Hoy me siento obligada a escribir esto. Estaba en el coche, aparcada en un camino rural, cerca de lo que parecía ser un coto de caza. El silencio del motor me permitió oír con claridad una conversación entre dos hombres, uno rondando los 67 años, el otro quizás de unos 55. Lo que decían me revolvió el estómago: “Lo mejor que podría pasar es que volviese Franco”.
Sí, lo dijeron así, con orgullo, con convicción, como quien suelta una gran verdad. Y me quedé allí, paralizada, pensando en mis abuelos y en mis padres, que vivieron y sobrevivieron la represión, el silencio forzoso, el miedo. Pensé en los que aún no saben dónde están los restos de sus seres queridos desaparecidos. Pensé en el precio que se pagó por esta democracia frágil y tan maltratada.
Me indignó escucharlo de boca de hombres que, aunque sólo sea para cazar, tienen acceso a armas. Hombres que llegan en coches de alta gama —un Mercedes, un Audi—, que seguramente no han sentido nunca el peso de la precariedad, del desarraigo, del miedo a no poder hablar. Ellos, que piden una dictadura mientras disfrutan de las libertades que esa dictadura hubiera aplastado.
Y entiendo, sí, que este gobierno ha cometido errores. Muchos. Que la clase trabajadora —antes llamada “clase media”— está harta, desencantada, más pobre. Que la política a veces parece un lodazal de enchufes y desidia. Pero… ¿Esa es la solución? ¿Volver al fascismo? ¿A los golpes en la puerta de madrugada? ¿A la censura, a la represión, al patriarcado más brutal? ¿De verdad esa es la alternativa?
El problema no es solo lo que se dice. El problema es quién lo dice y el contexto en que se dice. Estos hombres —armados, cómodos, nostálgicos del autoritarismo— son el síntoma de algo que está creciendo: el desprecio por la democracia, por la memoria histórica, por los derechos ganados con sangre y dignidad.
Y aquí, una llamada urgente a quienes tienen el poder: vuestro deber es proteger este país, no hundirlo. Poneos las pilas. No nos robéis más la confianza. Sed dignos, no chabacanos. Subid el nivel. Devolved el sentido a la palabra “política”.
Porque si seguimos así, si seguimos alimentando este populismo violento con vuestra incompetencia, tal vez a nuestras hijas también les toque crecer sin libertad. Sin voz. Sin madre humilde que pueda decir lo que piensa.
Esto es grave, muy grave. ¿De verdad nadie lo ve desde sus cómodos escaños en Madrid?
Sobre este blog
Contrapunto es el blog de opinión de eldiario.es/navarra. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de la sociedad navarra. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continua transformación.
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