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Bulos sobre las leyes de violencia machista para miles de adolescentes a golpe de TikTok

Un móvil con la app TikTok.

Ana Requena Aguilar

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El hijo de 13 años de Raquel llevaba unas semanas haciendo comentarios contra la ministra de Igualdad, Irene Montero. Criado en un entorno feminista, las alarmas de Raquel terminaron por saltar cuando su hijo aseguró un día que el feminismo no respetaba la presunción de inocencia de los hombres. “Es cuando decidimos hablar largo y tendido con él del tema”, cuenta. Raquel indagó en cuáles eran sus fuentes de información y su hijo le envió un montón de vídeos de TikTok, “todos con el mismo mensaje: el feminismo sirve para montar chiringuitos y discrimina a los hombres”. Juntos, volvieron a ver los vídeos, Raquel le explicó el funcionamiento de la ley y le envió información y datos.

La plataforma TikTok es para cientos de miles de adolescentes una herramienta fundamental con la que hacerse una idea del mundo. Solo que los y las tiktokers no siempre dicen la verdad. Hay otro planeta habitable además de la Tierra. La mejor forma de combatir el acné es afeitarse la cara. La nueva ley del 'solo sí es sí' convierte a todos los hombres en culpables automáticamente. Son algunas de las creencias que varios adolescentes han expresado con convicción a familiares cercanos porque lo vieron en la red social.

“Tengo aún ascendencia sobre él, pero se cree todo lo que ve en TikTok y hay que desmontar cada cosa con datos porque si no, no se queda convencido”, confirma Raquel. La psicóloga Violeta Alcocer, que es también madre de dos hijas adolescentes, constata que estamos “ante un problemón” en el que se mezclan la potencia de las redes, las consignas fáciles y una época de la vida especialmente vulnerable en la que la personalidad no está formada, los padres apestan y los tiktokers son fácilmente admirables.

En los últimos días, muchas madres como Raquel contaban en las redes cómo sus hijos repetían en casa consignas parecidas sobre la violencia machista o la ley del 'solo sí es sí'. Una oleada de vídeos sobre el tema estaban detrás del asunto. Muchos contenían bulos, eran pura desinformación sobre el asunto, aunque, eso sí, eran clips fáciles de entender y publicados por cuentas con numerosos seguidores. A preguntas de elDiario.es, una portavoz de TikTok asegura que el departamento correspondiente está revisando algunos de estos vídeos para comprobar si cumplen o no con las normas de la comunidad.

Esas normas incluyen un apartado sobre la “desinformación perjudicial”. “No permitimos la publicación de desinformación que cause daños sustanciales a un individuo, a nuestra comunidad o al público en general, independientemente de la intención. Los daños sustanciales incluyen lesiones físicas graves, enfermedad o muerte; traumas psicológicos graves; daños materiales a gran escala, y debilitamiento de la confianza pública en instituciones y procesos cívicos como gobiernos, procesos electorales y organismos científicos. Quedan excluidos de esta definición la información inexacta, los mitos, los daños comerciales y los de reputación”, describe la plataforma. Las normas especifican, por ejemplo, que no puede compartirse desinformación “que incite al odio o al prejuicio”.

Desinformación y adolescencia

La psicóloga Violeta Alcocer considera que todo “se ha convertido en ideología” y que en cada cuestión “parece que puedes posicionarte en un bando o en otro”: “Podría parecer que estamos fomentando el espíritu crítico, pero sucede todo lo contrario: entramos en la desinformación, en el todo vale”. Algunas piezas, como los vídeos de TikTok, explica, cogen un asunto, le quitan la complejidad que lo rodea y lo convierten en una consigna fácil. “Los adolescentes son un público muy vulnerable. Tienen muchas menos herramientas, no tienen experiencia de vida, no tienen formada una identidad, son mucho más porosos y permeables a cualquier opinión que parezca sólida y que encima venga de una persona a la que siguen”, explica. Muchos de los tiktokers que comparten este tipo de opiniones son, de hecho, muy jóvenes.

Eulalia Alemany es la directora técnica de FAD Juventud, una institución que publica periódicamente barómetros sobre la situación y las opiniones de chicas y chicos. Uno de esos barómetros mostró que la percepción de la violencia machista que tienen chicos y chicas de entre 15 y 29 años ha evolucionado de manera diferente en los últimos años. Mientras que ellas consideran cada vez más que esta violencia es un problema social muy grave –un 72,4% en el año 2017 y el 74,2% en 2021–, el porcentaje entre los chicos que están de acuerdo con esta afirmación se redujo del 54,2% en 2017 a apenas el 50% en 2021. Además, uno de cada cinco jóvenes varones –el 20%– cree que la violencia de género no existe y que es un “invento ideológico”. Es el doble que en 2017.

“Lo que vemos es que cuanto mas jóvenes son, menos recursos tienen integrados para luchar contra este tipo de mensajes, por eso insistimos en la tan manida educación y en la sensibilización. Ahora existen muchas redes con muchos más mensajes y además estos se pueden viralizar. Si no hay un contrapeso, es muy difícil combatirlo”, dice Alemany. El contradiscurso alimentado por la extrema derecha sobre la violencia de género y el feminismo es un “caldo de cultivo muy peligroso” en el que los chavales son susceptibles de caer en un momento delicado de sus vidas. Y señala la necesidad de trabajar con las masculinidades.

Además, Alemany cree que las familias deben estar atentas al contenido que ven sus hijas e hijos “para poder hablar sobre ellos y combatirlo”. “No es una cuestión solo de la escuela o de las familias, sino de ir empujando entre todos”. También Violeta Alcocer pone énfasis en las conversaciones y en fomentar el espíritu crítico, enseñar a diferenciar entre fuentes fiables y las que no lo son, a contrastar la información o a poner las ideas en cuarentena. Aunque cree que el cambio debería venir de las propias plataformas y de sus controles sobre el contenido.

Desde TikTok aseguran que hay revisiones de todos los contenidos, pero que en ocasiones, o bien no se detecta una infracción, o bien se trata de “interpretaciones jurídicas o de libertad de expresión”. El año pasado, la plataforma introdujo una nueva funcionalidad que avisa a los usuarios cuando van a compartir un vídeo cuyo contenido no ha sido verificado.

Raquel apostó por la conversación, la información y los datos. “Hay mucho contenido de ultraderecha, muy bien montado, corto y con mensajes claros que se repiten. Y los niños claro que se fían. Ya me había enseñado vídeos de ideología próxima a Vox pero las consignas anti inmigración o nacionalistas no le calan ni se las cree. Ahora están en modo 'La igualdad ya existe y lo que quieren las feministas es vivir del cuento y discriminar a los hombres'. Lo que más sirve es darles datos y más datos y ponerles en el lugar de las víctimas”, cuenta. En su caso, funcionó.

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