, más parecía que quien llegaba hasta esa zona era el mismísimo Mick Jagger y no un individuo al que se le reprocha su actitud provocadora en los pasillos del Congreso de los Diputados, pero al que parece que no hay problema a la hora de darle cancha en otros escenarios.
El pueblo de Torre Pacheco se ha convertido estos días en una especie de El gran carnaval, aquella película que en la década de los cincuenta protagonizó Kirk Douglas en el papel de un periodista sin escrúpulos capaz de sacar lo peor del ser humano, aprovechándose de una tragedia. En mis dos visitas a esta población he podido comprobar el proceder de algunos profesionales que se pasan los principios de la ética y la deontología por el forro. Luego hay quien se sorprende de la animadversión de determinados lugareños para con la prensa.
Es evidente que no se puede generalizar. Que hay periodistas de otros medios que están dando una cobertura acorde con los criterios de rigor y escrupulosidad que una noticia de estas características requiere. Y que respetan esa ética mediante la que se pretende buscar la verdad, la objetividad y la responsabilidad en la información.
Consideración aparte merecen los energúmenos que han acosado estos días a compañeras de la radio y la televisión mientras realizaban su trabajo. Qué casualidad que haya sido a mujeres, en la mayor parte de los casos. En estas situaciones, es el matonismo el que se alía con el machismo amparándose en la turba. Son esos mismos hombretones, muy machos y muy españoles, que dicen ir a cazar moritos y que se soliviantan cuando les llaman fachas o nazis en los medios. Qué valientes.
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